Ya adelantan que Rajoy y Pedro Sánchez se lo van a hacer con Bertín. En principio suponemos que en la casa de Bertín. No se sabe si aparecerán escenas de cama o todo el tema se quedará en pura conversación. Ya se sabe que quien no se meta en la casa de Bertín o en el programa de Pablo Motos es que no existe. El otro día coincidieron los dos en El hormiguero. Un encuentro interestelar que batió todos los récords de audiencia del programa. Algo que dice bien claro que a la gente lo que le va es el cachondeo. La que no se termina de ver es la faceta de entrevistador de Bertín. Más bien por lo visto hasta ahora, su programa consistía en que entrevistado y entrevistador intercambiaban preguntas. Algo asó como: “Jo Batín la de pasta que te tiene que costar tener así de verde el césped”. “No te creas amiga mía, tengo un jardinero nepalí que es un chollo”. O “¿te acuerdas Mari Carmen Bordiu que en nuestros años lo típico era que los chicos y chicas estudiáramos el bachiller en un liceo de París? “Jo, ya te digo Osborne; qué plastas eran los padres de entonces”. En plena campaña electoral no veo yo que ni Rajoy ni Sánchez vayan a sacar un voto visitando la casa del macho alfa nacional. Y hablando de alfas y omegas, el viernes se estrenó las película Ocho apellidos catalanes. La segunda versión del filme que antes hablaba de los vascos. Es tal la expectación que no ha habido programa de televisión que no se haya hecho eco del estreno o haya invitado a sus protagonistas a los que, por cierto, hay que sumar dos actores muy televisivos como Berto Romero y Rosa Mª Sardá. El crítico de El País Carlos Boyero se atrevió a decir que no le gustó; que era un engendro: recibió todo tipo de improperios por parte de sus propios lectores. Y es que si algo ha cambido el papel de la crítica es que, el la escribe, también acaba siendo criticado. Y hombre, a eso no todos estamos acostumbrados.