DURANTE décadas ratas, ratones, conejos o cobayas fueron los clientes VIP de cientos de cosméticos producidos por la potente industria europea que mueve al año, según cifras de la Comisión Europea, más de 70.000 millones de euros. Clientes preferentes en los que probar sin queja del afectado ingredientes y productos de primera necesidad como jabones, champús, pasta de dientes o desodorantes, sin olvidarse de cremas y perfumes. Todo ello en aras de garantizar la seguridad del consumidor europeo. Así fue hasta septiembre de 2004 -casi diez años después de que se aprobara la legislación- cuando la experimentación en estos pequeños animales fue prohibida para los cosméticos. En 2009 se amplió a los ingredientes de estos productos probados en animales y desde ayer la prohibición es total, también para las pruebas más complejas para la salud y que permitían la comercialización en Europa si los test se habían realizado fuera de la Unión Europea.
Es decir, a partir de ahora todos los nuevos productos cosméticos -la prohibición no afecta a los que ya están a la venta y en los que sí se utilizaron animales en el pasado- que se vendan en el viejo continente, independientemente de cuál sea su origen, no podrán ser resultado de experimentación animal. La Comisión Europea admite que garantizar la seguridad de los productos es "crucial", porque de media cada consumidor utiliza al menos siete cosméticos diferentes al día, pero insiste en que muchos ciudadanos tienen "la firme convicción" de que no hay justificación para los ensayos en animales.
Nueve mil animales Según las cifras que maneja la Comisión, en 2004 se utilizaron en la Unión Europea 8.988 animales para experimentación en el sector de los cosméticos. Esa cifra se redujo hasta los 1.510 en 2008 y hasta los 344 en 2009. Desde entonces este tipo de ensayos están prohibidos dentro del territorio comunitario pero no fuera. De hecho, según estiman, cada año se utilizan entre 15.000 y 27.000 animales fuera de las fronteras del club en pruebas de productos cosméticos. "Es un mensaje claro sobre la importancia que atribuye Europa al bienestar de los animales. La Comisión se ha comprometido a seguir apoyando el desarrollo de métodos alternativos y a trabajar con otros países para que adopten el enfoque europeo", explicaba ayer el comisario de salud y consumo, Tonio Borg. Desde su equipo reconocen que no existen todavía métodos alternativos capaces de sustituir a todos los ensayos en animales pero aseguran que seguirán apostando por invertir -238 millones entre 2007 y 2011- porque se trata de un sector muy innovador en el que el 25% de los productos cambian de año en año.
Para Cosmetics Europe, el representante de más de 4.000 empresas que emplean a unos 184.000 trabajadores directores, la decisión "ignora la realidad" porque no tiene en cuenta que la ciencia no está preparada para responder a todas las preguntas relativas a la seguridad y supone un "freno a la innovación" al tiempo que mejorará poco la seguridad animal global. Mientras tanto, para organizaciones de defensa de los animales como Humane Society International la entrada en vigor supone la culminación de un proceso que sitúa a la UE a la vanguardia. "Probar cosméticos en conejos o cobayas es la cara más fea de la industria de la belleza. Los ciudadanos europeos han dejado claro que no quieren una máscara o un champú probado en masivas dosis sobre ratones", advirtió ayer el director de campaña de la organización, Troy Seidle.
Una victoria que, sin embargo, no es total ya que la mayoría de los ingredientes que se utilizan en la industria de la belleza también pueden encontrarse en productos de otros sectores como el farmacéutico, la alimentación, detergentes o pinturas en los que no se aplica la misma prohibición lo que significa que determinados componentes sí podrían utilizarse en cosméticos aunque hubiesen sido probados en animales.