Este jueves, asistí a la última jornada de la VIII Conferencia Global de la Agricultura Familiar organizada por el Foro Rural Mundial en Vitoria-Gasteiz donde se contó con la participación del ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, y de la máxima autoridad del país, el lehendakari Iñigo Urkullu. Ambos dejaron bien patente su apuesta por la agricultura familiar como la mejor garantía para poder contar con un sistema alimentario sostenible.

Ambos entraron al evento entre los tractores de los productores que protestaban a las puertas de la Conferencia y siendo conscientes de lo revuelto que está el patio. Ambos dos, dedicaron, cómo no, palabras de aliento para los agricultores familiares y así, mientras Urkullu afirmó que no escatimaría en recursos para apoyar la agricultura familiar del país, el ministro Planas acabó su discurso con una aseveración que alegra el oído de los productores, reconociendo que no habrá sostenibilidad sin rentabilidad.

Ahora bien, el que mejor estuvo de todos ellos fue Martin Uriarte, presidente del Foro Rural Mundial que, entre generalidad y generalidad, coló gran parte de las reivindicaciones que, en la jornada de inicio de la Conferencia, los responsables de la Confederación EHNE y de ENBA le entregaron en mano. Cuestiones como la profundización en la Ley de cadena alimentaria, la eliminación de la BCAM 10 que trata sobre estiércoles y purines, la salida del lobo del listado LESPRE, etc. etc. fueron recogidas por el presidente Uriarte y escuchadas por quien es el competente en ambas materias, el ministro Planas.

Participo en el Foro Rural Mundial desde hace bastantes años y creo que es de reconocer públicamente la labor que realiza una organización tan diminuta en cuanto a personal y financiación pero que, con su acertado mensaje y su trabajo tan bien encaminado es capaz de superar todas las trabas que se va encontrando en el camino y es capaz de extender sus ramas por todo el mundo y concitar el respaldo de 51 entidades de diferentes continentes que representan a unos 35 millones de agricultores.

Es como la leyenda de David contra Goliat, una modesta organización que representa y defiende a los pequeños y medianos agricultores que integran la agricultura familiar mundial frente a poderosas organizaciones empresariales del mundo agroalimentario que representan y defienden a las grandes corporaciones agroindustriales, donde manda el capital, en muchos casos, de fondos de inversión ajenos al sector primario, y donde el trabajo es, en muchos casos, desarrollado por empleados al menor coste posible. Muchas de las veces, para más inri, producción agraria orientada en exclusiva a la exportación de mercados exteriores mientras los empleados, subsisten, en la miseria.

Asistir y participar en eventos del Foro no te soluciona nada en el día a día. Uno no sale de la Conferencia con un mejor precio para sus productos ni con un mejor tratamiento burocrático de los gobiernos hacia sus administrados, no. Asistir, participar y, sobre todo, escuchar, te hace abrir la mente tras conocer otras realidades, diferentes, sí, pero tan agrarias como las nuestras y te sirve, al menos a mi sí, como un magnífico rearme teórico del discurso que toda persona o entidad debe trabajar si quiere ser tenido en cuenta en la ardua tarea de defensa del sector primario.

He estimado conveniente recurrir a la leyenda de David contra Goliat en la pelea que pudiera existir en el campo de la legítima representación sectorial en el plano internacional, entre el Foro y otras organizaciones, pero algo similar ocurre entre la agricultura familiar, David, frente a la agricultura del capital, Goliat.

David, la agricultura familiar, es pequeña, vulnerable y débil ante los gigantescos retos a los que se enfrenta mientras Goliat, la agricultura del capital, es grande, poderosa y con infinitas capacidades para enfrentarse a los retos que se le presentan.

No obstante, David, la agricultura familiar, tiene muchos apoyos y muchos padrinos que la bendicen como el modelo que más le conviene a la sociedad para así contar con una alimentación sostenible, de calidad, saludable y socialmente responsable puesto que se apoya en el trabajo de millones de familias diseminadas por todo el territorio y garantía del tejido rural mientras, por el contrario, Goliat, la agricultura del capital, tiene pocos apoyos públicos y nadie la quiere apadrinar puesto que son sabedores que en su dinámica habitual lo importante es el volumen frente a la calidad y socialmente, deja mucho que desear, por que más que a fortalecer el tejido rural por todos los rincones del país, se dedica a concentrar la población, los empleados, en unos pocos puntos, siempre alrededor de la factoría agroalimentaria.

Ahora bien, si alguien no lo remedia, Goliat tiene todas las de ganar por que la agricultura del capital, empresarial, corporativa, etc., la llamen como la llamen, es la mejor aliada del mercado, de los que mandan en la cadena alimentaria y de los que dirigen nuestro sistema alimentario, las grandes industrias agroalimentarias y las grandes cadenas de distribución, que lo único que buscan es que no les falte nunca el aprovisionamiento de materia prima barata, siempre barata.

En fin, es lo que hay. Eso sí, esto ocurre porque gentes como usted y yo apoyamos teóricamente a David mientras con el ticket de compra de cada día fortalecemos, aún más, al poderoso Goliat.

Miembro del sindicato ENBA