¿Por qué las redes sociales resultan tan adictivas para los menores?

Lo que nos encontramos con las redes sociales es un scroll infinito de luz, sonido y movimiento. Es decir, podemos tener acceso a una grandísima cantidad de contenidos que no se llegan a terminar nunca. Entonces, al final, es un recurso enorme. Eso es lo que hace que sean adictivas.

¿Siempre han generado tanta adicción las redes sociales?

Creo que ahora son mucho más adictivas que antes, por el tema de que incluyen vídeos y movimiento. Cuando un bebé no tiene esa parte más cognitiva, lo que le llama la atención es la luz, el sonido o el movimiento. Los que son padres lo saben bien.

¿Qué es lo que más le preocupa de las redes sociales?

En este sentido, lo que más me puede preocupar es el cerebro de los adolescentes y de los jóvenes, que al final no tienen tan desarrollada como los adultos una parte llamada corteza prefrontal, que se encarga del control de los impulsos, de la atención, de la concentración, de la planificación y de las funciones cognitivas más avanzadas.

¿Cuánto tiempo pueden pasar los jóvenes en las redes sociales?

Hay jóvenes que pueden pasar conectados más de 12 horas al día, lo cual es una auténtica barbaridad.

“Establecer límite de tiempo y fomentar actividades offline son claves para prevenir que los jóvenes se enganchen a las redes”

¿Qué supone esto?

Supone que dejen de hacer otras cosas que sí harían si no fuese por la presencia de las redes sociales. Antes había una mayor interacción entre los chavales. Ahora muchas veces te encuentras con niños y jóvenes que están mirando una pantalla en lugar de estar haciendo otras cosas. Creo que el problema social no solamente es el hecho de la propia adicción en sí misma, que puede tener que ver con la variabilidad interindividual de cada persona, sino también con el dejar de hacer otras cosas que pueden ser de gran valor.

¿Cómo se puede saber si un joven está enganchado a las redes sociales?

Un aspecto a tener en cuenta es la irritabilidad. Los jóvenes pueden estar más irritables, pueden tener ataques de rabia, de ira y no ser capaces de dejar las redes. Puede llegar a ser como una droga para ellos.

¿Qué consecuencias podría llegar a tener en los jóvenes una prolongada exposición a las redes sociales?

 Lo que más me preocupa es que no se valoren las gratificaciones a medio y largo plazo, que son las que realmente merecen la pena en la vida, y entrar en una dinámica cortoplacista de disfrute.

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“Es importante hacer ver a los jóvenes que las redes están llenas de imágenes idealizadas, que no siempre representan la realidad”

¿De qué manera se puede prevenir que los jóvenes se enganchen a las redes?

La primera cuestión sería establecer un límite de tiempo. Después fomentar actividades offline y una comunicación abierta con otras personas. También es importante educar sobre el buen uso de las redes sociales, enseñar a los jóvenes a ser usuarios conscientes y críticos. Esto nos lleva a ayudarles a entender que las redes están llenas de imágenes idealizadas y que lo que ven no siempre es una representación realista. Debemos ayudarles a desarrollar una autoestima fuerte que no dependa de esa validación externa que se puede encontrar en las redes.

¿Quiénes deberían llevar a cabo esas tareas?

Creo que los responsables de marcar esos límites son los padres. Se corre muchísimo riesgo tanto con las pantallas como con las redes sociales si no se hace un buen uso de ellas. El buen uso y el aprendizaje es algo que hay que enseñar.

¿Es partidario de prohibir el acceso a las redes sociales hasta una determinada edad?

Se tendría que regular el acceso, sobre todo porque hay veces que es difícil a ciertas edades identificar los contenidos que pueden ser peligrosos.

El alcalde de Nueva York ha comparado las redes sociales con el tabaco y las armas. ¿Qué le parece?

Es difícil comparar. El tabaco está hecho para ser adictivo; las redes también pueden serlo. La cuestión es que es algo que se tiene que regular, modular y usar en dosis adecuadas; si no, es un veneno. Si se pueden moderar y usar con sentido común, pueden ser muy positivas.