na de cada dos personas que se decanta por Volvo en el mercado español elige el XC40. Es lógico, por tanto, que la firma sueca ponga todos los medios para prolongar ese idilio. Su actual estrategia comercial persigue estrechar vínculos con la clientela de clase media con iniciativas como el lanzamiento de la versión T2, que adopta un motor de gasolina más modesto (129 CV) para rebajar sus pretensiones económicas: está disponible desde 31.450 euros en adelante.

Esa cifra que abre la tarifa oficial, sin computar posibles descuentos, lo convierte en el SUV más asequible del catálogo. Reduce en 2.500 euros el precio de la versión T3, cuyo motor de cuatro cilindros rinde 163 CV, que daba acceso hasta ahora al modelo. La T2 establece así un doble diferencial, económico y de rendimiento, que conviene valorar adecuadamente antes de tomar la decisión definitiva.

Por otra parte, Volvo adorna el estreno de esta nueva alternativa básica del XC40 proponiendo una Premium Edition por 23.700 euros. Se trata, claro está, de un señuelo, un precio rompedor, pero con asterisco: queda reservado a operaciones cursadas a través de la financiera de la marca, que publicita una atractiva cuota mensual de 299 euros. Es cuestión de hacer números y ver si sale o no rentable. La Premium Edition, que ofrece un equipamiento cerrado, estará a la venta hasta fin de año, sin límite de pedidos. Estos se irán sirviendo a los clientes paulatinamente, en función de la capacidad productiva de las plantas de la compañía, ya bastante saturadas.

La versión T2 baja el diapasón económico del XC40 de un modo que puede resultar determinante para ciertas personas. Por ejemplo, las que descubren ser clientes potenciales de una marca Premium a cambio de un desembolso similar al que exigen las generalistas. Para buena parte del público, renunciar a una dosis de potencia no supone un sacrificio si a cambio se disfruta de un plus de prestigio y calidad. Eso es justo lo que Volvo propone en este caso concreto.

La motorización elegida para animar la versión T2 es un bloque gasolina 1.5 de tres cilindros y 129 CV. Dicho rendimiento corta un poco las alas al XC40, que acusa la reducción de potencia -entrega 34 caballos menos que el motor T3- algo más de lo que indican los registros de homologación. En ellos no se constatan diferencias de velocidad punta (ningún Volvo supera ya 180 km/h), consumo medio (6,8 litros en WLPT) y emisiones de CO2 (154 g/km) entre ambos motores; el pequeño solo queda atrás a la hora de acelerar: necesita 10,9 segundos para progresar de 0 a 100 km/h, frente a los 9,3 del otro.

Lo que esos datos reflejan es una clara diferencia de temperamento, no tanto de prestaciones, que puede resultar decisiva para unos e insignificante para otros. Con esos nada desdeñables 129 caballos, el motor de tres cilindros responde con alegría y tesón a poco que quien conduce lo haga trabajar algo subido de vueltas. La aportación de un chasis impecable y de una excelente caja de cambios manual -la automática también lo es, pero da menos juego- propicia disfrutar de las reacciones vivaces y precisas de un coche al alcance de cualquiera. Eso sí, en un viaje largo o a plena ocupación, las personas de temperamento impulsivo no van a disfrutar tanto como las sosegadas.

Aunque adolezca de las reacciones fulgurantes mostradas por otras versiones del XC40 más solventes y costosas, la T2 sí garantiza cualidades transversales de la marca como la puesta en escena esmerada y los acabados depurados. El SUV de talla media (4,42 metros de largo, 1,86 de ancho y 1,65 de alto) disfruta de una cabina holgada, idónea para cuatro adultos con equipaje (ofrece un cofre de carga de 460 litros). Es un habitáculo diáfano ambientado al más puro estilo escandinavo, es decir, caracterizado por un minimalismo racional sin las concesiones barrocas propias de otros fabricantes.