Son pastillas cada vez más accesibles, antes asociadas a franjas de edad más avanzada y que hoy en día se recetan “muy fácilmente”, más aún tras una pandemia que tantos problemas psicológicos ha dejado entre la juventud vasca. “Vemos cada vez a más chavales mezclando alcohol y benzodiazepinas, una combinación de uso lúdico que puede resultar muy peligrosa. Es un consumo creciente, y no sabemos muy bien hasta qué punto se está poniendo el foco en esta realidad”, advierte Jon Iriazabal, coordinador de proyectos en la Asociación AI Laket!!

Esta organización parte de la premisa de que las políticas de drogas basadas exclusivamente en la prohibición han mostrado su ineficacia, por lo que apuesta por aprender a convivir con las diversas sustancias psicoactivas, desde la óptica del consumo responsable y la autogestión de los riesgos derivados de su uso.

A este respecto, uno de los aspectos que llama la atención de la asociación tras la pandemia es el consumo creciente de medicamentos psicotrópicos –actúan sobre el sistema nervioso central–, con efectos sedantes, hipnóticos y ansiolíticos. “Los está usando la chavalería mezclándolos con alcohol. Estamos hablando de dos sustancias depresoras cuya ingesta en grandes cantidades puede llegar a provocar una parada cardiorrespiratoria”, advierte Iriazabal.

La asociación no pretende influir sobre los consumos, sino aportar información “práctica y creíble” para que, de producirse, éste sea el resultado de una reflexión que incluya el mayor número posible de elementos de juicio. El contexto en el que llega este verano festivo es muy determinante. “Estamos queriendo recuperar el tiempo perdido después de dos años de pandemia, la gente está saliendo con ganas, pero es conveniente tener en cuenta –señala el experto– que venimos de una tolerancia muy baja”.

Según encuestas realizadas durante la pandemia, el 71% de las personas que se declaran consumidoras de drogas ilegales han reducido o interrumpido su consumo durante estos dos últimos años. Los espacios de ocio nocturno recuperan ahora el protagonismo, y durante esa transición, advierte AI Laket!!, pueden aparecer nuevos problemas en la medida en que hay “muchas ganas de desatarse y, por otra parte, desahabituación a las drogas asociadas a los ambientes festivos”.

En realidad, el consumo de alcohol y otras sustancias accesibles no se ha reducido lo más mínimo. La ansiedad que ha provocado la pandemia, “con la pérdida de seres queridos y la incertidumbre de no saber cuándo acabaría esta crisis sanitaria”, ha hecho que cambien los patrones de consumo, que se han trasladado de la calle al hogar.

“Son las drogas de ambientes festivos las que han descendido, por lo que hoy en día la tolerancia a estas sustancias está muy bajo”, precisa. La asociación tiene previsto desplazarse durante este verano a fiestas de distintos municipios vascos, con un volumen de intervenciones que se sitúa en niveles previos a la pandemia. “En 2019 fue cuando más sustancias analizamos”, detalla el coordinador de proyectos de la asociación.

En el marco del programa testing, el servicio de reducción de riesgos asociados con el uso de drogas ilícitas, una furgoneta se desplaza a cada uno de los municipios para analizar las sustancias que se consumen en estos entornos recreativos.

Según explica el experto, “cocaína, ketamina, anfetamina y MDMA –también llamada éxtasis– son, junto al cannabis, las cinco sustancias más representativas de lo que hay en la calle”. En los test que han realizado durante este año han detectado una mayor presencia de anfetaminas, “casi el 45% de lo que hemos analizado”.