Muchos recordarán aquellas tardes de sábados y domingos en las que ETB-1, y hablamos de los años 90, animaba la tonta hora de la sobremesa con capítulos del mismísimo Mr. Bean. Humor british 100% que enganchaba a todas las edades. Inolvidable aquella lluviosa jornada de invierno en la que mi madre colapsó de risa durante la emisión del mítico capítulo Mr. Bean in Room 426 (Bean en la habitación 426). Histórico episodio en el que Rowan Atkinson, célebre intérprete, pisaba moqueta con el culo al aire por un terrible bed and breakfast diseñado por la mismísima Camilla Parker Bowles. Todo ello con pastilla blanca de jabón en mano y esas mil y una muecas imposibles de reproducir. Porque Mr. Bean, sin duda, representó durante años, junto al inolvidable Burusoiltxo (The Baldy Man), lo mejor de la flemática comedia inglesa. Esa risa absurda con aroma jamón york que en el ámbito estatal, con olor a jamón serrano, interpretaban a la perfección Martes y Trece.
Y como ya les sucediera a ellos en 1997, ahora es el propio Atkinson quien está hasta las cejas de Mister Bean. ¡No lo quiere ni ver! El actor nacido en Consett considera, cumplidos los 66, que volver a interpretar al personaje que le elevó a la categoría de icono pop mundial se ha convertido en algo "demasiado estresante y agotador". Así lo recogen esta semana los amarillos tabloides de Londres. Rowan ha concretado que cada vez le supone más esfuerzo "meterse en la piel de un tipo extremadamente torpe y necio". Afirmaciones que curiosamente llegan cuando trabaja en un filme de animación sobre dicho personaje, que tiene toda la pinta de ser el último. Su fortuna, amasada durante años entre el cine, el teatro y la televisión, supera los 150 millones de euros.
Quizá por ello, quien antaño fuera Mr. Bean ahora busca sosiego y tranquilidad. Personajes como Johnny English que le mantengan en la pomada, pero alejado del ruido mediático del papel couché. Dos veces casado y padre de tres hijos, Atkinson estudió Ingeniería Eléctrica en la misma clase que el ex primer ministro laborista Tony Blair. Y es íntimo amigo de Carlos de Inglaterra, su mayor fan, tanto en la vida personal como en esa apariencia física que siempre ambos han fomentado.