La Asociación de Apicultores y Apicultoras Alaveses, Apial, ha solicitado comparecer en las Juntas Generales para mostrar a los grupos políticos su malestar por haber quedado excluidos de las ayudas europeas para paliar el efecto de la pandemia en el sector primario y exponer “la situación crítica” de los productores de miel en el territorio, tal y como la describen en su petición de comparecencia.

En Álava hay 350 explotaciones apícolas, y entre Apial y Apigor, la Asociación de Apicultores del Gorbea, suman 510 socios, media docena de ellos profesionalizados. Arantxa Ortiz forma parte de este último grupo, y además de producir vende el fruto de su trabajo en La casa de la miel, comercio ubicado en la calle Florida. A día de hoy, explica, los apicultores alaveses se hayan sometidos a una tormenta perfecta en la que a la ausencia de ayudas que quieren poner sobre la mesa en las Juntas se suman la situación económica, las plagas, los fraudes y el cambio climático.

Arantxa Ortiz, apicultora. Alex Larretxi

Así, Arantxa afirma que la subida del precio del gasoil les ha afectado “muchísimo”, pues para llegar a los colmenares necesitan vehículos todoterrenos cuyo consumo es más que notable. También ha subido el precio del alimento para las abejas, del que ha habido que echar mano de forma importante este año a causa de otra de las amenazas que se cierne sobre el sector, la cada vez desquiciante meteorología.

Comida en agosto

“Con el verano que hemos tenido ha habido que ponerles comida en agosto porque se morían de hambre y el coste de la comida se ha doblado”, lamenta Arantxa, quien explica además que “ya cuando das de comer a las abejas se supone que no van a hacer miel”. Y así ha sido, las abejas han muerto “a espuertas” y la cosecha de otoño se puede dar por perdida. “Ha sido de una media de 2,5 kilos por colmena en la Llanada, igual las zonas de bosque han tenido algo más, pero justo para cubrir gastos. El año pasado estábamos en seis kilos, y ya era catastrófico, hay que tener en cuenta que los compañeros de Asturias y otras zonas donde hay profesionales de la apicultura sacan medias de 20 a 30 kilos por colmena”, señala Arantxa.

Calor y sequía

El calor y la sequía de los últimos meses que han dejado sin alimento a las abejas han sorprendido al común de la ciudadanía, pero no tanto a quienes viven del campo. “La precipitación no es la misma y están cambiando los ciclos biológicos de las plantas, las floraciones empiezan mucho antes y acaban después. Antes hasta abril o mayo las colmenas no despertaban, ahora crían en febrero. Este año ha sido más llamativo de cara a la gente, pero quienes estamos en el campo lo vemos desde años atrás, hay menos precipitación y más tiempo con muchísimo calor”, advierte la apicultora.

Además, las abejas de todo el mundo se enfrentan a un terrible enemigo, un pequeño ácaro que se adhiere a su cuerpo y se alimenta de sus tejidos grasos. Arantxa explica que al haber menos producción de miel las reinas “dejan de poner huevos para que no haya tanta gente”, y ahí es donde la varroa crea estragos. “Tener 3.000 parásitos en 25.000 abejas no es tan grave, pero 3.000 varroas en 5.000 abejas pueden colapsar las colmenas”, asegura. De hecho, tal y como Apial explica en su petición de comparecencia, la varroa “ha provocado la casi desaparición de los enjambres silvestres de abeja europea, con lo que esta función en la actualidad la están realizando las abejas gestionadas por los apicultores y las apicultoras”.

Otro animal, la avispa asiática, se suma a la amenaza a las abejas del territorio alavés. “La avispa ha rematado las colmenas que estaba moribundas. En España, y en Álava en concreto, cada vez hay más, pensábamos que el clima frío las frenaría un poco, pero no”, señala la apicultora.

Mieles que no son miel

El sector de la apicultura en Álava se enfrenta además a un competencia feroz a nivel mundial, que además es desleal, pues está permitido etiquetar como miel mezclas que incluyen jarabes y siropes que se veden al precio del producto real. “Llegan de China y de países sudamericanos. Yo entiendo que el mercado es libre, pero no puedes defraudar al consumidor, y aquí hay fraude porque el etiquetado lo permite. A nosotros nos exigen una trazabilidad increíble”, protesta Arantxa, que sin embargo reconoce que el consumidor alavés busca producto autóctono y de calidad.

“La gente lo valora, yo tengo la tienda y doy fe, a la gente le gusta llevarse miel de Trocóniz, o de donde sea, le gusta la miel de la zona”, afirma. Sin embargo, el incremento de costes y la merma de la cosecha harán subir los precios, y “no todo el mundo puede permitirse un bote de miel a 12 o 15 euros”.

Sector Primario

Ayudas a las explotaciones

Fondos Next Generation. El Consejo de Gobierno de la Diputación Foral de Álava resolvió hace apenas unos días una de las líneas de ayuda incluidas en el Fondo de Recuperación Next Generation. Se trata de subvenciones destinadas al primer sector, en este caso enfocada a inversiones dentro del Plan de impulso de la sostenibilidad y competitividad de la agricultura y la ganadería locales y de la que se beneficiarán un total de quince explotaciones agrarias del territorio histórico. En total, los profesionales de los campos de cultivo y explotaciones ganaderas de la zona rural recibirán cerca de 400.000 euros para llevar a cabo inversiones en la aplicación de la agricultura de precisión y tecnologías 4.0.

Producción ecológica. La Diputación Foral de Álava también resolvió ayudas por valor de 1,7 millones de euros a las explotaciones agrarias que desarrollen métodos de producción ecológicos, una ayuda que llegará a un total de 364 personas, 58 para la producción integrada, 129 para la conservación de razas locales, 17 a la apicultura, dos a la gestión de aprovechamiento de los pastos de montaña, 62 a la conversión a agricultura ecológica y 96 al mantenimiento de agricultura ecológica.

El Post-it

Ejemplo para el ser humano. “Las abejas llevan una vida que sería todo un ejemplo para el ser humano, y la apicultura además es una actividad que no estropea nada, todo lo contrario, poliniza, y no genera residuos”, afirma Arantxa Ortiz. La apicultora alavesa afirma que quienes han dado el salto a la profesioalización extraen la miel mediante maquinaria, en salas acondicionadas y controles sanitarios, pero con el mismo “mimo” que quienes lo hacen sus propias casas.

El tránsito desde la afición a un modo de vida

Arantxa asegura que los consumidores acuden a los pueblos en busca de miel alavesa, pero, según explica, el relevo no está garantizado. Los productores son en general gente bastante mayor, si bien se ha pasado de “uno o dos” apicultores profesionalizados a “cinco o seis”. La cuestión es que quienes han dado el salto de la afición al modo de vida no tienen ninguna ayuda, insiste Arantxa, más allá de las que puedan recibir quienes producen miel como un hobby.

Así, en la petición de comparecencia, Apial y Apigor se explica que “las necesidades del sector pasan por mejorar la rentabilidad de las explotaciones, tanto a nivel profesional, para poder seguir generando riqueza económica y social, como a nivel del aficionado, para poder seguir generando riqueza ecológica”. Las asociaciones reclaman a la administración que sea “consciente” del trabajo desarrollado por estos colectivos y que amolde “las nuevas actuaciones para apoyar esta actividad que genera gran beneficio tanto social, como económico y ecológico en nuestro entorno”. En ese sentido, Arantxa lamenta que las ayudas ya concedidas por las consecuencias del covid llegaran a productores de todo tipo de cabañas ganaderas, “y a la apicultura ni se le mencionó”.