Bilbao - El lehendakari, habitualmente comedido en sus discursos, se empleó ayer con dureza contra la Unión Europea para recriminarle que no sea capaz de articular políticas comunes para todos los países que la integran. Ante la amenaza yihadista, el PNV no quiere que cada país decida por su cuenta si bombardea los feudos del Estado Islámico en Siria, sino que demanda una política acordada entre todos y no actuar como lo hizo el expresidente Aznar, que se adentró en la guerra de Irak de la mano de Estados Unidos y Reino Unido para buscar unas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron. Después llegarían los atentados contra los trenes de Madrid en el 11-M. En un sentido más amplio, el lehendakari cree que en Europa acaban primando los intereses particulares de cada Estado, cuando en realidad se necesita una política exterior y de defensa común, voz propia y peso en el mundo. “A Europa le sobra prepotencia y le faltan potencia y acción compartida”, llegó a decir ayer en II Congreso Internacional Bilbao European Encounter.

No es la primera vez que Iñigo Urkullu critica el proceder europeo. También lo hizo cuando la crisis económica golpeaba con mayor fuerza, una etapa en la que pudieron primar igualmente los intereses particulares de determinados países. Nominalmente, la Comisión Europea la ha dirigido el PP, aunque la canciller alemana Angela Merkel ha ejercido de poder en la sombra, y también han presionado otros países del norte con economías saneadas que han rechazado los gestos de solidaridad con los países rescatados. El lehendakari recriminó entonces a los países que recurrieran al sálvese quien pueda. Llegó a pedir un Ministerio de Economía europeo y emitir eurobonos para mutualizar la deuda. Urkullu ha exhibido un perfil que pretende que sea más cercano a la socialdemocracia y al centro izquierda.

En ese sentido, cuando estalló la crisis económica y se obligó a los países en serias dificultades económicas a aplicar recortes, reclamó una Europa más humana, centrada en la persona, y criticó a los mercados “sin alma” que ponen en riesgo el Estado de Bienestar. El lehendakari también pidió a las instituciones comunitarias que se emplearan en el rescate del empleo con el mismo empeño que pusieron en el rescate bancario. Aunque el PNV también defiende que no puede gastarse sin límite y dejar que el endeudamiento se desboque, propuso hacer compatible el rigor presupuestario con la cohesión social.

En su intervención de ayer, Urkullu lamentó que Europa pueda al mismo tiempo carecer de una voz común y, sin embargo, exhibir su eurocentrismo para desdeñar otras culturas. Quiere que Europa acepte la diversidad y la pluralidad y que apueste por la integración, en lugar de mirar por encima del hombro a otras culturas y religiones. “A Europa le sobra cierta dosis de prepotencia, de superioridad moral, cultural, histórica y social, y le falta potencia común, responsabilidad y acción compartida”, dijo. A su juicio, “Europa debe actuar unida, como un país de 500 millones de habitantes, y con una única voz en el exterior. No es posible mantener durante mucho tiempo una unidad a medias. O somos o no somos”, lanzó. El lehendakari cree que el futuro pasa por la confluencia y la unidad.

La apuesta de Urkullu por la unidad no implica uniformidad o hacer tabla rasa de los hechos diferenciales. De hecho, el PNV defiende la presencia de la nación vasca en Europa y en la toma de decisiones, y reivindica el principio de subsidiariedad, que los países dejen en manos de los territorios que lo componen aquellas tareas que puedan desempeñar desde la cercanía al ciudadano.

En referencia a la política exterior, Urkullu se opone a la guerra porque también pagarían civiles inocentes y no conseguiría más que alimentar la espiral de violencia y dar argumentos a los yihadistas para entrar en una dinámica de acción-reacción. En cualquier caso, lo que se decida debe decidirlo Europa por consenso. Ayer desgranó algunas de sus propuestas. Más que atacar, propone prevenir. Quiere medidas de inteligencia y coordinación policial a nivel local e internacional. A esa investigación policial debería sumarse una “inversión en valores” como la igualdad y la cultura de paz. “Especialmente, una educación en valores para la convivencia y la integración en la pluralidad, y una política activa de respeto a la diversidad cultural y religiosa”, propuso.

Urkullu realizó sus declaraciones en un congreso sobre los cuatro grandes retos europeos (democracia y justicia social, protección de derechos fundamentales e inmigración, diversidad y cultura europea, y desarrollo económico y sociedad del conocimiento). El cónclave, inaugurado ayer, lo organizan el instituto Globernance y The London School of Economics and Political Science.

rajoy sobre la guerra Por el momento, España no ha decidido aún si intervendrá militarmente en Siria para apoyar a Francia en sus bombardeos contra los feudos yihadistas. Con el recuerdo del 11-M aún presente, el presidente Mariano Rajoy ha insistido en que cualquier decisión se tomará de común acuerdo con el Congreso de los Diputados. Sobre su opinión personal, poco más se sabe, aunque ninguno de los grandes partidos con opciones de gobernar tras las elecciones generales del 20 de diciembre parece demasiado entusiasmado con la perspectiva de una guerra. Si acaso, el más beligerante ha resultado ser Ciudadanos, que ha negado que se pueda combatir al yihadismo solamente con minutos de silencio.

Rajoy, por su parte, volvió a garantizar ayer que no tomará ninguna decisión sin el apoyo del Congreso, según dijo en la conferencia de prensa ofrecida en París en la cumbre del cambio climático. El jefe del Ejecutivo, que no se reunió con el presidente francés, François Hollande, dijo que los españoles “pueden estar seguros” de que cualquier operación militar en la que intervenga España mientras él esté al frente del Gobierno español tendrá que tener el voto a favor del legislativo. El mandatario volvió a aferrarse a la idea de que una operación militar internacional nace de una petición de un país u organización que establece una lista de capacidades y va pidiendo a los países que le ayuden de una u otra forma. “En la medida en que se vaya concretando si se hace una operación diferente, nosotros daremos la respuesta”, dijo.

La indefinición de los partidos había provocado en las últimas semanas que se abriera un debate sobre la conveniencia de aclarar su postura para que el ciudadano pudiera tenerla en cuenta como elemento de análisis al emitir su voto. Los acontecimientos podrían acelerarse si Francia pidiera una respuesta urgente a Madrid.