Ocho personas murieron el año pasado en Euskadi en incidentes con fuego, tres más que el año pasado, según el Estudio de Víctimas de Incendio y Explosiones en España elaborado por Fundación Mapfre y la Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos (APTB).

Cinco de estas víctimas mortales fallecieron en incendios desatados en sus viviendas. Tres de ellos -tres hermanos octogenarios- perecieron el incendio de su caserío en Okondo (Araba) y las otras dos víctimas mortales lo hicieron al registrarse un incendio en su edificio de pisos.

Otras dos personas murieron en incendios ocurridos en el exterior y la última en una infravivienda.

Según este informe, que recoge datos de los servicios de bomberos y de los institutos de medicina legal y ciencias forenses de las diferentes comunidades autónomas, en el conjunto del Estado murieron 235 personas en un incendio o una explosión el pasado año, la cifra más alta desde 2010.

Desde que se elaboró el primer informe en ese año 2010 la cifra ha ido variando, siempre por encima de las 120 víctimas, y alcanzó su anterior pico en 2017, cuando este tipo de suceso se cobró la vida de 212 personas.

El total de 235 víctimas (176 en viviendas) supone un índice de casi cinco muertos por cada millón de habitantes, un tasa que en Euskadi baja al 3,62.

La mayoría de incidentes (175) se saldaron con un solo fallecido, aunque un incendio en una residencia de mayores de Valencia ocurrido en enero segó la vida de 9 personas.

También fueron especialmente trágicos el incendio forestal en la Sierra de la Culebra (Zamora), con cuatro víctimas, o los sucedidos en viviendas de Barcelona y Álava, con cuatro y tres muertes respectivamente.

2022, un año "nefasto"

    "El año 2022 solo admite un calificativo a la hora de valorar los datos de muertes en el Estado español por incendios de todo tipo: Nefasto", resalta el documento.

Dos de cada tres fallecimientos son causados por la intoxicación por humo o gases tóxicos derivados del fuego, seguido de las quemaduras (27,7 %).

Los responsables de estos fuegos mortales suelen ser aparatos o equipamientos eléctricos (16,5 %), productos que desprenden calor (14,2 %) o personas fumadoras (9,7 %).

Además, del estudio se desprende que el 57 % de las muertes se producen durante la noche y que el 59 % ocurren en los meses más fríos, siguiendo la pauta habitual de otros años y que indica que "la mortalidad por incendios está directamente ligada con las bajas temperaturas y el uso de sistemas de calefacción".

Por ello, la Fundación Mapfre y la APTB exigen una política que "fomente la colocación de sistemas de detección de humo en casas particulares", donde existe mayor "margen de maniobra para reducir los trágicos números".

De esta manera, indica el informe, se lograría homologar la legislación española con la francesa, la británica o la alemana, países donde estos aparatos son obligatorios.

En 2022 se puso en marcha una comisión de trabajo liderada por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana con este fin, que los autores del estudio esperan que de sus frutos "en unos pocos meses".