El avance en el modelo de atención en los centros sociosanitarios promueve un cambio de enfoque en el que el cuidado no se centra exclusivamente en los problemas de salud y/o dependencia de la persona, sino en la individualidad y los recursos personales que aún mantiene la persona atendida, y que, por tanto, es necesario respetar, mantener y fortalecer.

Esencialmente, estas personas evolucionan de ser receptoras de actividades ofrecidas desde el ámbito comunitario en los centros (posición pasiva) a una fuerza impulsora de cambios y demandante de mejoras en la comunidad de la que participan (posición proactiva).

El ingreso en una residencia puede ser un momento de cambio para la vida de las personas, existiendo un riesgo de que perciban un aislamiento y desconexión de su proyecto de vida por la potencial pérdida de pertenencia a su comunidad, además de la modificación de la manera de relacionarse con sus familiares y allegados, por la disminución de las horas de convivencia.

Beneficios

La participación en actividades sociocomunitarias favorece el sentimiento de pertenencia a una comunidad, potencia la percepción de reconocimiento social como miembro activo de la misma y es una oportunidad para la generación de nuevas relaciones significativas con otras personas usuarias u otros participantes. Con la participación en actividades sociocomunitarias, las personas mayores se sienten más integradas y menos aisladas, generando un claro beneficio físico, social y, sobre todo, emocional.

Es importante que los adultos mayores institucionalizados tengan la oportunidad de elegir las actividades en las que desean participar. Debemos contar siempre con las preferencias que manifiestan antes de su diseño. Conocer la historia de vida de las personas usuarias puede ser útil para encontrar aquellas iniciativas que susciten un mayor interés y satisfacción. Esto les brinda un sentido de control y autonomía decisoria, lo que es especialmente importante para aquellas personas que pueden percibir una vulnerabilidad de sus derechos, asociada a la institucionalización.

Ejemplos

Desde los centros IMQ Igurco, amparados en convenios de colaboración con asociaciones culturales y organizaciones del tercer sector, se fomenta la participación activa de las personas usuarias en iniciativas respetuosas con la diversidad cultural de los barrios. Se pueden constatar varios ejemplos en los programas que están actualmente en marcha con Sortarazi o Lantegi-Batuak, así como la presencia en días festivos (Arroces del Mundo, Rastro Bilbao La Vieja, Karmengo Jaiak…) y los programas intergeneracionales que llevan desarrollándose desde hace años con diferentes instituciones educativas (El Carmelo Ikastetxea, Lauaxeta Ikastola, San Fidel Ikastetxea, Fundación Harrobia, Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco, etcétera). En estas actividades, las personas mayores ofrecen su experiencia y conocimiento, compartiendo historias y lecciones de vida valiosas con las generaciones más jóvenes, desmontando posibles estereotipos o prejuicios asociados a la edad.

En el día a día, además, realizamos actividades significativas tales como la participación en talleres de informática y clubes de lectura fácil, la asistencia a eventos culturales (teatro), el cuidado del huerto urbano, cocinar o, simplemente, salir a dar un paseo por el barrio y conocer a sus vecinos, buscando mantener un sentido de vida, restableciendo el valor de disfrutar de un proyecto vital y mejorando la propia percepción de calidad de vida.

Las personas mayores tienen mucho que dar. La longevidad es una oportunidad para continuar aportando valor a la sociedad, también, si se vive en un centro sociosanitario.