madrid - Iba a ser una sesión sin demasiados sobresaltos, rutinaria, en la que se abordarían los contenidos del último Consejo Europeo. Sin embargo, el Pleno celebrado ayer en el Congreso de los diputados se convirtió en una bronca sesión sobre los casos de corrupción que salpican al PP. El presidente español, Mariano Rajoy, trató de zafarse de las críticas poniendo en valor que una jornada antes había pedido perdón a los ciudadanos por haber confiado en personas que no lo merecían, y quiso presentarse desde una posición de fuerza ante el PSOE, pidiendo a Pedro Sánchez que haga lo propio y tome medidas por el caso de los ERE de Andalucía. Cada parte terminó utilizando como arma arrojadiza los presuntos casos de corrupción que afectan al adversario, y en algunos casos minimizó sus propios problemas llegando a matizar en qué fase se encuentra la investigación y distinguiendo entre imputados y meros sospechosos. Más allá de pedir perdón, no hubo nuevas medidas de Rajoy, no asumió responsabilidades políticas -IU pidió su dimisión-, tampoco lo hizo Sánchez, y no se avanzó en propuestas contra la corrupción. En otros ámbitos ya avanzaban que el PP vetará hoy la posibilidad de celebrar un Pleno monográfico sobre la corrupción. La sesión desembocó en un cruce de declaraciones que muchos consideraron poco edificante y en el que vieron tintes electoralistas.

“¿Le ha dicho usted a los expresidentes del PSOE [por Manuel Chaves y José Antonio Griñán, investigados por los ERE] que se vayan? ¿No le deja Susana Díaz que tome medidas?”, lanzó Rajoy a Sánchez. “Chaves y Griñán no están ni siquiera imputados, y usted mandaba mensajitos a Luis Bárcenas cuando estaba entrando en prisión”, contraatacó el socialista.

Hasta la fecha, a nivel interno, el PP había confiado en que las acusaciones se diluyeran con el paso del tiempo. Por un lado, esperaba que cundiera la impresión de que la mayoría de los casos se remitían a la época de José María Aznar, como por ejemplo el caso Gürtel, en el que presuntamente la trama corrupta pagó parte de la boda de la hija del expresidente español con Alejandro Agag. Por otro lado, y en cuanto a la supuesta contabilidad opaca del extesorero Luis Bárcenas, que reflejaba donaciones irregulares de empresas y pagos en dinero negro a cargos del partido, la estrategia se centró en asegurar que sus papeles eran falsos “salvo algunas cosas” y que el contable actuaba prácticamente por su cuenta, escapando del control de los responsables políticos del partido. Pero en las últimas jornadas se han ido acumulando las malas noticias para el PP. El exministro Ángel Acebes ha sido imputado por haber autorizado presuntamente la compra de acciones de Libertad Digital con dinero B, lo que pondría al descubierto que el partido sí tenía constancia de una contabilidad paralela. Poco antes, el exministro Rodrigo Rato había sido señalado por permitir supuestamente el uso de las tarjetas opacas de Caja Madrid para pagar gastos personales. Rajoy se mantuvo firme en su propósito de dejar fluir los acontecimientos, e incluso aseguró que “unas pocas cosas” no representan a todo el Estado.

Pero esta semana se ha visto forzado a cambiar de estrategia, al estallar la Operación Púnica de cobro de comisiones ilegales, que salpica a varios alcaldes del PP -también hay un alcalde y un exalcalde del PSOE- y al ex número dos de Esperanza Aguirre, Francisco Granados. Suspendió de militancia a los señalados, y pidió perdón. Desde otros ámbitos le pedían que dimitiera, que asumiera en propias carnes las responsabilidades políticas porque la sombra de la sospecha sobre su partido sería demasiado alargada. Ayer se refugió en el y tú más, reprochando al PSOE sus presuntos casos de corrupción, como la trama de los ERE. En ella están siendo investigados Chaves y Griñán por haber hecho supuestamente oídos sordos cuando recibieron alertas de la Intervención General ante el sospechoso aumento de la partida presupuestaria que estaría destinada a pagar esos ERE, donde al parecer fueron introducidos como intrusos familiares o militantes socialistas. Algunas voces del socialismo llegaron a cargar contra la jueza Alaya deslizando que no era rigurosa en sus decisiones, e interpretando que hacía coincidir sus autos con momentos clave para el PSOE.

Sin embargo, Sánchez trató de trasladar ayer que su partido es contundente. “Yo no voy a caer en el y tú más. Yo digo y yo más. Yo más contundente, yo más implacable, y yo más ejemplar cuando existan casos de corrupción en el Partido Socialista”, dijo. Y cargó: “Usted pidió perdón por los nombramientos que había hecho en el pasado. Y me pregunto: ¿a qué nombramientos se refiere? Si se refiere a la señora Mato, que sigue siendo miembro del Consejo de Ministros [en alusión a los presuntos obsequios de la trama Gürtel a su familia], o si se refiere a la señora Cospedal, al señor Acebes o al señor Bárcenas. Todos son nombramientos suyos”.

Rajoy, por su parte, le reprochó que no ofreciera explicaciones sobre el alcalde de Parla implicado en la operación Púnica, ni sobre los ERE. “No ha respondido a ninguna de las preguntas que le hice”, lamentó. “¿Por qué no explica lo de los ERE? Es que son dos expresidentes de su partido y están con el tema de los ERE en el Supremo...”, abundó, para preguntar después a Sánchez si va a pedir perdón por ese caso. El socialista, por su parte, le pidió que compareciera la próxima semana en un monográfico sobre corrupción. La Junta de Portavoces estudiará la petición hoy mismo. Aunque toda la oposición respalda la propuesta, caerá en saco roto por la mayoría absoluta del PP. Los populares proponen abordar ese debate cuando se discutan las medidas anticorrupción, un paquete que parecen dispuestos a aprobar en solitario pese al distanciamiento del PSOE, que en las actuales circunstancias no quiere sacarse la foto con Rajoy.

La oposición coincidió en pedir ayer al presidente español que vaya más allá de presentar sus disculpas, y que apruebe medidas para evitar que se repitan casos similares. El portavoz socialista Antonio Hernando abundó en el discurso de Sánchez para recordar que el PP “borró los discos duros de los ordenadores de Bárcenas”, y la nota de color la puso Izquierda Plural. Su líder, Cayo Lara, pidió a Rajoy que emule al presidente de la I República, Estanislao Figueras, y que diga “estoy hasta los cojones de todos nosotros”. Le pidió que dimita y disuelva las Cortes porque “la gente está hasta los mismísimos”. Además, se sintió amenazado por el presidente español, quien le espetó “ándese con cuidado”, cansado de que Lara tratara de trasladar la impresión de que es el único que hace las cosas bien. Lara le preguntó si le estaba amenazando o si disponía de información privilegiada sobre algún asunto relacionado con la corrupción que le pudiera afectar.

El portavoz del PNV, Aitor Esteban, reclamó explicaciones: “Más que pedir perdón, debe una explicación sincera a las Cortes. El tan cacareado cumplimiento de la ley se convierte, por parte del Gobierno, en el refrán Consejos vendo, y para mí no tengo”.

pp vasco Desde el PP de la CAV, la secretaria general Nerea Llanos apostó por echar del partido a “toda esa minoría”, y pidió a Rajoy que apruebe medidas para combatir la corrupción, aunque sea en solitario. “Es repugnante que, cuando se ha compartido filas con Miguel Ángel Blanco, que se jugaba la vida por nada, hubiese gente que se lucraba con la política”, censuró.