Inés viajó el pasado 23 de agosto a Germantown, en Carolina del Norte para vivir, con 16 años, la experiencia de estudiar un curso escolar completo en Estados Unidos. Era su sueño, y partió desde Getxo con la maleta llena de ilusiones, pero nada más llegar a la casa donde pasaría los próximos 10 meses, todas esas buenas sensaciones se transformaron en miedo, tristeza e impotencia. Y es que, lo que se encontró no tenía nada que ver con lo que la agencia le había prometido.

Una casa completamente desordenada, una habitación llena de trastos y suciedad fue lo que se encontró al pasar la puerta del que sería “su hogar” durante su curso escolar. No dudó en coger el teléfono y llamó a sus padres, que se encontraban de vacaciones. “Estábamos pendientes de la llamada, pero sin tener el teléfono en la oreja, con muchas ganas de escuchar cómo Inés había llegado”, recuerda Iratxe Centeno, su madre. Sin embargo, lo que le oyeron decir a Inés les partió en dos.

“Estábamos dormidos porque aquí eran las tres de la mañana y cuando sonó el teléfono nos despertamos emocionados”, cuenta. ‘Es Inés, es Inés’, dijeron ansiosos por escuchar la voz de su hija. “Ama, yo no me puedo quedar aquí”, les dijo entre sollozos. “Pero, ¿qué pasa hija?”, le preguntaron preocupados. Sin embargo, al encontrarse en ese momento con la familia de acogida no pudo detallarles lo que se había encontrado. Al día siguiente, la videollamada que hizo con sus familia “dejó muerta” a su madre.

Nada más conocer la situación de Inés, Iratxe se puso en contacto con la agencia especializada de Getxo que les había gestionado el viaje y aseguraron que se pondrían en contacto con la agencia de Estados Unidos para tratar de solventar la situación. “Nos comunicaron que buscarían otras familias para mi hija, pero nunca llegaron a ofrecérnoslas”, denuncia.

Y es que, durante su curso escolar en Germantown, Inés vivió muchas más situaciones que le hicieron difícil la estancia, además de la suciedad con la que convivía. Su familia de acogida ni le llevaba ni le recogía al colegio, lo que le suponía tardar 1 hora y 50 minutos a clase, tampoco la acercaba a las extraescolares, ni la acompañaban los fines de semana a conocer el pueblo. “Mi hija ha vivido un Halloween en Estados Unidos metida en casa porque a la familia no le apetecía salir”, señala Iratxe.

Recuerda que en una ocasión Inés pidió unas sábanas limpias y la familia le dijo que las cogiera de la habitación de al lado. De todo lo que le enseñó Inés a su madre, lo que más le impacto a Iratxe fue las condiciones en las que tenía que viajar su hija cuando iba en coche, y es que, la zona donde se colocan los pies se encontraba llena de basura.

Basura en el coche en el que se desplazaba Inés Cedidas

Sin embargo, Iratxe señala que aunque muchos le recomendaban dar parte a Sanidad o a la Embajada sobre la situación de Inés, nunca lo hizo porque no quería “hacer daño a la familia de acogida”. “Yo soy madre, y esa mujer tiene tiene hijos, uno de nueve y otro de ocho, y yo qué quieres que te diga, no quiero que a ellos les pase nada porque esto va con las agencias, ellas son las que tenían que responder si mi hija no estaba bien y no lo hicieron”, sentencia. Por ello, se plantea denunciar a la agencia contratada. Por el momento, ya ha relatado de forma pública en infierno de Inés por redes sociales con el fin de que otras familias no pasen por lo mismo.

Cuando se percataron que ni la agencia estadounidense, ni con la que ellos estaban en contacto en Getxo “movían un dedo” por su hija, decidieron ir a buscarla, sin embargo, Inés les pidió que no lo hicieran. “Ella quería vivir su sueño, a pesar de todo lo que estaba viviendo había conocido a personas muy buenas en el colegio y además, sabía que nosotros no podríamos volver a reunir los 15.000 euros para que volviese a estudiar allí”, lamenta.

"La familia es más que adecuada"

Inés no dudó en compartir su situación con esas personas que le estaban facilitando su estancia. Esto hizo que la agencia de americana le llamase la atención y le “amenazara” con traerla de vuelva a casa. “La familia anfitriona es muy amable y la tratan como a un miembro más de la familia. Personalmente he visto la casa a través de Zoom y es más que adecuada. (…) Inés ha involucrado a terceras personas y les ha dicho a todos lo horrible que es su casa de acogida, lo cual es absolutamente falso. Este comportamiento podría conllevar su vuelta”, escribió la agencia americana.

Además, le hicieron firmar un documento escrito en inglés y en primera persona en el que presuntamente Inés reconocía estar arrepentida de criticar a su familia de acogida. “Si veo que algo está sucio en la casa lo limpiaré o me ofreceré a ayudar a limpiarlo”; “Dejaré de hablar constantemente con mis padres y limitaré mi contacto con ellos a un correo electrónico, un mensaje o una llamada cada dos semanas”; “Estoy aquí para adaptarme a mi familia de acogida, no para que ellos se adapten a mí”, son algunas de las frases que redactaron por ella y que le “obligaron a firmar ya que si no la devolverían a casa”.

La vuelta de Inés

A pesar de la situación, Inés ha vuelto a casa el pasado junio con todo aprobado. “Estamos muy orgullosos de ella porque es una luchadora, a pesar de todo lo que ha sufrido ha luchado por cumplir su sueño”, indica su madre. Sin embargo, asegura que “todavía hay muchas cosas que no nos ha contado”. “Ha vuelto con sobrepeso porque todo lo que ha comido durante 10 meses ha sido comida procesada, hamburguesas y pizzas que pedía la familia a domicilio. Nos ha dicho que nunca cocinaban en casa”, relata disgustada.

Ahora, Inés tendrá que volver a adaptarse a su vida en Getxo, aunque esta vez será una transición llena de amor y cariño, junto a los suyos.