La tercera temporada de Allí abajo mostró a un Iñaki más humano, que cometía errores, pedía perdón y no era todo lo fiel que se esperaba. El hombre perfecto que muchas madres querían como yerno se ha ido diluyendo y sus problemas sentimentales con Carmen continúan. Esta temporada, la cuarta, los espectadores verán que el Kaia, ahora en manos de Arzak, puede dejar de ser un restaurante y convertirse en una escuela de surf, algo que Iñaki no está dispuesto a permitir. Abandonará Sevilla para volver a Donostia y ponerse al frente del bar que levantó su aita? Y hasta aquí podemos leer.

¿Jon o Iñaki?

-Después de varias temporadas trabajando fuera de Euskadi, hay mucha más gente que me conoce más como Iñaki; pero no, trato de no entrar en esa esquizofrenia actoral y mantenerme como Jon siempre.

En la primera temporada pocos esperaban la trayectoria de ‘Allí abajo’, lo que parecía un experimento se ha convertido en una cuarta temporada que se estrena mañana.

-Nadie sabía qué es lo que iba a pasar, cuando empezamos a grabar ni de lejos esperábamos algo así. La televisión es lo que es y muy pocas veces puedes saber con certeza qué es lo que va a ocurrir al día siguiente. Vino la segunda temporada, llegó la tercera y ahí se abría una especie de brecha psicológica?

Siempre ha dado la impresión que Antena 3 paraba sus grabaciones de series en la tercera temporada.

-Sí, es verdad. En los últimos años, las comedias de la cadena no habían ido nunca más allá de una tercera temporada, Con el culo al aire sí hizo tres, pero ahí acabó. Cruzar ese umbral ha sido un regalo y todos los que estamos aquí lo tomamos como un regalo, así que estamos dispuestos a disfrutar y a seguir trabajando.

Euskadi está muy presente desde el primer capítulo, ¿no?

-Sí. La serie arranca en Sevilla, pero hay una parte muy importante en el capítulo de estreno que nos lleva a Zumaia, es la ermita de San Telmo donde vamos a bautizar a la niña, la hija de Carmen e Iñaki. Va a ser todo un acontecimiento.

¿Cuáles son las relaciones de Iñaki y Carmen?

-Empiezan la temporada separados y parece que lo llevan bastante bien.

¡Qué civilizados!

-Ja, ja, ja? Es cómo debe ser, en la vida real también.

¿Pero se siguen queriendo Carmen e Iñaki?

-Claro, pero nosotros, como hacemos comedia, tenemos que exprimir todas la situaciones al máximo y poner obstáculos por aquí y por allá, si todo fuera quererse y nada más?

¿Sería muy empalagoso?

-Quizá sí. A Carmen le ofrecen ser directora de la clínica y a Iñaki le llega un chivatazo diciendo que a Arzak no le va demasiado bien con el Kaia y está pensando en traspasarlo y en hacer una escuela de surf allí.

Y a Iñaki se le remueven las entretelas, ¿no?

-Sí. No puede permitir que eso pase en su casa y en el negocio que había creado su padre. Va a intentar por todos los medios recuperar el Kaia. ¿Qué consecuencias tiene esa situación? Que la pareja ya separada matrimonialmente, esté separada también por la distancia que hay entre Sevilla y Donostia y se encuentren más lejos que nunca.

¿Qué ha supuesto para usted esta serie?

-Todo. Este es mi trabajo fuerte en televisión. Fue salir a un escaparate jamás visto para mí, tener la suerte de trabajar con gente contrastada y con mucho recorrido. También a nivel personal me está dando muchas cosas, vivir día a día lo que es un rodaje, estar fuera de casa mucho tiempo, estoy rodeado de gente, gente con la que hago equipo.

Vamos, que Iñaki es el personaje de su vida.

-Sí, claro que lo es ahora mismo y cuando pase el tiempo seguiré recordándole porque es un personaje que me ha dado mucho. Allí abajo ha supuesto un punto y aparte en mi vida, lo estoy disfrutando mucho. Es impresionante cómo ha cambiado mi vida desde que empezamos a grabar el primer capítulo sin saber cómo iban a ir las cosas.

¿No tiene ganas de volver a establecerse en Gipuzkoa de nuevo?

-No he dejado de estar en mi tierra, voy y vengo. Eso de establecerme en un sitio u otro, ya se verá, no sabemos a dónde nos llevará el trabajo. Las distancias son más cortas de lo que eran antes; las comunicaciones son buenas entre el Norte y el Sur, así que seguiremos yendo de arriba a abajo y de abajo a arriba.

¿Cree que habrá una quinta temporada?

-Vamos a disfrutar de lo que tenemos ahora, en el estreno de esta temporada, la cuarta, continuamos grabando capítulos, y no tenemos noticias de si va a continuar o no. Todavía es muy pronto. Ya veremos dónde nos pone la vida el año que viene, yo no sé ni lo que me pasará pasado mañana.

Su popularidad ha tenido que subir muchísimos puntos desde que empezó ‘Allí abajo’.

-Es lo que tiene la televisión, la gente te ve por la calle y te reconoce, porque es todo un escaparate, pero yo lo veo todo de color de rosa en ese sentido; a la gente le gusta lo que hacemos, ha cogido mucho cariño a los personajes que hacemos y eso se nota en el recibimiento en la calle, que es espectacular.

La encuestas dicen que Iñaki, que no Jon, cae fenomenal a todo el mundo y que es el yerno ideal.

-Ja, ja, ja? ¿Y Jon, no? En serio, es que Iñaki es una buena persona, ¿no te parece?

Quizá, demasiado buena persona, el hombre perfecto, ¿no le parece a usted?

-Es verdad. Mira, en la pasada temporada, ocurrió algo que me gustó. Tienes razón, en las dos primeras temporadas se mostró un Iñaki que rozaba la perfección?

¿Jon es así?

-Ja, ja, ja? ¿Rozando la perfección? No claro que no. En las dos primeras entregas parecía que Iñaki todo lo hacía bien, de corazón y en la tercera le vimos cometer errores y buscar el perdón como humano que es. Estos giros de guion ayudan al personaje, que es de carne y hueso, no tan santo como parecía al principio.