Anna es recepcionista de hotel. Empieza la Berlinale y va a tener mucho más trabajo por ello. No está muy al tanto de qué se está cociendo entre Alemania y Grecia; claro que ella vive un poco lejos de Berlín. En la capital alemana es raro que la gente no opine de política. Se dice que Berlín es “sexy pero pobre”, una ciudad rehecha tras el nazismo y el Muro -que duró nada menos que 28 años-, y repoblada por creativos de todo pelaje y personas de 187 nacionalidades, que le han dotado de una personalidad moderna, viva y poco ostentosa. En Berlín defienden con uñas y dientes el concepto “libertad”, y dan muestra de ello con sus referéndums populares, como el que frenó hace unos meses la construcción de viviendas y tiendas de lujo en uno de sus parques fetiche: Tempelhofer Freiheit (libertad).
Una ciudad en la que la propia Angela Merkel tiene un piso enfrente de la Isla de los Museos y el río Spree, y donde alguna vez ha sido fotografiada volviendo con sus bolsas de la compra. Merkel es parodiada, desde hace dos años, en el Admiral Palast de Friedrichstrasse, como si fuera la causa del Titanic. “A los berlineses les gusta jactarse de ser críticos”, indica el artista vasco Víctor Landeta, tras una larga vivencia en la capital alemana. Con todo, y aunque en Berlín haya mucho votante ecologista o de izquierdas, en Alemania se mantiene, a lo largo de los últimos años, un 70-80% de población que apoya a los mandatarios, según indican fuentes de la Embajada española. Un Ejecutivo que virtualmente es de centro, pero que muchos de los consultados consideran conservador: la CDU de Merkel, y sus socios socialistas.
En un momento “dulce” para Alemania, de “estabilidad económica y política”, según definen en la Embajada, la sombra de la Segunda Guerra Mundial ha vuelto a sobrevolar el país las últimas semanas, cuando Alexis Tsipras ha puesto de relieve una cuestión que ya se movió en las redes sociales del Estado español en 2014: ¿Por qué los alemanes no condonan la deuda a los países del Sur de Europa que a ellos les ayudaron al quedar Alemania devastada tras la segunda Gran Guerra?
Algunos alemanes, e inmigrantes que vinieron y se quedaron, omiten esa perspectiva histórica. “Es normal que aquí estén un poco cansados de estar ayudando a los países del Sur de Europa”, considera Esther, una ejecutiva catalana que se casó con un ingeniero alemán. “Muchos alemanes creen que en el Sur de Europa no se trabaja, es una creencia que ha extendido el actual gobierno”, apunta al respecto Elena, una periodista que lleva dos décadas en Berlín. “Las ayudas de la UE a Grecia están ideadas para que Grecia pague sus deudas a los bancos alemanes, franceses, etc. Porque si cayera en la bancarrota, ellos no volverían a ver su dinero. Así que la ayuda está pensada para mantener el flujo del dinero circulando, con los bancos sacando provecho de los intereses”, analiza Lorenz Kienzle, nacido en Munich pero que lleva 25 años en Berlín. “Alemania no va a perdonar la deuda a Grecia”, observa Scott, un economista de origen californiano. “Porque tiene que mantener la posición de país fuerte en Europa, y si baja la guardia con uno de los deudores, los otros países pueden quitarle terreno. Desde 2009 se viene hablando de que a Alemania le gustaría ser amable con los países con deudas, pero para mantener su posición de liderazgo necesita que todo el dinero sea devuelto”.
“Syriza y la islamofobia son trending topics” Tras llegar Syriza al poder en Grecia, la pregunta inevitable, los días de la pasada Berlinale, era: ¿Y ahora qué hará Angela Merkel, después de anunciar en enero que si Syriza llegaba al poder Grecia podía salir de la Eurozona?
Los periódicos alemanes han estado gastando tinta las últimas semanas, siguiendo los movimientos de Tsipras y de Merkel, como en un gran tablero de ajedrez. Los informativos se llenaron de banderas blancas y azules, y los corresponsales germanos se andan moviendo por Kiev, Berlín y Atenas. Y, si Ucrania y Grecia no fueran suficientes para animar la sosegada prensa alemana, tras el atentado a la revista Charlie Hebdo se ha intensificado la controversia sobre el islamismo y la islamofobia.
“Syriza es trending topic”, resumen Julia y Claudia, técnicos de VisitBerlin que están al quite sobre todo lo que se mueve en la capital alemana. Claudia cree que Merkel no habló de excluir a Grecia de la Eurozona antes del triunfo de Syriza, sino que esperaba a ver qué decidía el nuevo gobierno de Atenas. Ciertamente, mientras Tsipras está dialogando con sus homólogos de otros países, la Canciller ha pulsado el botón de stand by, según viene declarando en los medios germanos. “El objetivo de nuestra política es que Grecia sea parte indeleble de la comunidad euro. Cuando asuma sus propias políticas de ahorro. De lo contrario, voy a esperar ahora que el gobierno griego presente conceptos”, declaró en una entrevista con el Berliner Morgenpost.
Otra cuestión trending topic en Alemania, estiman Claudia y Julia, es la controversia islamofobia-islamismo. Antes del atentado en la revista parisina, ya se venían sucediendo manifestaciones anti-islamistas en algunas ciudades alemanas, mientras otros grupos trataban de compensar esa mala imagen del islam, de forma acentuada en Dresde. ¿Como el fenómeno posterior al 11-S? “Es un problema complejo y difícil de sintetizar”, expresan las expertas en Turismo. Otras personas consultadas por este diario coinciden en este análisis, y apuntan a que todos los lunes suele haber marchas al respecto. El Berliner Morgenpost abrió en domingo con la frase lapidaria de Frau Merkel: “El Islam pertenece a Alemania, pero el islamismo no”.
“Ningún país ha salido de la crisis con la austeridad” Algunos inmigrantes de origen español afirman que no soportan a Angela Merkel. En el caso de artistas vascos como María Ptqk -que ha vivido durante años en Berlín- y Ramón Quanta, desmitifican la imagen idílica de la capital alemana, llena de minijobs, trabajos a tiempo parcial mal pagados o que se dilatan en la jornada, por el mismo precio. “A casi todos nos han explotado en algún momento al llegar aquí”, cuenta Víctor Landeta. Precisamente una de las películas que ha sido premiada en la Berlinale, Victoria, plasma la realidad de una inmigrante madrileña que empieza a trabajar en un café berlinés, mientras aprende alemán, y le pagan 4 euros por hora. “Está bien que un alemán -Sebastian Schipper- muestre la realidad de lo que pasa aquí”, opina Sonia, una inspirada artista almeriense que, aunque vive en Friedrichshain, conoce de primera mano lo que es la inestabilidad laboral, y las horas intensivas, aun sabiendo alemán. Incluso Pedro, madrileño que trabaja para el Goethe Institute, corrobora: “Esto no es una panacea”.
Según algunas fuentes consultadas, habría unos tres millones de subocupados, que no figuran en las listas de empleados. Algunos empresarios se han alarmado porque se va a fijar en 8,50 euros/hora el salario mínimo, ya que muchos italianos, españoles o rumanos han hecho trabajos por 3, 4, 5 y hasta 2 euros la hora. “Hay 6 millones de minijobs en Alemania”, apunta la escritora Esther Andradi, citando datos de ver.di. Nacida en La Pampa, también vivió en Perú, pero está casada con un alemán y fue cronista del Berlín de antes, durante y después de la caída del Muro. Ahora reúne sus reportajes para prensa latinoamericana en el libro Mi Berlín. Andradi sonríe ante las reivindicaciones de Syriza, que aparecen en los periódicos alemanes: “Ningún país ha salido de la crisis con la austeridad. El dinero tiene que moverse, para que pueda ser gastado”.
“Hay cierto ‘cansancio político’” Lorenz Kienzle es un reconocido fotógrafo en Berlín. Equilibrado en sus opiniones, Lorenz rebate a quienes comentan que a Merkel “le gusta mucho el poder”: “Es una mujer con solo hombres de oponentes. No hay nada malo en querer el poder: es la única forma de mantenerse en esa posición”. Señala que en su entorno hay cierto cansancio porque “Merkel deja los debates diarios sobre política y soluciones a los otros políticos, y sale con su opinión cuando la discusión está casi terminada. Eso y la gran coalición de socialdemócratas y el partido conservador ha dado lugar a una especie de Politikmüdigkeit (estar cansado de la política)”.
Los propios alemanes distinguen el estilo berlinés del de otras ciudades. Es difícil, por ejemplo, usar el inglés en Leipzig o Munich. Zonas donde el sentimiento nacional es mucho mayor que en una metrópoli tan multirracial como Berlín. En cambio, Mohammed contrasta esta visión. Camarero nacido en Túnez, piensa que si pasas dos semanas “como turista” en Berlín puedes hacerte entender en inglés, pero que de permanecer has de hablar en alemán para ser aceptado. Así que, en su opinión, la multiculturalidad existe, pero sería un término relativo. En cuanto a la posición de Merkel ante Grecia, él no confía en ella, y lo escenifica abriendo y cerrando su mano: “Bla, bla, bla, bla”.