HOY se cumplen 40 años del atentado que acabó con la vida de Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno español [en realidad presidente del Consejo de Ministros] y mano derecha de un régimen franquista en el que su principal piloto, Francisco Franco, era ya un anciano en plena decrepitud cuya muerte no podía estar lejana -murió dos años después-, aunque en una última muestra de la mano férrea con la que dirigió 40 años de dictadura apenas dos meses antes de su óbito firmó sus últimas sentencias de muerte.

Cuatro décadas después de aquel atentado son muchos quienes, si bien no ponen en duda la autoría de ETA en aquellos hechos, consideran que la organización armada no tenía capacidad suficiente para llevar a cabo aquel magnicidio y se aferran a las teorías conspirativas en las que o bien la CIA, sectores del régimen e incluso la propia esposa de Franco, Carmen Polo, podrían haber estado involucrados. Estos adictos a las teorías conspirativas no llegan a creer que un grupo de jóvenes, todos ellos en la veintena, fueran capaces de organizar un atentado que, según todos los analistas políticos, fue la puntilla para el franquismo, un régimen que sin Franco y su delfín Carrero Blanco, tenía muy pocas posibilidades de perpetuarse.

Aunque nunca se sabrá a ciencia cierta quiénes fueron los miembros del comando Txikia, autor del atentado, 40 años después hay una serie de nombres que han pasado a la historia como los principales protagonistas de aquella acción. Se trata de José Miguel Beñaran Ordeñana Argala, Iñaki Mujika Ezkerra, Iñaki Pérez Beotegi Wilson, Jesús María Zugarramurdi Kiskur y Javier Larreategi Atxulo. Todo comenzó un año antes del atentado, en septiembre de 1972, cuando Argala se entrevistó en el hotel Mindanao de Madrid "con un hombre vestido con una gabardina" que le pasó una detallada información sobre las costumbres de Luis Carrero Blanco. Nunca se ha sabido quién fue ese hombre y Argala fue asesinado por un grupo de militares españoles el 21 de diciembre de 1978, cinco años después del atentado. Aunque entonces Carrero Blanco no era presidente del Gobierno -fue nombrado en junio de 1973- se trataba del eje clave del régimen. Como buen militar, era un hombre aferrado a las costumbres. Carrero Blanco solía ir a misa todos los días a la iglesia de San Francisco de Borja, posteriormente iba a su domicilio a desayunar y después se dirigía a su trabajo. Durante meses, los miembros del comando de ETA, apoyados por la infraestructura que tenía la organización en Madrid, vigilaron todos los movimientos de Carrero Blanco. Como anécdota cabe destacar que en el libro Operación Ogro, publicado en el Estado francés apenas un año después del atentado por Eva Forest con el seudónimo Julen Agirre, uno de los miembros de ETA señalaba que en varias ocasiones había ido a comulgar justo después de Carrero en la fila.

La idea de ETA era secuestrar a Carrero y canjearlo los presos de ETA. Aunque no mucho, lo cierto es que tras su nombramiento como presidente del Gobierno, las medidas de seguridad se incrementaron y lo que en un principio iba a ser un secuestro acabó convirtiéndose en un atentado.

A una azotea Aquel 20 de diciembre de 1973 Madrid era un hervidero. Un día antes había abandonado la capital de España Henry Kissinger, jefe de la diplomacia estadounidense, y daba comienzo el denominado Proceso 1001 contra dirigentes de CCOO, entre los que se encontraban Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius y el cura Paco García Salve.

Los miembros de ETA habían alquilado un semisótano en el número 104 de la calle Claudio Coello y habían excavado un túnel hasta el centro de la calzada donde colocaron 100 kilogramos de explosivos.

Tras salir de la misa, Carrero se dirigía a su casa cuando al pasar por Claudio Coello los miembros de ETA activaron el explosivo. En un principio, y tal como se recoge en las grabaciones policiales, se pensó que era una explosión de gas. El coche del presidente del Gobierno español no aparecía por ningún lado hasta que se descubrió que había volado por los aires y había caído en la azotea de un edificio colindante a la iglesia de San Francisco de Borja. Carrero murió en el atentado al igual que su escolta, José Antonio Bueno Fernández, y el conductor José Luis Pérez Mogena.

Apenas ocho días después, ETA ofrecía una rueda de prensa clandestina en París en la que se atribuía el atentado y señalaba que, entre otras cosas, pretendían agudizar las contradicciones existentes en el seno del régimen franquista.

Como se ha señalado, pese a esta reivindicación de ETA, fueron muchos los que entonces, y también ahora, pusieron en duda la real autoría de los hechos. Que el atentado se produjera cerca de la embajada de EEUU, fuertemente vigilada, que Franco señalara en el funeral de Carrero "no hay mal que por bien no venga" o que el sustituto al frente del Ejecutivo español fuera Carlos Arias Navarro, el preferido por Carmen Polo, han posibilitado la circulación de muchas teorías sobre quién estaba realmente detrás de lo sucedido el 20 de diciembre de 1973 en la calle Claudio Coello.

Luis Carrero Blanco. Foto: dna

El protagonista

l Lugar y fecha de nacimiento. Luis Carrero Blanco nació el 4 de marzo de 1904 en la localidad cántabra de Santoña.

l Trayectoria. De familia de militares, ingresó en la Escuela Naval de San Fernando en 1918. Tomó parte en la Guerra del Rif entre 1924 y 1926.

l Guerra Civil. Tras la sublevación fascista, se refugió en las embajadas de México y Francia para evitar ser detenido por las fuerzas leales a la República hasta que en 1937 logró pasar a la zona franquista. En agosto de 1939 fue nombrado jefe de operaciones del Estado Mayor de la Armada.

l En el franquismo. Hombre de la máxima confianza de Franco, fue nombrado subsecretario en 1941, ministro de la Presidencia en 1951 y vicepresidente en 1967. El 9 de junio de 1973 Franco le nombró presidente del Consejo de Ministros.

Los miembros de ETA estuvieron un año en Madrid y su primera idea era secuestralo

La teoría conspirativa

va desde el papel jugado por EEUU a ciertos sectores del régimen