MADRID. Fernando Álvarez de Miranda, que presidió el Congreso de los Diputados entre 1977 y 1979 y fue Defensor del Pueblo de 1994 a 1999, falleció anoche en su domicilio de Madrid a los 92 años a causa de un infarto, informaron a Efe fuentes familiares.
Nacido en Santander, el 14 de enero de 1924, fue el primer presidente del Congreso de los Diputados con la Constitución ya en vigor.
Álvarez de Miranda estaba licenciado en Derecho y durante años compatibilizó la docencia con la abogacía.
En 1954 fundó junto a los juristas Joaquín Satrústegui y Dionisio Ridruejo la Asociación Española de Cooperación Europea, de la fue secretario general.
Cuatro años más tarde participó en la fundación de la Democracia Social Cristiana, de José María Gil-Robles.
En junio de 1962 acudió al Congreso del Movimiento Europeo, conocido como el "contubernio de Múnich" y a su regreso de esta reunión de fuerzas moderadas opositoras al régimen de Franco fue deportado a Fuerteventura.
De nuevo en la península, en 1964 el Conde de Barcelona le nombró miembro de su Consejo Privado. Alejado de la formación de Gil-Robles, formó parte del partido Izquierda Demócrata Cristiana, presidida por Ruiz-Giménez, y en la que ocupó la vicepresidencia.
A raíz del Congreso de Izquierda Democrática Cristiana en El Escorial (Madrid), en abril de 1976, encabezó una importante escisión de la que nació Izquierda Democrática, en la que fue elegido vicepresidente.
Su paso por éste partido fue efímero ya que en noviembre de ese año creó el Partido Popular Demócrata Cristiano (PPDC) del que fue presidente. Meses después, en abril de 1977, el PPDC y la Unión Democrática Española (UDE) se fusionaron para formar el Partido Demócrata Cristiano (PDC), en el que también estuvo al frente de la presidencia.
Antes de las elecciones generales Constituyentes del 15 de junio de 1977 se integró en Unión de Centro Democrático (UCD).
Tras estos comicios ocupó la presidencia del Congreso de los Diputados, cargo en el que permaneció hasta 1979. Fue una de las cinco personas que firmaron el texto final de la Constitución de 1978. Renovó su escaño en el Congreso el 1 de marzo de 1979.
En julio de 1980 se reincorporó al Cuerpo de Técnicos Administrativos de la Diputación Provincial de Madrid, del que había sido expedientado por su participación en el Congreso de Munich, pero en diciembre pidió una excedencia.
Al año siguiente, en enero de 1981, fue elegido en Bruselas para ocupar una de las seis vicepresidencias del Movimiento Europeo, ligado a las Comunidades Europeas.
En un momento crítico para España, como consecuencia del terrorismo de ETA y el intento de golpe de Estado, en mayo de 1981 durante una reunión del Consejo Político de UCD se mostró favorable al restablecimiento de la pena de muerte para casos excepcionales de terrorismo.
En pleno período de desintegración de UCD, en febrero de 1983, tras la dimisión de la presidencia de Landelino Lavilla, fue elegido miembro de la Comisión Gestora donde permaneció hasta su disolución en 1985.
En febrero de 1986 fue nombrado embajador en El Salvador cargo desde el que participó en las negociaciones de paz con la guerrilla y en el que se mantuvo hasta 1989.
Miembro electivo del Consejo de Estado desde el 30 de noviembre de 1990, años después, en noviembre de 1994, fue nombrado Defensor del Pueblo donde sustituyó a Alvaro Gil Robles y donde permaneció hasta 1999.
Durante su mandato se mostró partidario de la reforma del Defensor del Pueblo, reclamó pensiones de viudedad para parejas de hecho y anunció la creación de una asesoría especial sobre violencia doméstica.
Presidió la Fundación Humanismo y Democracia de 1979 a 1989.
La recopilación de sus artículos y conferencias aparecieron publicados en el libro "Al servicio de la democracia".
En noviembre de 2013 presentó en el Congreso sus memorias "La España que soñé".
Está en posesión de la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, la Gran Cruz de la Orden de Leopoldo II (Bélgica) y es Gran Oficial de la Orden Nacional del Mérito de Francia.
Está casado con María Luisa García Pamplona y tienen cinco hijos, uno de ellos, Ramón, preside el Tribunal de Cuentas.
Sus restos mortales permanecen en el tanatorio de la M-30, en Madrid, y mañana serán incinerados en el cementerio de La Almudena.