madrid - Paloma del Río cumple treinta años en TVE. Ha cubierto infinidad de campeonatos de Europa y del mundo de gimnasia y patinaje y trece JJOO: siete de verano y seis de invierno. Siempre con ganas de aprender algo nuevo en el periodismo deportivo, donde hay, según dice, “algunos egos demasiado hinchados”.

Río 2016 serán sus octavos Juegos de verano (comienzan el viernes próximo), en los que narrará las ceremonias de inauguración y clausura para la cadena estatal, junto a Amat Carceller, y se ocupará, una vez más, de la gimnasia. En esta entrevista repasa algunos momentos de su carrera, jalonada de experiencias, homenajes y premios nacionales e internacionales.

Entró en el verano de 1986 en TVE, donde se ha dedicado completamente al periodismo deportivo. ¿Qué son el periodismo y el deporte en su vida?

-Soy curiosa y muy activa. El periodismo es una forma de vida, un oficio vocacional porque para mí es vital estar informada de lo que pasa por el mundo y más en el periodismo deportivo, en el que soñé estar y estoy desde que acabé la carrera. Desde que tengo uso de razón he consumido deporte por televisión, radio o prensa escrita, y lo practico casi diariamente. El deporte forma parte de mi vida de una manera intensa.

Ha recibido homenajes y premios que reconocen su trabajo a favor del deporte, en especial el minoritario, el olimpismo y la mujer. El principal, la Medalla de Oro al Mérito Deportivo del Consejo Superior de Deportes, la primera periodista que lo recibe. ¿Qué significan estos reconocimientos?

-No trabajo para que me los den, pero al cabo de los años, la gente del mundo del deporte se ha dado cuenta de que en mí tienen a una aliada. Cuando llegan los reconocimientos en forma de premios, miro la cantidad de amigos que tengo en las federaciones olímpicas y no olímpicas, en todas. Eso me produce mucha satisfacción porque me siento muy querida.

¿Cuál es la mayor alegría y el mejor recuerdo que le ha dejado la profesión?

-Lo mejor ha sido poder vivir el sueño de estar en unos Juegos Olímpicos. Cuando me dijeron que iba a los de Seúl 88, los primeros, tuve tal satisfacción que no podía creerlo. Y los mejores recuerdos están unidos a las medallas y los éxitos españoles que he podido narrar: el oro del conjunto de gimnasia rítmica en Atlanta 96, la plata de Carolina Pascual en Barcelona 92, las medallas del gimnasta Gervasio Deferr, el éxito de Javier Fernández en patinaje. Sufro mucho transmitiéndolos, pero también mucha satisfacción y orgullo.

¿Y cuál es el mejor momento de unos Juegos Olímpicos?

-El más emotivo para mí es cuando se iza la bandera y suena el himno en la inauguración.

Está especializada en deportes minoritarios. ¿Habría deseado informar también de fútbol, baloncesto, ciclismo...?

-En los dos años que estuve en informativos tuve que hacer piezas para los telediarios de todo tipo de deportes, especialmente, fútbol. Aun siendo periodista deportivo, lo cierto es que el fútbol es lo que menos me interesa. Me cuesta ver un partido entero y, sin embargo, veo con mucho gusto rugby, baloncesto, atletismo, natación, tenis...

¿Qué le queda por aprender? ¿Le hubiera gustado hacer otras cosas o trabajar en otros medios?

-Por aprender me queda muchísimo; siempre encuentro algo, siempre estoy estudiando, leyendo, y luego lo utilizo para las transmisiones. Me gustaría escribir una columna en un periódico haciendo crónica de televisión. Estaría hablando de lo positivo que he visto u oído, tratando de minimizar lo negativo de la emisión. Y si hablamos de la radio, no he trabajado nunca en ella, pero me encantaría hacer entrevistas a personajes curiosos.

La mayoría de las veces ha informado sin salir en pantalla. ¿Le habría gustado presentar algún espacio deportivo frecuentemente?

-Sí, claro. No sé por qué nunca me dieron la oportunidad. Soy una persona muy espontánea y quizá no sería una entrevistadora al uso; indagaría en aquellas facetas menos conocidas del entrevistado, pero de una manera coloquial y amena. Quizá todavía me quede alguna oportunidad de hacerlo.

¿Cómo han cambiado las coberturas deportivas de TVE?

-Muchísimo. La tecnología ha ayudado a que las cosas se hagan más fácilmente, pero tienes que estar actualizando tus conocimientos de forma permanente. Si no, te quedas atrás. Desde los Juegos de Londres (2012), hacemos una cobertura desde la ciudad elegida a la vez que desde Madrid y Barcelona. Eso era impensable antiguamente.

¿Cree que los medios tienen culpa del endiosamiento de algunos deportistas?

-En algunos casos, sí. Todo depende del deportista y de su condición como ser humano y sus valores. A veces, los deportistas se quejan de que los medios no les hacemos mucho caso y tienen razón. Pero cuando tú les llamas para que participen en campañas, como la que hemos hecho ahora para promocionar los Juegos Olímpicos, ha habido algunos que no se han dignado ni a contestar. Afortunadamente no son muchos.

Algunos periodistas son más conocidos por el público que los deportistas a los que entrevistan.

-Es el mundo al revés; lo normal es que el foco esté puesto en el deportista. Si ilumina al entrevistador, es que algo no funciona como debería. Hay algunos egos demasiado hinchados y, claro, bajar luego al terreno de los mortales, sabiendo que la estrella no eres tú, sino el entrevistado, debe ser durillo.

Hace no tanto que el periodismo deportivo era cosa de hombres. ¿Qué ha pasado para que cambie? ¿Había o hay machismo en la profesión?

-Cuando empecé, éramos seis o siete mujeres las que nos dedicábamos al periodismo deportivo, nada más. No sé las demás, pero yo sentía, por las miraditas que enviaban mis compañeros varones, periodistas de toda la vida, que no les gustaba mucho que entráramos en ese mundo. No fue fácil, pero siempre tuve la convicción de que por qué no podía yo hacer lo que más me gustaba, el periodismo deportivo. Aguanté aquellas miradas e insinuaciones lascivas cuando aún era becaria, pero tenía muy claro que a mí me gustaba ser periodista deportivo y lo iba a conseguir. Lo cuento en mi libro Enredando en la memoria.

¿Se ha sentido discriminada alguna vez o piensa que le ha costado más que a un hombre conseguir las metas profesionales?

-Discriminada no me he sentido nunca; he tenido que demostrar que cada cosa que me encomendaban la hacía bien, se podía confiar en mí y resolvía problemas. Una vez que demostré que era capaz de hacer todo lo que me proponían, no hubo mayor problema.