Barcelona. Albert Espinosa resume los primeros seis meses de este año como muy buenos. Ha presentado su último libro, Brújulas que buscan sonrisas perdidas; estrena temporada y tiene por delante un tiempo de vacaciones que estrenará también en Menorca, un lugar al que no deja de acudir cada año porque fue elegido en su día por sus padres cuando le detectaron un cáncer y le dieron tan solo un 3% de posibilidades de vida. Fue allí donde decidieron luchar e intentar reinvertir ese dato. Espinosa es un hombre optimista por naturaleza y está dispuesto a llegar hasta la quinta entrega. Esta serie refleja la experiencia de su vida: sus miedos, sus ganas de luchar, la angustia y los momentos de diversión y risas que también se dan en un hospital.
¿Cuánto tiempo ha pasado en la vida de los ‘pulseras rojas’ entre esta temporada y la primera?
Dos años. Ellos han dejado de ser unos niños y se han convertido en adolescentes. Para empezar a grabar esperamos a que cumplieran dieciséis años y de esa forma podíamos mostrar los cambios que se iban dando en todos ellos y cómo afrontaban sus enfermedades en una nueva etapa de su vida, la adolescencia.
¿También tendrá que pasar tiempo para poder hacer la tercera?
Sí, resulta complicado porque en la próxima temporada, la tercera, ellos entrarán en un mundo de adultos y para eso tendremos que dejar pasar tres años como mínimo. En esta los actores tienen entre dieciséis y diecisiete años y en la próxima tendrán que tener entre veinte y veintiún años.
¿Qué diferencia notó usted en su experiencia particular cuando pasó de adolescente a adulto?
Dejas la planta de niños y pasas al mundo de los adultos. Es muy diferente también porque todo cambia cuando estás en la universidad.
¿Cuál es la etapa más dura en un proceso de enfermedad tan largo como el que usted refleja?
Quizá la etapa más dura es la etapa adulta, la que va a corresponder a la tercer temporada. Cuando eres un adulto lo ves todo muy diferente. Cuando sales del proceso todo es muy complicado.
Visto desde fuera eso parece lo menos complicado. Se sale de un cáncer y ya hay libertad para vivir fuera de un hospital.
Ya, pero cuando te curas y sabes que antes todo pintaba a la contra, te encuentras muy perdido en el mundo. De la tercera a la quinta temporada hay situaciones complicadas a nivel emocional. Pero cada etapa es muy dura, que te digan cuando eres un niño que tienes un cáncer y pases tanto tiempo en un hospital es muy difícil. Qué te voy a decir de la adolescencia.
Así que resulta tan difícil que te diagnostiquen un cáncer siendo un niño como volver al mundo que se abandonó por la enfermedad.
Por supuesto. Cuándo eres un niño no entiendes por qué te están pasando a ti todas esas cosas, te preguntas por qué tienes tú un cáncer. Cuando eres adulto y ya estás curado de la enfermedad, te preguntas por qué has sido tú el que ha salido de ese mundo y otros amigos tuyos, en cambio, no han llegado a superar la enfermedad. Se te hace extraño vivir cuando antes te imaginabas con seguridad que no ibas a vivir. Tienes que vivir tus sueños a corto plazo y luego te encuentras que tienes muchos años para vivirlos.
La verdad es que ha hecho una serie para que lloremos.
Creo que también es para reír. Tiene de todo como en la vida real. Hay lágrimas, risas y, sobre todo, mucha ternura. Lo que más abunda en Pulseras rojas es mucha ternura.
No hay historias paralelas de los padres de estos chavales o de médicos que les atienden.
Mis padres lo vivieron mal, como todos los padres de todos los niños que pasan por un proceso de este tipo. Pero yo no quería contar esa historia porque ya se ha contado mil veces. El punto de vista del padre o de la madre que sufre por el hijo ya la tenemos también en Pulseras rojas, está explicado en algún personaje secundario. La situación de los padres ante estas enfermedades queda resuelta en un par de secuencias. Tampoco quería el punto de vista de los médicos, me interesa el punto de vista del chaval, mi punto de vista, lo que me pasó a mí, lo que les pasa a los chavales. No me puedo quejar, llevo dos años y medio muy locos. Todavía tengo pendientes viajes de promoción de mi último libro, Brújulas que buscan sonrisas perdidas, esta temporada de Pulseras rojas y una nueva serie que estamos negociando aún y que se llamará Lucas.
¿Cómo es la serie? ¿Va a tener algo que ver con ‘Pulseras rojas’?
Es una serie muy loca, muy diferente. No puedo contar mucho de ella. Habla de los tiempos locos que se viven ahora, de cómo la gente enloquece cada día; es una serie que habla mucho del mundo de la mente.
¿Va a ser un drama o una comedia?
Va a tener humor. Para mí el humor es muy importante. Se puede parecer un poco en eso a Alguien voló sobre el nido del cuco.
¿Tiene también algún libro más para escribir?
No, ahora se trata de cuidar mucho el último. Es tiempo para mí de ir a cinco o seis países más a promocionarlo y la verdad es que estoy muy contento. Si hablo de los cuatro libros que poseo tengo que hablar de millón y medio de ejemplares en veinticuatro países. Es un lujo poder ir a Argentina, Uruguay o México y contar de qué van tus libros, creo que hasta dentro de dos años no escribiré otro. En estos momentos prefiero centrarme en la serie nueva.
‘Brújulas que buscan sonrisas perdidas’. ¿Qué quiere contar con esta historia?
Creo que es un libro de segundas oportunidades. Es la historia de una persona que en el peor momento de su vida y la intento dejar en el mejor. Es la historia de un hombre y las cinco mujeres de su vida y cómo todas estas le ayudan a encontrar un camino. Es importante la primera frase del libro: Para vivir, hace falta vivir. Creo que no deberíamos olvidarlo.
¿Usted cree que vivimos y se nos olvida vivir?
Sí, con demasiada frecuencia quizás. A mí me dijeron una vez que no es triste morir que lo triste es no vivir intensamente y desde entonces no he olvidado esa frase.
¿Qué es Menorca para usted?
Es una isla que tiene mucha energía, a Menorca fui a morir y de alguna manera ahora voy a vivir? Me voy a ir quince días.
Pero, ¿era usted consciente con catorce años de que la muerte estaba tan cerca?
Los médicos nos dijeron que aprovecháramos ese último mes. Se sorprendieron mucho cuando les dijimos que íbamos a luchar contra la enfermedad. Un señor de Menorca me dijo que si tú pides un deseo en una parte de Ciutadella se acaba cumpliendo en otra isla?
¿Pedirá un deseo?
Todos los años lo hago.
¿Se cumplen?
Sí, en los últimos años se han cumplido bastantes.