Cuando el pasado año, Isabel Moreno, una vecina de Sestao de 83 años, decidió que iba a vender su piso, ni ella ni su familia imaginaban lo que iba a ocurrir. Los que han sido inquilinos de esa casa durante ocho años –en dos contratos de cinco y tres años de duración respectivamente– fueron avisados de que, al acabar dicho contrato en marzo de 2022 se procedería a poner en venta el inmueble, por lo que debían abandonarlo. Ya en junio del pasado año, la propietaria del piso envió el pertinente burofax advirtiendo, una vez más, de que debían abandonar la casa.
En ese momento, uno de los inquilinos y otra persona a quien alguno de los inquilinos había subarrendado el inmueble, aceptaron irse de la casa, algo que hicieron el pasado el verano, pero el otro inquilino se negó a marcharse. “No habíamos tenido nunca ningún problema con ellos. Habían sido buenos pagadores, habían cuidado el piso... Pero con esta persona todo ha cambiado desde que se le dijo que debía abandonar la vivienda porque se iba a vender. No nos ha pagado nada desde que se acabó el contrato, pero es que no nos importa el dinero que nos debe, solo queremos que se vaya”, explicó Loli Andrés, prima de la propietaria de este inmueble situado en el Grupo 1 de Mayo de Sestao.
La situación, lejos de resolverse, parece que se ha enquistado. “Nos dijo que él iba a juicio, que no se iba a marchar de la casa”, apuntó Loli, algo que ha hecho mella sobremanera en la salud de Isabel, la propietaria del inmueble. “Mi prima era una persona que estaba bien, era ella quien sacaba a pasear a mis galgos. En pocos meses, su salud ha caído en picado y en Cruces le han diagnosticado un cuadro ansioso-depresivo que la está consumiendo”, indicó Loli, quien está ejerciendo de portavoz de Isabel, una mujer que tuvo que visitar el hospital de Cruces en más de una decena de ocasiones en el mes de diciembre por diversas dolencias relacionadas con el cuadro ansioso-depresivo que le ha generado esta situación.
Tal está siendo el deterioro de esta mujer que ya está internada en una residencia. “¿Quién le paga a mi prima todo lo que le está ocasionando a su salud todo esto que está pasando? Ahora necesitamos, además, el dinero de la venta del piso para poder hacer frente a los costes de la residencia. Nos sentimos impotentes y ojalá todos los trámites judiciales se puedan acelerar lo máximo posible”, deseó la prima de la propietaria de este piso que está ocupado por uno de sus antiguos inquilinos. Ayer miércoles, un pequeño grupo de vecinos de la zona se dio cita en el portal del inmueble para mostrar su apoyo a esta familia.