El Viernes Santo es el segundo día del Triduo Pascual, periodo del calendario litúrgico en el que se conmemora la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

En concreto, este día se recuerda la muerte en la cruz del "Rey de los judíos". Según los evangelios, Cristo murió a los 33 años y a la hora nona (las tres de la tarde).

Jesús fue juzgado por el Sanedrín ya que lo consideraban un alborotador que se autodenominaba el "Hijo de Dios".

Los judíos llevaron a Jesucristo ante Poncio Pilato, quinto prefecto de la provincia romana de Judea, quien no vio culpa en él, aunque tras las presiones del pueblo decidió crucificarlo y liberar a Barrabás, un reo muy conocido de la época.

La expresión "lavarse las manos" proviene de este día, ya que Pilato proclamándose "inocente de la sangre de este justo" se lavó las manos con agua delante del pueblo.

Después de condenarlo, despojaron a Jesús de sus vestiduras, le pusieron una corona de espinas y le azotaron. Más tarde, le hicieron llevar su propia cruz hasta el monte Gólgota o calavera, llamado así por la forma de la piedra de una de sus laderas.

Una vez fue crucificado se colocó en lo alto un cartel con la expresión INRI, que significaba: "Jesús Nazareno, Rey de los Judíos".

Según los evangelios de Mateo y Marcos, antes de morir Cristo dijo: "Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Y expiró.

Según las Escrituras, en ese momento se rasgó el velo del templo, la tierra tembló y se partieron las piedras.

Un centurión romano que asistió a la crucifixión afirmó: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios".

Peculiaridades de Viernes Santo

Este día no se hay misa, pero sí que se celebran los Santos Oficios y la Liturgía de la Muerte del Señor. En las iglesias se retiran las flores y los adornos y se tapan las imágenes de los santos como símbolo de luto. Además, la Iglesia recomienda hacer ayuno y abstinencia de carne a modo de penitencia. Además, ese día no hay ningún canto durante la celebración.

El color litúrgico del Viernes Santo es el rojo, en memoria de la sangre derramada por Jesucristo. Muchísimos pueblos y ciudades celebran la llamada procesión del Santo Entierro al anochecer.