Aunque a veces puede resultar complicado determinar la frecuencia con la que debemos realizar las tareas del hogar, mantener la casa limpia y ordenada es esencial para nuestra salud.

Hay actividades como ventilar, barrer el suelo de la cocina, limpiar la encimera o desinfectar los lavabos, que debes hacer todos los días. Hay otras que realizarás una vez a la semana (limpiar espejos) y las más complejas las repetirás pasados unos meses (limpiar el horno) o incluso una vez al año (una limpieza a fondo de la cocina).

Pues bien, en lo que se refiere a la ropa de cama, los expertos no se ponen de acuerdo en fijar un tiempo concreto, pero sí coinciden en que lo ideal sería cambiar las sábanas y las fundas de las almohadas al menos una vez por semana o, como mucho, cada diez días.

Debes hacerlo con esta frecuencia no solo por higiene sino también por salud, ya que la ropa de cama, aunque te duches a diario, puede albergar infinidad de microorganismos como bacterias, hongos y ácaros que se desprenden de la piel y de la ropa.

Además, ahora que llega el verano, a todo eso hay que añadir el sudor que desprende nuestro cuerpo. Además, vestiremos pijamas más ligeros lo que hará que nuestra piel esté más en contacto con la tela y de ahí la importancia de que las sábanas estén limpias. Por todo esto sería conveniente que en la época estival las cambies incluso dos veces a la semana.

Una cama con sábanas blancas deshecha. Freepik

El lugar favorito para los ácaros

En la cama, el lugar en el que pasamos un tercio de nuestra vida, se acumulan las células muertas que se desprenden de nuestra piel. También es el lugar favorito de los ácaros y te pueden complicar mucho la vida si sufres asma o alergias como rinitis y urticaria y pueden empeorar tus alergias o provocarte otras que no tenías.

Además de irritaciones en la piel y acné, pueden producir secreción nasal, estornudos, ojos llorosos y malestar durante la noche. Usar materiales naturales como el algodón o el lino para la ropa de cama los mantendrá alejados.

Tampoco puedes descuidar la ropa con la que te acuestas y debes cambiarla una vez a la semana, ya que también se puede convertir en un nido de bacterias.

Protege el colchón y la almohada con fundas. La primera conviene lavarla una vez al mes y la segunda, más a menudo, sobre todo cuando aprieta el calor y sudamos más. Las almohadas y los edredones deberías limpiarlos como mínimo dos veces al año.

Dejar todo un día la cama sin hacer con las sábanas retiradas y una buena ventilación hará que los ácaros pierdan el hábitat de humedad que necesitan entre las sábanas y mueran. Pero ojo, ¡no vayas a usar esto como excusa habitual para no hacer la cama!

Lavado a altas temperaturas

Respecto al lavado, lo óptimo sería hacerlo con un programa de agua caliente de entre 40 y 60 grados para eliminar los restos de bacterias y ácaros. Un lavado a 30 grados solo acabará con un 6% de esos molestos acompañantes. Sin embargo, debes comprobar el etiquetado del tejido para cerciorarte de que soporta esas temperaturas.

Y un consejo: cuando laves las sábanas, no las metas nunca húmedas al armario. Espera a que se sequen bien para no crear un ambiente favorable a la proliferación de ácaros. Lo más recomendable es tener siempre al menos un juego de sábanas limpio y listo para colocar.

Sentirse fresco y limpio es imprescindible para disfrutar de un sueño de calidad y de un buen descanso.