Asier tiene turno de tarde. Ya son ocho años conduciendo el transporte público urbano en Gasteiz, Tuvisa. Pero las cosas, como para todo el mundo, cambiaron hace un año. Como la mayoría, nunca habría pensado en encontrarse en una coyuntura como ésta. La pandemia ha dado un giro a la forma de trabajo de este colectivo que pasa la jornada laboral en contacto directo con los viajeros, en ocasiones con el vehículo lleno.
¿Qué recuerdo tiene de hace un año?
-Como para no acodarme... Fue un punto de inflexión. De repente, te das cuenta de que las cosas están cambiando. Oías que algo estaba pasando en China, luego Italia... Y nos sorprendió cuando un compañero se presentó a trabajar con guantes y mascarilla. Nos parecía raro... Llevaba una FFP2 cuando nadie llevaba nada. Y nadie nos decía nada, ni en los medios de comunicación se hablaba de llevar mascarilla todavía...
¿Qué pensaban al verle así?
-Fue un lío. Solo le veíamos a él con la mascarilla y los guantes. Empezaban las noticias de Wuhan, Italia después€ Y él apareció así a hacer su turno de trabajo. Y se armó un buen revuelo. Nos dio qué pensar a todos... Estamos en contacto directo con la gente y nos dimos cuenta de lo que empezaba a venir. Y mira, ahora todos con la mascarilla.
¿Cuántos años lleva al volante del transporte público?
-Ocho años. Y nunca habría imaginado esto.
¿Se interrumpió el servicio a consecuencia de la pandemia?
-Hemos estado trabajando todo el tiempo, pero se aplicó un ERTE y había incertidumbre. Hasta mayo había servicios esenciales, lo que es importante para usuarios que eran personal sanitario o de limpieza y que, al quitar servicios de última hora, tenían que atravesar la ciudad caminando. Cuando se levantó el estado de alarma, las frecuencias volvieron al cien por cien.
Es un servicio fundamental para la movilidad y el empleo.
-Hay que recuperar la confianza en el transporte público, la gente quiere un transporte seguro sanitariamente hablando. Quiere viajar tranquila.
¿Cómo se comportan los viajeros, se adaptan a las normas?
-La gente cumple las normas. Se ponen mascarillas, procuran no hablar... Si dentro del autobús alguien no lleva bien puesta la mascarilla, se corrigen entre ellos. Y se ayudan, si alguien tiene dificultades para subir o bajar, ceder el asiento, si a alguien se le acaba el saldo de la txartela otros le ayudan con la suya... Se comportan. Lo que quieren es un transporte público seguro y que sea eficiente, con sus frecuencias€ Pero destacaría, ante todo, que la gente es buena.
Es decir, que los usuarios son conscientes de las circunstancias.
-La inmensa mayoría. Siempre hay alguna excepción, pero no es importante. Y así será hasta que nos vacunen.
¿Qué ha cambiado en su trabajo?
-Primero fue usar mascarilla al declararse la pandemia e instalaron mamparas de metacrilato€ No es fácil estar ocho horas con la mascarilla, detrás de una mampara, y cuidando la limpieza del punto de conducción, más exhaustivamente ahora.
La limpieza en el autobús es un punto importante.
-Así es. Una persona desinfecta a diario el vehículo. Se hace en una parada de regulación. Somos dos conductores y se desinfecta en el cambio de turno. Limpiamos antes de que entre nuestro compañero.
¿Y los cobros de viajes con dinero?
-Cuando cobras en metálico no siempre te acuerdas del proceso que lleva consigo. Intentamos hacerlo perfecto, pero alguna vez coges el dinero y€ ¡no me he dado el gel! Y te lo das de inmediato€ La mayoría de usuarios utiliza txartela. Otra cuestión es que en algunas líneas y en horas punta, la cantidad de pasajeros es importante y no hay distancias.
¿Y cómo afecta esto?
-Al principio había muchos miedos y dudas. El problema es que puedes entrar en una espiral de pánico y, si te quedas en eso, no quieres ni salir de casa. Entonces hay que resetear. Tienes que intentar vivir en la pandemia cumpliendo las medidas. Es lo que llamo normalizar la normalidad, y llevarlo lo mejor posible.
¿En qué fase del trabajo están ahora?
-Pues estaremos más tranquilos el día que nos vacunen a todos, o estén inmunizados quienes lo hayan pasado. Sobre todo, nuestra sociedad. Somos animales sociales y, cuando nos relajemos, volveremos a caer. Hasta que venga la vacuna. No existe la seguridad total.
¿Qué les da seguridad en su puesto?
-Para los conductores, las mamparas cerradas son vitales. Para protegernos, un habitáculo cerrado, no solo del covid, también de agresiones, etc. El transporte público tiene que basarse en la seguridad y en la eficiencia.
¿Sienten valorada su actividad?
-Hemos recibido agradecimientos. Mira, al principio, sobre todo, había lo que yo llamo usuarios cautivos, es decir, estudiantes que tenían que hacer trayectos largos y personas con movilidad reducida, entre ellos, muchas personas mayores, que tenían que usar el autobús. En muchas ocasiones no pueden costearse un taxi, y menos a diario. Y también hay sanitarios y personal de limpieza que tienen que usar el transporte público.
¿Cómo han sido esos agradecimientos?
-Uno ha sido en forma de carta a los conductores por estar en el puesto de trabajo. Que te lo digan, es excepcional. Nosotros, mientras haya medidas de seguridad, hacemos nuestro trabajo. Y, para más seguridad, mejor si no se cobra en metálico y los viajeros usan las puertas traseras para subir y bajar del autobús.