Entre papeles, lápices, escuadra y cartabón, sentada ocho horas diarias delante del ordenador y viviendo en la ciudad. Así era la vida de Naiara Ortiz de Elgea hasta el pasado 20 de abril, fecha en la que abrió su granja de gallinas en la pequeña localidad de Adana. Ubicada a escasos 20 kilómetros de Vitoria-Gasteiz, está alavesa cuenta en sus instalaciones con 25.000 metros cuadrados en los que acoge a alrededor de 6.000 gallinas productoras de huevos Eusko Label.

La granja posee 25.000 metros cuadrados y está compuesta por 6.000 gallinas que producen huevos Eusko Label 100% ecológicos Pilar Barco

La decisión de comenzar de cero no fue muy complicada para ella. Con dos niños pequeños y un tercero en camino, Ortiz de Elgea empezó a ver las cosas de manera diferente y se empezó a plantear que no era el estilo de vida que quería seguir llevando. “Quería salir y estar en la naturaleza. El cuerpo me pedía otra cosa”, comenta. Hasta que un día tuvo la oportunidad de asistir a una granja de Euskaber, cooperativa con la que trabaja y colabora desde hace dos meses. Tras esa visita, su vida cambió. “Lo estuve hablando con mi chico y le pareció bien. Además le gusta este mundillo”, señala Ortiz de Elgea.

Con la decisión tomada y las ideas claras era hora de trasladar los planes a su familia. Una tarea que, pese a ser delicada, no le resultó difícil. “Como ya sabían que estaba un poco estresada y agobiada, no les sorprendió”, señala con una sonrisa, refiriéndose sobre todo a su madre. Además fue fundamental el apoyo de su pareja, quien le respaldó en todo momento.

La idea de montar su propia granja fue tomando forma gracias a Euskaber, cooperativa para la que trabaja y cuya sede está en Zaldibia (Gipuzkoa). “Cuando decidí definitivamente montar todo esto me puse en contacto con Esteban Atxa (gerente de Euskaber) y me explicaron cómo iba todo”, aclara Ortiz de Elgea. Una empresa vasca 100% km.0 y cuyo objetivo es el de promover el desarrollo rural conservando un estilo de vida sostenible. Eso sí, antes de adentrarse en este mundo, es necesario realizar una serie de cursillos, en los que se aprende a cómo llevar una finca de estas características desde el principio.

Además, Naiara también destaca las facilidades que ofrece esta firma en numerosos aspectos. “Ellos se encargan de envasar, vender al consumidor e incluso de construir el pabellón. Todo esto facilita mucho las cosas”, explica.

La idea de montar su propia granja fue tomando forma gracias a Euskaber, cooperativa para la que trabaja y cuya sede está en Olaeta (Gipuzkoa). Pilar Barco

Actualmente Euskaber cuenta con 35 baserritarras repartidos por las tres provincias vascas. Una apuesta por la agricultura familiar y por el medio ambiente desde una perspectiva económica, ambiental y social. Todo esto les ha servido para ser los primeros en obtener el sello de bienestar animal, avalado por la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales (ANDA).

Futuras generaciones

Asimismo, Naiara ha querido hacer hincapié en la juventud, a los que anima a decantarse por este modo de vida en el mundo rural. “Es una oportunidad distinta de ver las cosas y poder vivir de otra forma. Además no estás bajo normas estrictas y te mueves a tus anchas”, destaca mientras señala su amplio terreno. Pese a que cada vez son mas los jóvenes que se lanzan al mundo rural en busca de oportunidades laborales, hay progenitores que no lo terminan de ver con buenos ojos y que no recomiendan a sus hijos adentrarse en el campo. No obstante, Naiara no comparte esa opinión y lo tiene claro. “Es una experiencia bonita porque no estás delante de una pantalla o en el despacho”, aconseja mientras recoge algunos huevos.

“Son como 6.000 hijas que tienen sus responsabilidades”, se ríe Naiara mientras señala a las gallinas Pilar Barco

Un modo de entender la vida que, como todo, tiene sus pros y sus contras. “Lo mejor es la libertad, la naturaleza y la tranquilidad que tengo aquí”, apunta Ortiz de Elgea. Por otro lado, el tener que trabajar todos los días para cuidar de las gallinas es lo menos positivo. “Son como 6.000 hijas que tienen sus responsabilidades”, se ríe Naiara mientras las señala. “Hay que alimentarlas y cuidarlas todos los días”, añade. Unas gallinas camperas que se crían al aire libre, garantizando el espacio que necesita cada una de ellas. Su alimentación está estrictamente controlada, basándose principalmente en trigo, cebada y maíz. Una inspección exhaustiva que se realiza hasta la misma llegada del producto a los principales supermercados.

Trabajando de lunes a domingo, pero feliz. Así es la nueva vida de Naiara Ortiz de Elgea en la Llanada Alavesa. Un oficio en el que, pese a no tener compañeros y tener que afrontar sola los problemas , se muestra activa y realizada. Una inversión a largo plazo con la que se muestra muy optimista. “Esperemos que la cosa vaya bien”.