El faraón Ramsés III comparte el poder con dos esposas, Isis y Tiyi, enemigas irreconciliables, pues ambas aspiran a que sus hijos, Ramosé y Pentaur, hereden el trono. Para beneficiar a su hijo una de ellas urdirá un plan conspiratorio con el apoyo de las concubinas del harén y la práctica de magia negra. Es el eje central de la novela de Abraham Juárez, un apasionado de la historia imperial egipcia.

QUIÉN ES

Abraham Juárez (1955), Rioja (Almería). En la actualidad vive en Mallorca. Profesionalmente se ha dedicado a la banca, pero su pasión es la cultura en sus diferentes vertientes (Historia, Arte, Pintura, Fotografía y, sobre todo, la lectura), lo que le llevó a cursar estudios de Historia e Historia del Arte. Ha publicado dos novelas, con la primera, La faraona oculta, nos acercó a los misterios de las muertes en Amarna (Akhetatón); con la segunda, La conjura del harén (Ed. Planeta) transporta al lector al corazón de la vida sociopolítica del Imperio Nuevo.

¿Su conjura del harén es historia o un relato situado en un momento histórico como podría haber sido en cualquier otro?

Son dos hechos históricos que están novelados. La novela parte de esos dos hechos históricos. Por una parte, el descubrimiento de una gruta donde se hallaron 52 momias y, por otra, lo que fue la conjura del harén. Ambos los he novelado, evidentemente, pero son hechos históricos.

De lo que he leído de su novela y del propio título, se coliga el poder de las mujeres, al menos entre bambalinas palaciegas. ¿Tanto era en aquel momento?

Básicamente era por la ambición de que sus hijos fueran los herederos. Realmente, al hablar del papel de las mujeres en general, consideremos que una mujer tenía los mismos derechos hace 3.000 años que un hombre y los mismos que puede tener hoy en día. Sí que es cierto que había una restricción, el acceso al trono; no por cuestiones machistas, sino porque cada persona tenía una situación que venía determinada por el ordenamiento social, y en aquel orden era difícil que una mujer accediera al trono. De hecho, a lo largo de toda la historia de Egipto, que ha sido de 3.100 años, tan solo se conocen con datos irrefutables a cuatro mujeres que lo consiguieran; hay teorías que hablan de que pudieron ser hasta ocho, pero con pruebas irrefutables solo cuatro. 

Se habla del empoderamiento de la mujer desde hace dos o tres décadas. ¿Acaso los egipcios eran ya unos adelantados en ello? (Aparte de Cleopatra, claro)

Sí. Esto me gustaría matizarlo, porque a Cleopatra, según la historiografía, no se la considera egipcia; se la considera griega. En estos cuatro nombres que he citado, Cleopatra no está incluida. De nacimiento, una mujer no estaba predeterminada a gobernar, así que realmente, por alguna circunstancia especial, tres de estas mujeres que llegaron a ostentar el título de faraón lo fueron durante períodos de crisis en Egipto. 

Quizá el poder que en su novela tiene el harén nace de la ambición, de querer ser la madre del heredero. ¿Acaso ha cambiado este motivo de ambición?

La ambición es algo innato en el ser humano. Esta ambición se puede dar tanto en mujeres como en hombres. De hecho, lo estamos viendo incluso en los momentos actuales. Las historias se repiten, eso no cambia en los ciclos de la Historia.

Si tuviera que situar la acción en estos momentos, ¿en qué localización parangonada lo haría? ¿Cuál sería algo similar al harén que usted plantea, un lobby de mujeres, una empresa solo de mujeres, un partido político solo femenino? 

Sí. No sé si está bien por mi parte dar nombres, pero pienso que ahora se está viviendo una situación en la que se intenta denigrar el papel del hombre a favor de la mujer y creo que esto se está saliendo un poco de madre. Podemos vivir todos bien respetando todos los derechos del otro. Esto sería lo ideal, pero ahora mismo existe un movimiento que está intentando cambiar las cosas y pienso que todo se está saliéndose de madre. Además, no creo que el movimiento feminista esté a favor de las acciones que determinados grupos radicales de mujeres están llevando a cabo.

En su novela se muestra a mujeres dominadas, mujeres de servicio en un harén, que logran enfrentarse y ganar al poder establecido. ¿Si ahora luchamos por acceder al poder, no perderían las mujeres este poder de los que están aherrojados pero unidos?

Pienso que estamos en una situación en la que, hablando desde el punto de vista femenino, se está reivindicando contra una opresión que en realidad y en la práctica no existe. Estamos haciendo un conflicto de algo irreal. A mí me parece muy bien la reivindicación femenina; es perfecta, pero de forma objetiva y marcando el límite de que todos podemos ser perfectamente iguales respetando al otro. Creo que ahora no está pasando esto.

"Todos somos humanos y tenemos que respetarnos y vivir en paz"

¿Al leer su novela, la posición de hombre o mujer puede ser la de dos personas de bandos opuestos en una guerra?

Se está planteando de esta manera, pero desde mi punto de vista es un error, porque siempre que tengamos claro que todos tenemos los mismos derechos, tanto los hombres como las mujeres, lo que no puede ser es intentar arrebatar los derechos del otro, bajo mi punto de vista. Todos somos humanos, todos tenemos que respetarnos y vivir en paz. Así de sencillo.

Ahora que se habla tanto de la igualdad e incluso hay quien dice que no existe el sexo, ¿acaso su novela no va del poder del sexo, sobre todo cuando se une para conseguir un objetivo?

No me lo he planteado desde ese punto de vista; más bien lo que he intentado reflejar es la ambición; en mi primera novela hablaba de amor y ambición, y en esta de ambición y dolor, porque realmente hay un personaje de los que hablan en primera persona que soporta una vida en un continuo sufrimiento por el dolor que le produce la ambición de otra persona. Es lo que refleja mi novela: ambición y dolor de personas, sean del sexo que sean. 

¿Por qué aborda el tema ambición?

Porque desde el inicio del tiempo es algo inherente al ser humano. Hoy en día lo estamos viendo, incluso en la política. Además, la ambición no tiene por qué ser mala. Puede ser positiva e incluso quien a través de la ambición haya conseguido lo que realmente quería puede terminar siendo un benefactor para el resto de la gente. Podríamos hablar de casos concretos, pero no creo que sea necesario. Todo el mundo intuye de quién podríamos estar hablando: de grandes empresarios que con su fortuna están ayudando a la población que no tiene recursos, por ejemplo. 

Usted procede del mundo de la banca y es un enamorado de la historia, ¿a quién le gustaría conquistar con La conjura del harén?

La finalidad es dar a conocer la civilización egipcia, porque resulta que en España hay muy poca tradición en cuanto a lo que es la investigación egipcia; hay investigadores muy buenos, pero muy pocos. De hecho, el origen de lo que es el estudio de la cultura egipcia parte de cuatro nacionalidades que son Francia, Italia, Reino Unido y Alemania; España se incorporó muy tarde a este estudio. Ahora tenemos algunos arqueólogos, pero son muy irrelevantes. Mi intención ha sido un poco dar un empujoncito para que todo aquel interesado por la cultura egipcia tenga más información de cómo fue. De hecho, cuando hablamos de novela histórica, el lector ha de tener presente que gran parte de lo que va a leer es ficción, porque para eso es novela, histórica sí, pero novela. Hay otros textos que son historia, y por esto, para aquellas personas que les interese profundizar en algunos puntos, al final de la novela he puesto una bibliografía en la que el lector puede profundizar tanto en lo que se refiere a lo que era la esclavitud, la economía como la estructura social; a partir de ahí puede informarse de cualquier punto que le interese.