múnich - El cruce de acusaciones entre EEUU y Rusia vivido ayer en la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC) evidenció las diferencias de fondo que mantienen ambos sobre Siria, pese al acuerdo que alcanzaron para frenar la violencia.
Los bombardeos rusos en Siria -sobre terroristas, según Moscú, y sobre la oposición, según Occidente-, así como el papel futuro del presidente sirio, Bachar al Asad, a quien sólo defienden Rusia e Irán, amenazan la implementación del compromiso para un cese de las hostilidades alcanzado el viernes.
El secretario de Estado de EEUU, John Kerry, se mostró optimista al intervenir en la jornada central de esta cita en la ciudad alemana, el Davos de la Defensa, y llegó a asegurar que “las decisiones de los próximos días y semanas, de unos meses, pueden acabar la guerra en Siria”.
A su juicio, es preciso aprovechar el acuerdo para un cese de hostilidades la próxima semana en Siria, trabajar para que tenga éxito y avanzar hacia una “solución política” que traiga la paz y evite una “escalada sin fin” de la violencia. De no aprovecharse esta ventana de oportunidad, advirtió, la situación puede obligar a que se tengan que tomar “serias decisiones en el futuro”.
Además, no dudó en criticar la estrategia militar de Rusia en Siria, que está bombardeando para facilitar el avance del Ejército del régimen, así como la defensa del presidente sirio, Bachar al Asad. Es “crucial”, afirmó, que los bombardeos de Rusia “cambien”, ya que “la gran mayoría de los ataques” de sus fuerzas aéreas se han concentrado en “los grupos opositores”.
Estas críticas se sumaron a las que hizo en este mismo foro el primer ministro francés, Manuel Valls, quien exigió que se detengan “los bombardeos a civiles” en Siria.
Con respecto al presidente sirio, Kerry instó a Moscú a no enrocarse en su defensa, ya que “la mayoría no cree que se pueda lograr la paz con Asad al frente del Gobierno”.
Por parte de Rusia, su primer ministro, Dimitri Medvédev, y su titular de Exteriores, Serguéi Lavrov, respondieron en la MSC a las críticas de Occidente sobre estos dos puntos. Medvédev aseguró que “no hay ninguna evidencia” de que Rusia esté “bombardeando civiles” en Siria, mientras que Lavrov abogó por no “demonizar” a Asad, sino al terrorismo yihadista, e instó a EEUU a trabajar “en equipo”.
El ministro de Exteriores ruso advirtió a Washington de que es “clave” un “contacto honesto” y una “coordinación diaria a nivel militar” entre EEUU y Rusia, o en caso contrario será “imposible implementar nada”. Asimismo, Lavrov restó importancia a las acusaciones de que Asad emplea el hambre como arma, asegurando que “todos” están “haciendo algo mal desde el punto de vista humanitario”.
Los reproches entre Rusia y Occidente no se limitaron a la gestión de la crisis siria sino que se ampliaron al conflicto en Ucrania, a las sanciones económicas y a las tensiones entre Moscú y la OTAN, lo que alimentó un debate sobre una potencial “segunda guerra fría”.
Medvédev fue quien sugirió esa posibilidad, algo que el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, vio de alguna forma posible al indicar que “debemos evitar una situación que lleve a una guerra fría”.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró no querer “una nueva guerra fría”, pero argumentó que, como Rusia está “desestabilizando el orden de seguridad europeo”, la OTAN tiene que responder “firme”, pese a que “no busca la confrontación”.
Por eso dio por seguro un nuevo incremento de las medidas de disuasión y defensa frente a Rusia en el Este de Europa en la cumbre de la OTAN que se celebrará en julio en Varsovia, algo que aplaudió el presidente polaco, Andrezj Duda.
El presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, abogó en este sentido por mantener la confrontación, con el conflicto en el este de su país en mente: “Odio la idea de las peticiones de diálogo con Rusia”.
UNIDOS FRENTE A EI El consenso solamente fue patente en lo relativo al Estado Islámico (EI), que Medvédev llamó “enemigo común” y cuya erradicación, según Valls, debe ser “la prioridad” de la comunidad internacional. “El terrorismo es un problema de la civilización. Es ellos o nosotros. No hay medias tintas. Hay que poner de lado nuestras diferencias y mostrarnos unidos”, añadió Medvédev.
Kerry, en este sentido, vio la derrota última del terrorismo yihadista como la principal razón para trabajar conjuntamente. Valls destacó que la amenaza yihadista afecta especialmente a Europa, que a su juicio necesita una “respuesta colectiva”, “un plan de seguridad europeo”.