Los gatos son unos animales que, en su origen salvaje, además de ser depredadores solitarios también eran posibles presas de otros cazadores. Por este motivo, para ellos el oído es una herramienta básica para sobrevivir. Su capacidad auditiva es una de las mejores, siendo capaces de captar frecuencias de hasta 85 Khz y escuchar sonidos que se producen a 20 km de distancia. Además son capaces de mover sus orejas casi 180º para detecta con precisión el punto de origen.

Por este motivo, a pesar de todo el tiempo pasado desde su domesticación, aún no se han adaptado del todo, en lo relativo a los ruidos, a la vida urbana, a la vida en un piso. Y más aún si los ruidos alteran su rutinaria existencia.

Un gato se esconde hasta identificar qué ha causado su alarma. Freepik

Estos serían los tipo de sonidos que más pueden molestarles y alterarlos.

Sonidos de otros gatos

Los sonidos de otros gatos los ponen muy tensos. Estos se puede entender como la llegada de competencia a su territorio. Los gatos tienden a ser solitarios por lo que escuchar a otros cerca de su territorio, cerca de su hogar puede ponerles en estado de alarma. Puede ser que se sientan amenazados por la llegada de intrusos que compitan con ellos por los recursos alimenticios o por el refugio. Pero también puede ser porque oigan a lo lejos una hembra en celo o a un macho que la busca con ansia y no puedan llegar hasta donde se encuentre causando frustración y provocando agresividad. La solución está en la castración.

Pero no todos los sonidos de este tipo los producen los gatos. Puede ocurrir que algunos comunes de una vivienda puedan interpretarse como bufidos de gato, una señal que emiten en caso de percibir una amenaza. Por ello, al escucharlo tratan de huir para esconderse y desde hay identificar la supuesta amenaza. No encontrarla es una fuente de estrés. Por ello ruidos de bolsa de plástico arrugándose, frotar prendas sintéticas entre ellas, usar espray o algunos silbidos que emitimos pueden confundirlos con una alarma de amenaza y asustarse.

Sonidos de alta frecuencia

Dado que los gatos cuentan con un sentido auditivo muy fino, por lo que los sonidos agudos, los de las frecuencias más altas no solo les resultan molestos, sino que también les pueden hacer mucho daño. Los chillidos humanos pueden unir dos características, ser muy agudos, especialmente los infantiles, y lo repentino, algo que les asusta bastante.

Pero no son los únicos, los zumbidos de los aparatos eléctricos y electrónicos como licuadoras, aspiradores, secadores de pelo, los volúmenes altos de televisiones o audios en el ordenador o en el móvil pueden alcanzar frecuencias altas que les hagan sentirse incómodos.

Para evitar estas molestias de nuestra vida cotidiana hay que combinar dos aspectos, por un lado que su espacio de descanso, el lugar de su comida o el de su bandeja de arena se mantengan lo más alejados de estas fuentes de ruido. Pero también es importante acostumbrarlos desde cachorros a los que serán durante su vida unos sonidos habituales. La curiosidad natural de los gatos hará fácil este punto, ya que una vez identificado sabrá de su carácter inofensivo y lo aceptará.

Sonidos fuertes y repentinos

Por regla general, este tipo de ruidos nos asustan a todos. De hecho muchos de ellos se producen para ponernos de sobre aviso. Sirenas, alarmas, bocinazos, gritos nos avisa de que tenemos que estar atentos a algo. La diferencia con los gatos es que los conocemos y sabemos interpretarlos, ellos no. Su instinto de supervivencia les hará huir y esconderse para, desde la seguridad de su refugio, identificarlo y valorar su peligrosidad.

También se pueden incluir los fuegos artificiales, los cohetes y los petardos. En estos casos, la mayor parte de las veces, además de reconocerlos, estarán programados y sabremos cuándo son, pero para ellos será una sorpresa. Algo parecido que puede pasar con nosotros y los truenos.

Para casos como estos, lo mejor es intentar aislar la vivienda cerrando ventanas y puertas, algo minimice el sonido. Poner música suave y ambiental puede ayudar a que se relaje. El contacto físico suele ser también una solución, pero hay que esperar a que sea nuestro minino el que se acerque a nosotros buscando protección y refugio, de esta manera aceptará mejor nuestras caricias y mimos. Si nos nota tranquilos, que le ofrecemos alguna chuche también identificará ese sonido con algo no peligroso y aunque se lleve el susto, mantendrá la calma.