Una mujer con síndrome de "Munchausen por poderes", coeficiente límite y posible trastorno de personalidad, S.V.R., se enfrenta a una petición de Fiscalía de 8 años de cárcel por provocar intencionadamente en 2012 que su hija de 15 meses enfermara.
En un juicio que ha comenzado este miércoles en la sección 20 de la Audiencia de Barcelona, la Fiscalía acusa a la madre de haber hecho injerir a su hija 48 monedas -de 5 y 20 céntimos- por vía oral y por el agujero de una colostomía, un orificio en una parte del intestino grueso para que pueda expulsar de forma temporal las heces.
Según el escrito de acusación del ministerio público, la menor sufrió complicaciones tras sufrir una fístula al poco de nacer, en enero de 2011, en la zona del coxis que obligó a los médicos del Hospital de Sant Joan de Déu de Esplugues de Llobregat (Barcelona) a practicarle la colostomía.
La menor presentaba cuadros de mejoría tras las continuas intervenciones médicas, aunque luego volvía a empeorar sin una explicación concluyente a ojos clínicos.
El ministerio público señala a S.V.R. como autora de un delito de tentativa de asesinato, aunque le reconoce la atenuante de alteración psíquica y de dilaciones indebidas, ya que los hechos sucedieron hace diez años.
La acusación particular ejercida por el padre de la víctima pide 13 años de prisión, mientras que la defensa ha solicitado la absolución por eximente completa por alteración psíquica, o alternativamente una condena por lesiones.
El síndrome de Munchausen
Según el escrito de acusación de Fiscalía, S.V.R. padece el síndrome de Munchausen por poderes, un trastorno que consiste en que un cuidador se inventa o provoca sintomatología sobre una persona de la que está a cargo para fingir o provocarle una enfermedad.
En su declaración ante el tribunal, la acusada ha reconocido que le hizo ingerir a su hija monedas solo por vía oral, porque pensaba que esa acción "la iba a curar", y que se las daba mezcladas con la comida.
Las enfermeras que atendieron a la menor han testificado que la mujer reconoció que había sido ella quien le había introducido las monedas a la menor cuando las descubrieron a través de una radiografía.
En el juicio también han declarado médicos que atendieron a la menor, que han destacado que la ingesta de monedas no podía ser accidental, han explicado que este hecho podría haber provocado que la paciente se atragantara y que se hubieran desarrollado graves complicaciones abdominales.
Tampoco entendían los empeoramientos que sufría la menor pese a los tratamientos y la poca gravedad inicial de la afección.
Después de los hechos, la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) emitió una resolución de desamparo y apartó a la víctima de su madre, y la custodia recae desde el suceso y hasta la actualidad en el padre.
La menor, ahora preadolescente, sufre un síndrome posconmocional, fístulas sin trastorno nutritivo y perjuicio estético moderado como secuelas del suceso, según el ministerio público.