Macron prepara una cumbre sobre las disputas con Turquía

En febrero, el Consejo de la UE impuso sus primeras sanciones a Turquía por las crecientes perforaciones de gas en aguas chipriotas. Ankara se opone a cualquier operación gasística de empresas europeas en aguas de Chipre hasta que se resuelva el contencioso que divide la isla desde 1974. Chipre se encuentra en la carrera, junto a Israel y Líbano, para explotar depósitos de gas en esta parte del Mediterráneo.

“No dejemos nuestra seguridad en el Mediterráneo en manos de otros actores”, apuntó mostrando toda “la solidaridad con Grecia y Chipre”, principales víctimas de las provocaciones de Erdogan, presidente de Turquía. “No aceptamos que el espacio marítimo de un miembro de la Unión está amenazado”.

Por último, Macron mostró todo su apoyo a la operación ‘Irene’, la misión naval europea que tiene por objetivo revisar el embargo de armas decretado por la ONU en Libia y que ha sido objeto de duras críticas tanto a nivel interno como externo. La propia Turquía la acusa de no ser parcial y favorecer al general Khalifa Haftar, apoyado por París y oponente a Fayaz al Sarraj, defendido por Turquía.

Dentro de la UE, potencias como Francia e Italia apoyan a partes diferentes y opositoras. Turquía, por su parte, no cesa de aumentar su presencia en el conflicto libio con mercenarios, mayoritariamente sirios, alterando la balanza de poder e incrementando la guerra. Además, tanto Ankara como París son miembros de la OTAN y un choque más frontal pondría en una situación muy incómoda a la Alianza Atlántica.

Libia, Estado fallido desde la caída del dictador Muammar al Gaddafi en 2011, está gobernado por dos Ejecutivos enfrentados y miles de clanes y milicias. Su escalada tiene conflictos directos en la seguridad, migración y economía europeas, pero también en su credibilidad exterior como actor de peso.