vitoria. Samanta Villar ha dejado de viajar a mundos ajenos: de vivir en la calle, de bajar a una mina, de estar en una chabola. Eso era en 21 días. Ahora en Conexión Samanta se cuela en las casas de personajes relevantes, más o menos populares, que muestran su lado más desconocido, ese que los medios de comunicación no ofrecen y que poco tiene que ver con el glamour de una fiesta o el escándalo correspondiente.
¿Cómo ve "Conexión Samanta", su nuevo programa?
Como un nuevo formato de reportajes. No vivo la experiencia desde dentro como en 21 días. La vivo como acompañante del personaje.
¿Cuál es el principal objetivo de este espacio?
Buscamos personas relevantes siempre, con más o menos popularidad, y tratamos de hacer un retrato de esas personas. También queremos ver su mundo. Por ejemplo, Francisco Rivera. Hemos visto cómo es su vida, su persona, el mundo del toreo y también queremos ver el mundo que hay a su alrededor: la gente que está cerca, su cuadrilla, su familia...
Un programa mucho más relajado que "21 días", ¿no?
Por supuesto, no tiene nada que ver con lo que hicimos en el anterior. Sigue siendo de reportajes, cuentas historias, pero con un formato diferente. El anterior era un programa que afectaba mucho a tu vida personal.
¿Cuántos programas hizo del espacio "21 días"?
Quince en total, el último lo hice con Adela Ucar. Ha sido una gran experiencia, buena, muy buena.
¿Fue una experiencia dura?
Fue intensa, interesante y muy gratificante. Lo más duro no era que yo lo pasara mal, era ver el sufrimiento de los personajes. Pero el conjunto final, la reflexión última, es que ha sido una experiencia muy positiva a nivel de televisión.
¿Personalmente?
Una aventura única que es muy difícil que se vuelva a repetir. Solo me quedan buenos recuerdos, a pesar de los momentos dramáticos que hubo.
¿El programa más difícil?
El más peligroso fue el de la mina en Bolivia. Allí sigue habiendo miles de personas trabajando bajo tierra. Cuando he visto lo de la mina chilena, los 33 mineros atrapados a 700 metros, me acordaba día tras día de lo que yo había visto en las minas bolivianas. Miles de personas, todos los días, bajando a unos lugares donde no había las mínimas medidas de seguridad, de habitabilidad... Eso es una barbaridad.
También estuvo en una ocasión "21 días en la calle".
Hay que vivirlo para ver cómo es esta vida. Hay veces que echas de menos cosas que para la gente que vive en la calle son ridículas; un suavizante de pelo, por ejemplo. Pero ¿qué es eso para ellos que no tienen un sitio cubierto para dormir? Es cierto que he podido echar de menos una ducha. Nunca, en ningún reportaje, dejé de sentir que yo era una privilegiada.
Decía que este programa llegó a afectar a su vida personal.
Afectaba a toda mi vida privada, te tienes que entregar en cuerpo y alma. Aparcas tu vida y te metes en un mundo de vidas ajenas que nada tiene que ver con la tuya. Hay momentos en los que tú congelas tu vida privada. Es difícil mantener el contacto con tus amigos, es difícil vivir con tu pareja, es difícil estar con la familia. Es una renuncia absoluta a tu vida. Llegó un momento en el que creí que era necesario para mí, para el formato y para la cadena que yo lo dejara.
¿Un relevo?
Sí, que entrará alguien con nueva energía. Es necesario echar el freno y recuperar tu vida para poder seguir trabajando.
Sigue en el mundo de las historias y los reportajes...
Para eso me hice periodista, creo que eso es el periodismo: contar las historias que nos vamos encontrando. Es necesario contar esas historias que hay detrás de mucha gente, gente anónima, ese es nuestro oficio. Poderlas vivir desde de dentro es algo que resulta más cercano, que te hace ver las cosas de diferente forma, te permite establecer un contacto.
Ahora está metida en el mundo de las personas relevantes es como un giro de 180 grados a "21 días".
Es un giro de 180 grados en cuanto a que las situaciones que viven los protagonistas del programa actual, Conexión Samanta, es totalmente diferente en cuanto a lo económico. No viven en la calle o no trabajan en la mina, pero también contamos su historia, lo que hay detrás de esas personas que a través de los medios de comunicación ofrecen una imagen que no siempre es real.
Los 21 días iban terminando y aparcaba también historias muy dramáticas...
No se aparcan esas historias, te marcan mucho y sigues manteniendo contacto con esas personas con las que has vivido momentos muy duros y dramáticos. Además, la gente ayuda. Cuando hicimos el de la mina en Bolivia, a través de Facebook de Cuatro empezaron a mandar mantas, dinero... En el programa de los minusválidos dependientes, un espectador con muchos posibles creó una fundación para ayudar a estas personas.
Le acusaron de robar cobre, incluso se inició un proceso judicial.
Nunca lo valoré como algo grave y no lo fue. El fiscal dijo que no veía indicio de delito y se acabó la historia. Pero ponte en mi lugar, estás viviendo con gente que no tiene qué comer, qué beber, no tiene casa o no tiene familia... Llega un problema de estos y lo relativizas de una forma brutal. Nunca me preocupé por ese tema, en el peor de los casos ¿una multa? Pues se paga esa multa y ya está. Es cierto que salió en la prensa y me sirvió para ver que se trabaja mal, la mayoría de la gente nunca contrastó la información. Fue una historia más que contar.
El año pasado, el primer reportaje lo terminó el 25 de diciembre, había estado 21 días en la calle...
Ja, ja, ja... Este año van a ser más relajadas. El contraste de volver de la calle a tu vida normal, el dolor que te provoca saber que los estás dejando allí, que allí siguen, que tú vuelves a otra vida. Cuando lo piensas, te quedas perpleja de la cantidad de mundos paralelos que hay. Y esos mundos paralelos están ahí, a la vuelta de la esquina, no hay que ir muy lejos.
¿Hay mundos paralelos entre los famosos?
Claro. Hay mundo paralelos que vive una sola persona: cómo es esa persona cuando se muestra delante de los medios de comunicación o cuando está tranquila en su caso. Eso me ha pasado a mí con Fran Rivera.
¿Cómo lo veía?
Como un chico muy arisco, muy distante. Es cierto que ha tenido un seguimiento exhaustivo por parte de los medios y que muestra cansancio. Cuando nos abre la puerta de su casa descubro a un chaval afable, respetuoso, educado, amable y con sentido del humor. Lo ves así y piensas: Este es un chico con el que yo me iría a tomar unas cañas tranquilamente.
Su programa va a servir para redimir la imagen de los famosos.
No pretendemos sacar el lado bueno o malo de los personajes con cierta relevancia, queremos mostrar la otra cara. La que no va maquillada, la de estar en casa, la de charlar y la de hablar de cosas que nos pasan a todos, que nos preocupan a todos.