vitoria - Los periodos electorales no suelen ser propicios para los grandes acuerdos. Las formaciones se centran en la campaña, duplican sus esfuerzos para trasladar sus logros y proyectos al votante, y buscan distanciarse de sus rivales marcando un perfil propio. No es tiempo de grandes avances, sobre todo en cuestiones espinosas como la paz, en las que cualquier paso arriesgado podría erosionar los apoyos electorales de determinados partidos. En ese contexto, según ha podido saber este diario, Mariano Rajoy no ha respondido aún al mensaje que le remitió el lehendakari en abril para reiterarle su oferta de trabajar conjuntamente en materia de paz y convivencia. Las dificultades vienen de lejos, ya que el presidente español nunca ha terminado de coger el guante de Urkullu para propiciar un desarme ordenado o flexibilizar la política penitenciaria, dos cuestiones que podrían enervar a determinadas asociaciones de víctimas y a los sectores más duros del PP, pero ahora y en el próximo año y medio Rajoy podría tenerlo más complicado porque no dejará de atravesar periodos electorales: ahora puede limitarle la campaña de las europeas, después lo harán las municipales y autonómicas de 2015 -en la CAV serán en 2016- y, por último, las generales.

No obstante, desde algunos ámbitos se señala que puede haber margen para trabajar desde la discreción, y ven un indicio en que Rajoy no hiciera sangre, como sí hicieron otros líderes del PP, después de que Urkullu acudiera a Madrid para respaldar a los verificadores del desarme en su citación judicial. Pero no es la única vía abierta. Urkullu y Rajoy también apostaron por sumar al líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, al liderazgo en la gestión del fin de ETA, pero esa vía se presenta muy condicionada por las europeas, aunque las coincidencias entre el socialista y el lehendakari puedan ser mayores que con el PP.

Aunque durante abril Urkullu mandó su mensaje solo a Rajoy, también espera desde hace meses una señal de Rubalcaba para comprobar si existe margen o no para ese liderazgo compartido. Desde que el lehendakari y Rajoy compartieran el 4 de febrero en La Moncloa la apuesta por sumar al PSOE a un eventual acuerdo, Rubalcaba no ha contactado con el jefe de Lakua y "no ha habido ningún movimiento", según ha podido saber este periódico. Ferraz tampoco se ha pronunciado públicamente al respecto, aunque sí ha apostado por una política inteligente en materia de paz y ha mostrado su sintonía con el PNV en cuestiones básicas. Solo se conoce, extraoficialmente, que el planteamiento del liderazgo compartido no desagrada a Rubalcaba y que, muy poco antes de que cuajara esa propuesta en la reunión en Moncloa, tan solo cuatro días antes, el lehendakari había departido con el propio líder del PSOE y con Patxi López en Bilbao para acercar posturas sobre pacificación.

Por tanto, podría haber motivos para pensar que hay mimbres para el diálogo -aunque, a buen seguro, las diferencias aflorarían al bajar a la letra pequeña de las propuestas sobre paz-, pero no parece probable que el PSOE vaya a dar un paso en plena campaña de las europeas, y no solo porque pueda utilizarse en su contra para restarle apoyos, sino porque Rubalcaba está poniendo todos sus sentidos en la preparación de las elecciones, en las que podría estar en juego su propio futuro como líder del PSOE, y no parece el momento más indicado para que se embarque en una empresa tan complicada como la gestión de la paz. Tampoco cabe pensar que, en pleno rifirrafe electoral, PP y PSOE vayan a acercar posturas sobre pacificación, haciendo de ese debate un oasis de acuerdo en mitad de la campaña. Por el momento no ha habido ningún gesto del socialismo sobre ese liderazgo compartido.

Desde que el Partido Socialista apostara por abrir un proceso de primarias para que sean los simpatizantes socialistas y no solo los militantes con carné quienes elijan a su candidato a La Moncloa, nadie ha descartado que Rubalcaba pueda volver a presentarse, a pesar de que no remonte en las encuestas por sencillo que pudiera parecer dada la contestación social ante los recortes de Rajoy o el caso Bárcenas.

Desde algunos ámbitos se ha señalado que su decisión final dependerá del resultado de las elecciones europeas: si supera al PP o, al menos, logra recortar distancias de manera palpable, podría volver a presentarse; si pierde por un abismo de votos, no concurriría a las primarias e, incluso, dependiendo de la magnitud de la derrota, podría convocar un Congreso Extraordinario para dejar la Secretaría General del partido y decir adiós.

Que haya apostado por colocar a su número dos, Elena Valenciano, como candidata a las europeas, acreditaría que el PSOE ha puesto toda la carne en el asador aunque, según la versión oficial, el socialismo concede relevancia a las europeas simplemente para propiciar un viraje en las políticas de austeridad, y para ir remontando en las encuestas y acudir a las generales con una inyección de ánimo, con el electorado movilizado y en posición de fuerza.

incógnitas En ese contexto, parece asumido que el socialista no quiere desviar su atención hacia otras cuestiones en una campaña tan relevante para su futuro, y menos si son tan complejas como un pacto sobre paz. Cualquier posible movimiento se pospondría hasta conocer los resultados de las europeas, aunque también en ese caso la interlocución podría acabar en vía muerta si Rubalcaba lo deja o si, aun quedándose en el PSOE, su liderazgo acabara muy tocado y extendiera cierta sensación de provisionalidad. Las próximas semanas están plagadas de incógnitas, y en ese contexto no habría demasiado margen para que cuajara un liderazgo compartido.

Lo más probable es que primero deban pasar las elecciones europeas, ver qué decisiones toma Alfredo Pérez Rubalcaba, y comprobar a partir de ahí si hay margen para el diálogo con Rajoy y el lehendakari. La encuesta del CIS sobre las próximas elecciones generales, hecha pública anteayer, refleja cómo el PP sigue aventajando en 5,7 puntos al socialismo, y se prevé que hoy mismo el Centro de Investigaciones Sociológicas publique el sondeo centrado expresamente en los comicios europeos.