A lo largo de la historia son muchos los eventos que ha traído a la memoria con su cuidada pluma el escritor Juan Eslava Galán, desde la Guerra Civil, las dos guerras mundiales y la Revolución Rusa, hasta llegar, ahora con La Revolución Francesa contada para escépticos. 

Su pasión por la historia le ha llevado a publicar una buena colección de libros “para escépticos”, que “no van a gustar a nadie”. 

Desde Primaria era muy malo en todas las asignaturas menos en Historia. Así que digamos que yo he nacido con esa afición, y la sigo cultivando. 

Revolución rusa, Guerra Civil, Segunda Guerra Mundial... Ya tocaba la Revolución francesa, ¿no?

Sí. La iba dejando, porque es la más compleja de todas. Iba acumulando mientras tanto bibliografía, lecturas, viajes, etc. Pero es sin duda la más compleja, y creo que he hecho bien en dejarla porque en ella puedo poner la experiencia de haber escrito todos los libros anteriores.

Se suele decir que la historia la escriben los vencedores, o Juan Eslava Galán. 

(Risas). Yo precisamente no soy vencedor, pero sí soy, como todos nosotros, las democracias modernas occidentales somos un producto de la Revolución francesa. Por lo tanto, somos beneficiarios de ellas. 

Cada bando escribe una versión de la historia. ¿Cómo es el trabajo para tratar de discernir y construir esa historia, como describe, para escépticos, o que no gusta a nadie?

La historia, por una parte, es una ciencia que tiene método científico. Pero por otra parte es un arte, porque depende de quien la escribe. El que la escribe proyecta su pensamiento sobre ella. Por lo tanto, yo lo que me propongo en mis libros es: “Tengo mi pensamiento como es lógico, y sé que lo voy a proyectar”, pero también proyecto el pensamiento de otros que no están de acuerdo conmigo, para que el lector pueda quedarse con la versión que le corresponda. 

Además lo construye como un diálogo casi directo con el lector.

Sí. Los lectores son amigos, y yo siempre pienso que estoy, como tú y yo ahora, hablando, y que yo te estoy hablando de mis lecturas, de mis conclusiones sobre un tema que más o menos he estudiado. 

Hablando de la Revolución francesa, creo que muchos hemos heredado su simbolismo; la guillotina, la frase de “Libertad, igualdad, fraternidad”... Pero va mucho más allá. Supuso el nacimiento de un nuevo mundo. ¿Por qué nos hemos quedado solo con los símbolos?

Porque es lo más vistoso. Lo más vistoso es la guillotina, la Bastilla... Para hacer las cosas lo más simples posibles nos quedamos con eso. Pero efectivamente, la Revolución francesa ocurre en diez años. En esos diez años pasan muchísimas cosas, pero lo curioso es que la Revolución francesa empieza por un fenómeno natural. Ahora que estamos con los problemas de la contaminación, empieza porque un volcán estalla en Islandia, y eso provoca hambruna y la hambruna provoca la Revolución francesa. El antiguo régimen es el régimen de las monarquías absolutas, en el que el rey recibe su mandato de Dios directamente. Y el rey tiene una aristocracia que son los privilegiados, que son los que se reparten los cargos y no tienen que pagar impuestos, los privilegiados. Y luego está el pueblo, que son los que tienen que mantener a esta gente. Después de la Revolución francesa, todos somos ciudadanos, todos somos iguales, aunque haya aristócratas ya no tienen privilegios, y cualquier persona del pueblo que tenga méritos puede ascender. De hecho, ahora los países europeos, las democracias occidentales, en algunas hay rey pero son reyes constitucionales, y cualquier persona puede ascender a jefe de gobierno.

¿Esto no es como Rebelión en la granja, que todos somos iguales pero unos son más iguales que otros?

Me temo que sí, que lo sigue siendo. Porque claro, las revoluciones son imperfectas. 

En esta revolución, además, las mujeres juegan un papel esencial. Encontramos, por ejemplo, a la actriz Olympe de Gouges y su frase “Si la mujer puede subir al cadalso, también tiene derecho a subir a la tribuna”. ¿Cómo quedó todo esto?

A lo largo de la historia, a la mujer siempre se la ha considerado una menor de edad. Primero dependía del padre, después se casaba y dependía del marido, y cuando se quedaba viuda dependía de los hijos. La Revolución francesa no cambia eso, pero dentro de la revolución hay mujeres avanzadas, cultas... Como Olympe. Digamos que son unas prefeministas, pero el feminismo tiene dos grandes etapas a mi juicio. La primera es después de la Primera Guerra Mundial, 1919, cuando la mujer se ha encargado de que el país siga funcionando cuando los hombres estaban en el frente, y la segunda es la pintura. En el momento en que no dependes de quedarte embarazada, sino que dispones de tu propia vida... 

¿Podemos extrapolar lo ocurrido en esta Revolución a otras partes del mundo en la era actual?

Verás, en la era actual hay una serie de países, las democracias occidentales, que somos hijos de la Revolución francesa. El resto de los regímenes son tiranías. Donde no hay democracia, hay tiranía. Las tiranías no pueden evolucionar porque no han decantado pecado de delito como ya se decantó en la Ilustración. Y si muchos países consideran que la mujer es un ciudadano de segunda clase, un país no puede progresar con la mitad de su personal siendo de segunda clase. Por eso, a pesar de sus defectos, las democracias occidentales hijas de la Revolución francesa son lo mejor que hay. O lo menos malo.