Zarautz - Karlos Arguiñano está en su salsa y se presenta con un libro en la mano, entre risas y bromas dice que por el título, A mi manera, “soy el Frank Sinatra de la cocina porque yo cocino a mi manera”. Dicharachero y muy crítico comenta que nunca le pediría al arzobispo de Valencia, Cañizares, a quien ha criticado recientemente por sus declaraciones sobre los refugiados sirios, una receta. No se muerde la lengua, y corruptos y políticos están en su punto de mira mientras prepara sus platos ante las cámaras. Su trayectoria ha sido premiada con la Antena de Oro.

Dicen que usted es muy coqueto.

-Digamos que me cuido, un par de horitas de andar y me va muy bien; me hago los análisis y me dan tan bien que me digo: “Fúmate algún cigarrito, Karlos”.

¿Es el único vicio que tiene?

-Sí, ya es el único vicio que tengo, además no fumo mucho, no trago el humo, pero enciendo los cigarritos.

Trescientas recetas más y el año pasado sacó otro libro, ¿le queda alguna por hacer o por escribir?

-La verdad es que vendo muchos libros...

Algunos escritores de Literatura seguro que le envidian.

-Seguro. Mira yo vendí 1.600.000 ejemplares de un libro. Salió el Nuevo Catecismo y se vendieron 700.000. Tengo más seguidores que Jesucristo. Ja, ja, ja... ¡Qué tonterías digo! Pero este libro es diferente.

¿Por qué lo es?

-Son recetas regionales, empezamos el año pasado en televisión a hacer recetas de cualquier rincón. Quiero que la gente me pida recetas de su pueblo, las que hacía su madre, su abuelo, su tío... recetas de montaña o de costa. Aunque eso es lo que he hecho yo siempre. Mira, hoy mismo he grabado una caldereta alicantina extraordinaria, he hecho una cazuela para ocho de chuparse los dedos.

¿Quién se come lo que cocina en las grabaciones?

-Todo el equipo, en cuanto acabamos la grabación, todo el equipo está con las cucharas en la mano. Nosotros no hacemos ninguna receta en falso, todas son para comer. Llevamos 27 años en televisión haciendo recetas a diario. Estas trescientas no las he hecho este año, están hechas durante años. La verdad es que me salen bien, muy bien.

No tiene usted abuela.

-Pues no, a estas edades no. Pero las recetas me salen bien, otras cosas igual no, pero cocinar, eso te digo que sí.

Empezó en una escuela de cocina destinada a las mujeres y mire hasta donde ha llegado.

-Con quince años era chapista de la CAF en Beasain y vi que había un cursillo para mujeres casaderas, parece que entonces los hombres no tenían nada que hacer. Había sesenta mujeres casaderas y Arguiñano.

Bueno, podía estar en edad de merecer.

-Ja, ja, ja... ¡qué va! Pensaban ellas: este será gay. Fíjate los años que hace de entonces, las cosas no son como ahora.

¿Quién le obligó a apuntarse a cursillo de mujeres casaderas? ¿Era una apuesta?

-Me apunté porque me gustaba la cocina, mi madre es inválida y me había tocado estar en la cocina desde los ocho años, soy el mayor de los hermanos, y tenía que echar una mano a la ama. También era el cocinero de la cuadrilla y con trece o catorce años ya preparaba cenas. Lo mío era la cocina.

En una época en la que los hombres apenas cocinaban.

-Solamente en las sociedades. Hoy en día, por suerte, creo que hay muchos maridos, muchos novios, mucho solterón y mucho separado a los que les toca cocinar. Al final, hay que cocinar, un pueblo es como come.

¿Le pediría una receta a monseñor Cañizares? Se ha despachado a gusto en la televisión con él.

-El que se ha despachado es él. Probablemente, Cañizares comerá bien. Me gustaría que viviera la base de lo que es un emigrante, parece que no tiene mucha idea, que diga que los que llegan en pateras no son trigo limpio...

Una barbaridad.

-Yo no tengo que decirle nada a Cañizares, que venga el papa Francisco, que es un tío que me parece de fundamento, y le ponga en su sitio.

¿No ha recibido ningún toque de atención por las cosas que critica en su programa?

-No, oficialmente no; extraoficialmente alguna vez me han mandado algún recado, como tengo el toque ese de rojillo...

¿Rojillo?

-Eso dicen. Me han dado algún toque diciendo: “Joder, Karlos, habla de todos”. No me han dicho más, no se deben atrever a decirme más. Yo también tengo más cosas que decir, pero también callo.

¿Haría caso a un toque de atención?

-Ja, ja, ja... No me han dicho nada, pero ni en Antena 3, ni en Tele 5, ni en TVE, ni en ETB y tampoco en las cadena argentinas. Nadie me ha dicho lo que tengo que decir, tampoco lo que no tengo que decir. Lo agradezco un montón. Alguno me mandan algún mensaje del tipo: zapatero a tus zapatos. Soy abuelo de nueve nietos, fui soldado de Franco...

Quiere decir que hizo la mili, ¿no?

-Con fusil hice la mili yo, y no se movía nadie mientras llevaba el fusil.

Acaba de salir un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que nos ha puesto los pelos de punta a todos. ¿Qué estamos comiendo?

-Hay veces que me sorprenden cómo salen las noticias; en un momento dado tuvimos la fiebre aviar, las vacas locas, la polución, el mercurio en el pescado... Parece que nos vamos a morir en tres meses.

¿Podemos comer carne con tranquilidad?

-Lo que tenemos que hacer es una cocina sana, cocina de mercado, tenemos que cocinar un poco más...

¿Cocinamos poco?

-Si alguna queja tengo es que los jóvenes cocinan poco. Veo en las grandes superficies mucha comida precocinada, y eso no.

¿No la aconseja?

-No se debe abusar, ahí es donde van todos los excesos de sal y todo lo que los médicos suelen prohibir cuando vas a hacerte una revisión, lo primero que te quitan es la sal.

Pero comer todo sin sal es aburrido, ¿no le parece?

-Que sepa todo el mundo que los excesos de sal no son buenos. La comida precocinada va súper saladita para que tenga sabor. El sabor hay que dárselo en el pucherito con mucho cariño, reduciendo la salsita y poniéndole una hierbita aromática y menos sal.

¿Qué opina de tanto concurso de cocina en televisión?

-Son realities, no son programas de cocina. Les meten una presión que no puedo ver, siento tanta presión al ver a correr para coger dos cebollas y una botella de aceite. Corriendo no, corriendo no se hace ni el amor.