Al hablar del narcotráfico, es inevitable pensar en nombres de hombre. Y sin embargo hay uno que resuena especialmente en el Estado español y que hace referencia a una mujer que en los años 90 dirigió uno de los mayores alijos de la historia del narcotráfico. Ella es Ana Garrido, conocida por muchos como La rubia o La reina del norte, y durante años dedicó su vida a esta empresa. De ella, pero también con ella, ha hablado el abogado Ulises Bértolo en su nuevo libro de nombre, precisamente, La dama del norte, una obra inspirada en su vida que combina hechos reales con otros ficcionados.

Pero, ¿qué le llevó a adentrarse en este mundo? Tal y como explica Bértolo, que mantuvo varios encuentros en Málaga con Garrido dentro del proceso de documentación de la novela, una de las claves para conocer a La Rubia es su origen. “No entendía cómo una mujer que nace en Asturias, en un pueblo minero, en el seno de una familia humilde y religiosa, acaba en las antípodas, en el narcotráfico. La pregunta de cómo fue que entrase en este mundo fue lo que me provocó la necesidad de escribir la novela”, explica el abogado, que se decantó por hacer una novela porque no le interesaba construir una biografía. Eso sí, ya adelanta que Ana Garrido está presente a lo largo de toda la historia, pero “pasada por una modificación de hechos y de personajes dramatizados, porque esto no deja de ser una novela”. Ahora bien, tras ese primer encuentro en el que Bértolo se quedó prendado por la historia de esta mujer que se movió en “un mundo de hombres”, hubo más.

Y, de esta forma, pudo ir profundizando en ese origen, el que le llevó a tomar las decisiones que tomaría después. “Ese nacimiento en un pueblo donde hay casi como un ser vivo que es la mina que se traga a los hombres, el miedo constante con el que se vive y el sentimiento de tener que recomponerse ante la adversidad, eso es algo muy importante”, reflexiona el letrado, que asegura que la razón por la que ella entra en el mundo del narcotráfico tiene mucho que ver con acontecimientos que pasan cuando es muy pequeña. “Ocurre algo terrible. Ese algo terrible hace que se desmorone todo lo que hay a su alrededor, esa sociedad que conoció, la comunidad donde vive, y que quiera salir, ganar dinero para ganarse su libertad, para poder ser ella y no tener que depender de los demás”, explica Bértolo, que concluye que este caldo de cultivo tiene mucho que ver con el hecho de Quiero ganar dinero, que es precisamente como entra en el narcotráfico. Porque para él, este negocio, aunque es una industria criminal, “no deja de tener unas pautas que pueden ser parecidas a las que podemos conocer en una empresa. Progresar en una carrera, hacerte un nombre y hacerte respetar. Muy complicado, porque sus competidores eran todos hombres”, añade finalmente.

Y para construir este relato ha tenido que hacer uso también de su experiencia en la abogacía, esa de la que siempre quiso escapar en su faceta como novelista. Conoció el proceso judicial, y sobre todo también al equipo policial detrás de todo esto, porque en una operación policial como fue Temple, la que acabó con el reinado de Garrido, el incansable trabajo de los policías es esencial. Y en este proceso ha llegado a comprender que la Policía puede distinguir incluso en la delincuencia a las personas buenas, de las malas y de las muy malas; “aquellos que tienen un instinto criminal innato, de aquellos que son responsables de sus actos pero quizá no son personas necesariamente malas”, matiza. “He llegado a ver empatía, he llegado a conocer a algún agente que a lo largo de los años incluso mantiene el contacto con la persona que inspira esta novela, con Ana Garrido. He llegado a entender que no había un instinto criminal nato, en el sentido de que una persona puede llegar a ejercer la violencia en un momento determinado si está en su mano y necesita hacerlo, y alguien que considera que eso es una línea roja y no lo haría nunca”. 

En definitiva, para él lo realmente lo importante de esto es descubrir que detrás de la narcotraficante, de Ana Garrido, de La Rubia y de todos sus nombres, hay una persona “con unos anhelos, unos deseos y unos miedos, que tampoco distan mucho de lo que son los nuestros”. Y también, reconoce, ha descubierto lo poco que duerme la policía. “Me decían Lo teníamos muy jorobado incluso para llevar una vida familiar normal, porque los malos trabajan siempre”.

El bien y el mal

Pero, ¿existe el bien puramente hablando y el mal absoluto? “No existe. Uno toma las decisiones voluntarias en su vida, es responsable de sus actos. Alguien puede tomar un camino equivocado, y también es importante hacerse responsable de ello”, reflexiona Bértolo, que precisamente como abogado tiene que enfrentarse a esta cuestión constantemente. “Ana Garrido dice Esta fue mi vida, esta es mi vida y yo es la vida que he vivido”, explica al tiempo que reflexiona que hay veces que la verdad real no es igual que la verdad judicial. “Cuando hablamos de situaciones, y lo digo porque he participado en defensa de personas imputadas en macroprocesos, donde el poder individualizar lo que ha hecho alguien es muy complicado, porque todos parecen culpables. Cuando hablamos de una trama calificada jurídicamente como un conjunto de personas y cada uno hace algo, es muy difícil hacer esa operación quirúrgica para poder demostrar una inocencia. Esto de la justicia no es una ciencia exacta”, recuerda. Eso sí, ya adelanta que con esta novela no busca “ni redención ni juzgarla”. Solo ha querido contar la historia, no de una narcotraficante, sino de “una mujer que aprende a reinar en un mundo dominado por hombres”.

La ‘Operación Temple’

Pero, ¿qué fue la Operación Temple que puso fin al reinado de Garrido, que ahora cumple condena en prisión? Aunque en ese momento no trascendiera mucha información al respecto, los periódicos de la época hacen alusión a la incautación, en 1999, de diez toneladas de droga a bordo de un pesquero en las islas Canarias, así como de otras 5,1 toneladas en la localidad coruñesa de A Pobra do Caramiñal. Y no solo eso. Diecinueve personas fueron detenidas entonces, además de los 16 tripulantes del barco -uno de ellos fallecido a causa de un paro cardiaco durante el arresto-. Entre los detenidos también se encontraba Ana Garrido, alias La Rubia, junto a la que también detuvieron a Alfonso de León Fernández. Durante una temporada, la Policía había establecido una vigilancia especial sobre los dos, así como sobre otros sospechosos, lo que trajo como desenlace todas estas detenciones y la incautación de la droga. Un proceso que ahora también puede leerse en La dama del norte. 

El narcotráfico en datos: 24.114 detenciones solo en 2020


Los datos que giran en torno al narcotráfico siguen preocupando a los ciudadanos y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Solo en el año 2020, estas realizaron, sin ir más lejos, un total de 24.114 detenciones por actividades relacionadas con el tráfico de drogas, una cifra que desciende respecto al año anterior, pero que sigue siendo elevada, más de la mitad de los cuales además estaban relacionadas con el tráfico de productos canábicos. 


Estas y otras cifras se enmarcan en la Estadística anual sobre drogas del año 2020, un informe elaborado por el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) de la Secretaría de Estado de Seguridad y que arroja otros datos como que del total de las detenciones practicadas, 5.899 lo fueron por tráfico de cocaína; 3.840 por cultivo de plantas de cannabis; 7.182 por tráfico de marihuana; 6.938 por tráfico de hachís; 1.474 por tráfico de heroína, y el resto por tráfico ilícito de drogas sintéticas.


Asimismo, el 69 por ciento de estos arrestos (un total de 16.520) afectaron a ciudadanos españoles; respecto de los extranjeros apresados en operaciones anti-narcotráfico -recuerdan desde La Moncloa-, las nacionalidades más habituales son la marroquí y la colombiana. En 20.897 de las ocasiones, por su parte, los arrestos afectaron a hombres, y solo en 3.217 casos las detenidas fueron de mujeres.

Imagen de unas esposas Freepik

Estas son las cantidades de droga incautadas en 2020


Tal y como arrojan en el informe Estadística anual sobre drogas 2020, ese año fueron incautados 36.948 kilogramos de cocaína, cifra que representa un ligero descenso (2,5 por ciento) respecto del año anterior. Del total, 8.355 kilogramos fueron aprehendidos en siete embarcaciones interceptadas en alta mar, mientras que el resto, en su mayoría, fue localizado en contenedores de transporte a su llegada a puertos españoles. “Las mayores incautaciones de este tipo se realizaron en los puertos de Barcelona, Valencia y Algeciras (Cádiz)”, explican desde Moncloa. También fueron localizados 130 correos humanos que transportaban un total de 333 kilogramos de cocaína, cantidad que representa el 1% del total incautado en 2020. Por su parte, en lo que respecta al cannabis, ese año fueron localizadas e incautadas 1.700.462 plantas, lo que representa un crecimiento de un 10,5% respecto del año anterior y cerca de un 350% comparado con 2015.


Así ha evolucionado el precio de las drogas. Sergio G. Canizares

Evolución del precio de las drogas


En el informe sobre Alcohol, tabaco y drogas ilegales en España, se aportan además otras claves tales como la evolución del precio medio de las drogas en el mercado ilícito en el periodo comprendido entre los años 2000 y 2020. De esta forma, la unidad de éxtasis costaba en el año 2000 11,52 euros, para en 2020 pasar a valer 10,49 en la segunda mitad del año. Y, en gramos, el speed ha pasado en ese mismo lapso de tiempo de 25,52 a 25,90 euros, la resina de hachís de 3,87 a 5,52, y el gramo de grifa/marihuana de 2,49 a 5,09. En lo que a heroína y cocaína se refiere, el gramo de la primera ha pasado de 66,38 a 56,71 euros y el de la segunda de 57,16 en 2000 a 61,05 euros en 2020. De estos dos últimos también informan sobre su pureza, y en ese sentido destacan que “a lo largo de todo el período 2000-2020, se puede observar que la pureza de los grandes decomisos (nivel de kilogramo) es bastante mayor que la pureza de los decomisos del nivel de gramo o de dosis. De hecho, en el año 2020, la pureza de los grandes decomisos de heroína fue de un 42,0% y un 41,0% (primer y segundo semestre), mientras que la pureza de los decomisos del nivel de gramo fue del 31,0% y 30,0% (primer y segundo semestre), y de los de nivel de dosis del 22,0% y 20,0% (primer y segundo semestre). Para la cocaína, las cifras fueron, siguiendo el mismo orden, 72,0% y 71,0%; 46,0% y 44%; y 35,0% y 32,0% respectivamente”.