VITORIA. Un rebaño de gente hizo realidad ayer en Araia eso de donde va una oveja, van todas, dada las más de 7.000 personas que se estima que se acercaron ayer a esta localidad alavesa atraídos por la tradicional feria del Artzain Eguna, que cuenta con la colaboración de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA. Una multitud que se dejó sentir, sobre todo, en la calle Andra Mari, donde no cabía ni un alma por la treintena de puestos de productos artesanales, entre los que no podía faltar los 27 participantes en el VIII Concurso de Queso Idiazabal, cuya txapela este año fue a parar a Eli Gorrotzategi, de La Leze, en Ilarduia, la que fue subcampeona de la pasada edición.

Uno de los queseros que durante toda la mañana cruzó los dedos para que su nombre sonase entre los tres triunfadores del certamen era el joven Pablo Urrizelki, de Legorreta (Gipuzkoa). Aunque al final la suerte no llamó a su puerta. "Es el primer año que vengo a la feria. Cuando son ferias los vendo por 18 euros el kilo, y cuando no, a 15.50 ó 16 porque mis Idiazabal son de la Cooperativa Artzai Gazta, que son los hechos con leche de oveja latza", explicaba este chico, quien una hora después de abrir su stand apenas había percibido movimiento con sus ventas.

Además de los clásicos tenderetes de pulseras, miel y repostería o los solidarios, como los de la campaña Mójate por la esclerosis múltiple, también había otros curiosos como las reproducciones en piedra de los bisontes de las pinturas de Ekain y Atxerri, de Nacho Kareaga. No menos sorprendente era el taller de encaje de bolillos, a cargo de seis mujeres llegadas de Alsasua. "No es difícil aprender la técnica. Yo lo aprendí en dos cursos, porque voy dos días por semana de 17.00 a 19.00 horas a un grupo en el que estamos 27 personas", decía una de ellas, Loli Rato, mientras se afanaba en un mantel.

El gentío que tenía la suerte de atravesar todo esta riada humana tenía de recompensa un trozo de queso, con pan, acompañado de un vaso de sidra o vino. Aunque, eso sí, la cola era inevitable porque este suculento almuerzo era gratis. Aún así a José Laguna y su esposa Marí Carmen, se le pasó rápido la fila "porque habremos estado unos cuatro minutos esperando", detallaba este hombre, quien de postre se llevó a su casa de Albéniz un pastel vasco que había adquirido pocos minutos antes.

Otra de las que no salió de allí con las manos vacías era María Ángeles Urtiaga. En concreto, con un jabón natural y una matriuska o muñeca rusa. Pese a la felicidad con la que esta vecina de Araia recordaba sus compras, una kalejira contra la incineradora de Olazti (Navarra), que partió a las 12.00 horas desde la plaza del pueblo con un centenar de asistentes, la dejó el semblante más serio. "Es un riesgo para la salud de todos los habitantes de Araia porque donde la quieren poner está sólo a unos 8 kilómetros del pueblo", denuncia.