El 30 de enero de 1972, en el Domingo Sangriento (Bloddy Sunday, en inglés), soldados británicos del Regimiento de Paracaidistas dispararon sin previo aviso contra una manifestación en favor de los derechos civiles en el barrio católico de Bogside, en la ciudad norirlandesa de Derry (Londonderry, para los protestantes) causando la muerte a 14 civiles. Aquello acabó con 51 años de autogobierno en Irlanda del Norte y desencadenó un conflicto entre católicos y protestantes que, a lo largo de tres décadas, causó más de 3.200 muertos, la mayor parte civiles, y unos 37.000 heridos en ambos bandos.
Han tenido que pasar 38 años desde aquellos hechos para que el Gobierno británico reconozca oficialmente que nunca debieron ocurrir, que sus soldados jamás debieron disparar contra una manifestación pacífica y que las excusas que pusieron los políticos para esconder sus culpas, como que los muertos iban armados, no eran sino patrañas. Pero finalmente Londres lo ha reconocido, aunque para ello expertos juristas británicos hayan debido invertir 12 años y 195 millones de libras (234 millones de euros) en un informe, el más caro y complejo en la historia legal de aquel país, que ayer vio la luz.
Ante la contundencia de sus conclusiones, que eximen de cualquier culpa a los muertos, el primer ministro británico, David Cameron, no pudo sino reconocer que "lo que ocurrió nunca debería haber ocurrido. El Gobierno es el responsable último de la conducta de las Fuerzas Armadas y por eso, en nombre del Gobierno, de hecho en nombre de nuestro país, lo lamento profundamente". Ante el Parlamento Británico (Cámara de los Comunes) Cameron sentenció: "Lo ocurrido fue injustificado e injustificable". En las tribunas de la Cámara, familiares de las 14 víctimas asistían a la escena. En Derry, centenares de personas, foto en mano, volvían a reunirse en torno al monolito que recuerda a los fallecidos, declarados ya oficialmente "inocentes".
La oportunidad
Hacia Viernes Santo
El informe que ayer vio la luz echó a andar el 29 de enero de 1998 cuando el premier laborista Tony Blair encargó la formación de una comisión de investigación en respuesta a las continuas peticiones de la comunidad nacionalista norirlandesa. Fue un gesto que anticipaba lo que llegó cuatro meses después, el 10 de abril, con los Acuerdos de Viernes Santo que abrieron el camino hacia la paz en Irlanda.
Aquel día, Blair subrayó que los muertos en el Domingo Sangriento debían ser considerados "inocentes" de las acusaciones de tenencia de armas y explosivos que se les imputaron en la primera investigación hecha en 1972 por el juez Lord Widgery, a petición del entonces primer ministro, Edward Heath. Aquel informe se basaba, sin contrastarlas con otros testimonios, en las declaraciones de varios soldados que dijeron que algunas de las víctimas habían efectuado disparos y portaban bombas de mano. Widgery, al dar como verdaderos estos testimonios, cerró la posibilidad de iniciar otras investigaciones.
Sin embargo, los familiares de las víctimas nunca aceptaron el informe e insistieron en que el Gobierno británico pidiera disculpas públicas por la matanza.
La duda ¿Habrá condenas?
La comisión encargada por Blair estaba encabezada por el juez Lord Mark Saville y comenzó sus trabajos el 20 de julio de 1998 tras recibir más de 30.000 páginas de documentación. Un tribunal londinense admitió el 28 de julio de 1999 que diecisiete soldados británicos podían mantener el anonimato cuando prestasen declaración ante la comisión y así se pudo subsanar uno de los inconvenientes detectados en este proceso: la desaparición y destrucción de casi todas las armas usadas por los soldados británicos ese 30 de enero de 1972.
Ocho años tardó el juez Saville en cerrar la nueva instrucción ( diciembre de 2006) y casi cuatro en emitir su informe de 5.000 páginas. Ayer le tocó a Cameron capearlo, pero hay una pregunta aún en el aire: ¿habrá condenas por aquella matanza?
No puedo creer las noticias de hoy.
No puedo cerrar los ojos y hacer que desaparezcan.
¿Cuánto tiempo, cuánto tiempo tendremos que cantar esta canción?
¿Cuánto tiempo?
Esta noche podemos ser uno.
Botellas rotas bajo los pies de los niños.
Una calle sin salida sembrada de cuerpos.
Pero no haré caso de la llamada a la batalla.
Me pone de espaldas, de espaldas
contra la pared.
Domingo, sangriento domingo.
Domingo, sangriento domingo.
Y la batalla no ha hecho más que comenzar.
Hay muchas pérdidas, pero ¿puede alguien
decirme quién ha ganado?
Las trincheras cavadas en nuestros corazones,
y los hijos de las madres, los hermanos, las
hermanas separados.
Domingo, sangriento domingo.
Domingo, sangriento domingo.
¿Cuánto tiempo,
cuánto tiempo tendremos que cantar esta canción?
¿Cuánto tiempo? Esta noche podemos ser uno.
Esta noche, esta noche.
Domingo, sangriento domingo.
Domingo, sangriento domingo.
Seca las lágrimas de tus ojos,
limpiaté las lágrimas,
seca tus ojos inyectados en sangre.
Domingo, sangriento domingo.
Domingo, sangriento domingo.
Y es verdad que estamos inmunizados,
cuando los hechos son ficción y la TV es la realidad,
y hoy los millones lloran.
Comemos y bebemos, mientras mañana mueren.
La verdadera batalla acaba de comenzar,
para reclamar la victoria que Jesús ganó.
En un domingo, sangriento domingo.
Domingo, sangriento domingo