El pasado otoño, de la mano de Rock Izar Records, el músico gasteiztarra Ángel Celada Brizuela publicó su último disco, un Toc en el que el intérprete lleva a su terreno temas que, por unas razones u otras, le tocan de manera especial, canciones de grupos y artistas tan dispares como Led Zeppelin y Talking Heads. Este domingo, el baterista regresa a casa para actuar en Montehermoso, en lo que va a ser la apertura de la segunda edición del ciclo Klaustro Sounds. La cita con el público es a partir de las 19.00 horas, aunque los pases han volado y ya es imposible encontrar hueco. “Siempre es un placer volver a Vitoria, es una ciudad que añoro, más allá de que en Cataluña me siento muy bien tratado desde el principio”. Una cosa no quita la otra, por supuesto.

Ha tocado en muchos lugares de Vitoria, pero no en Montehermoso. 

–Fuera, en el Jardín de Falerina, sí, pero dentro no.

Ya no quedan entradas, que es algo que no sé si da tranquilidad o le pone más nervioso. 

–Evidentemente me alegra mucho pero, y con el tiempo esto no ha ido a mejor, siempre me pongo nervioso antes de un concierto. La tensión va conmigo. 

Puede sorprender que un músico como usted, con tantos años de carrera, diga a sus 70 años que se sigue poniendo nervioso. 

–Me sorprende hasta a mí (risas). Creo que va en el carácter. A lo largo de los años he ido tropezando con muchos músicos y he tocado con gente que nunca se pone nerviosa. No es mi caso. Me consuela saber, salvando todas las distancias, que, por ejemplo, un músico tan tremendo y genial como Paco de Lucía se ponía muy, muy nervioso antes de salir al escenario, hasta le temblaban las piernas. Así que eso te tranquiliza, no te sientes tan raro (risas). Además, creo que con el tiempo, como pones más rigor en todo, eres más consciente de lo que haces y lo que significa, y ese nerviosismo no solo no se aplaca, sino que se acrecienta.

Vuelve para presentar su último disco, ‘Toc’ (Rock Izar Records). Es un trabajo que salió el pasado otoño y en el que lleva a su terreno canciones de otros que, por lo que sea, para usted son reseñables o cercanas. 

–Eso es. Cuando escuchas una canción y te emociona, como intérprete quieres ir un poco más allá. Es como si quisieras entrar dentro de la canción para participar en ella de una manera algo más activa. El oficio me permite hacer eso. Son temas que muchas veces he escuchado y que, por así decirlo, me adjudico desde el punto de vista interpretativo para entrar en ellos. Es una maravilla poder interpretar música que te emociona. Además, el disco está creciendo con el tiempo.

"En este disco hay canciones preciosas de autores soberbios y, con esos mimbres, es muy difícil que no llegues al público"

¿Ya pero qué une a, por ejemplo, a Led Zeppelin y Talking Heads? 

–Sí, el abanico es amplio pero es que en este disco todo es como muy natural. Quiero decir, no hay un planteamiento previo muy determinado y analizado. Solo es ofrecer mis sensaciones con canciones que me gustan. El tema de Led Zeppelin que mencionas es uno que de joven me llamaba como batería. Tenía dificultad y me gustaba. Es un tema que en aquella etapa me marcó y lo quería incluir. Pero la canción de Talking Heads está porque hizo una versión Peter Gabriel con una orquesta sinfónica, sin batería. Me acuerdo que Bingen Mendizabal me regaló el disco porque estaba escuchando muchas cosas sin batería en este momento. La verdad es que me encantó y esta versión de Peter Gabriel me llamó mucho. Hay también canciones de Free, que siempre ha sido una de mis grandes influencias. O de John Lennon...

¿Qué respuesta ha encontrado en el público? 

–Todos tenemos un radar que capta canciones. El mío ha captado estas por ejemplo, canciones que para mí son bellas, obras maestras algunas de ellas. Si han llegado ahí es porque la gente en general se ha fijado en ellas. Quiero decir, son temas que ya tienen una garantía. En este disco hay canciones preciosas de autores soberbios y, con esos mimbres, es muy difícil que no llegues al público. Otra cosa es que el marketing o el negocio de la música estén hoy por otro lado. Yo no tengo vocación de autor. Nunca la he tenido. La tengo de intérprete. Muy acusada, además. La ventaja que tengo, por así decirlo, es que trabajo con canciones que ya vienen muy avaladas. No me importa de quién sea una canción, solo quiero interpretar temas que considero bellos, que me emocionan y con las que quiero poder emocionar a otras personas.  

Habla del Angel Celada intérprete y autor. ¿Cómo es el oyente? 

–Llevo una etapa larga en la que me siento perezoso y escéptico. Cuando escucho, tiene que ser en alguna circunstancia especial. He sido muy activo en este sentido, también porque el oficio me lo ha ido exigiendo. Pero, como todo en la vida, con el tiempo las cosas van cambiando. Hoy, sin menospreciar a nadie y con todo el respeto, me voy a tomar un café con alguien porque me apetece. Si no, no. Con la música, como oyente, me pasa igual. A nivel de texto, no indago tanto y a lo mejor se hacen cosas estupendas. Pero en el otro aspecto, veo más de lo mismo, aunque sea con diferente uniforme y distinto maquillaje. Más allá de las modas y las tendencias, tiene que haber una obra. Y eso no lo encuentro con frecuencia. Soy, en este sentido, un Angel muy escéptico, que escucha muy poco porque no encuentro casi nada que me reclame, me emocione. Lo que no me emociona, no me interesa. 

Volviendo al intérprete. ¿Planes para este 2024? 

–Se presenta un año simpático, la verdad. Por supuesto, con Toc vamos a seguir dando pasos. El disco es un estímulo y, desde el rigor y un poco de filtro, la idea es llevar a cabo más conciertos. Pero es que además este año Quimi Portet hace gira de nuevo, sobre todo por Cataluña, y tenemos una agenda bastante generosa. De hecho, cuando vuelva de Vitoria, empezamos los ensayos previos. Así que entre unas cosas y otras, bastante ocupado (risas).