Con una mezcla de indignación e incertidumbre han acogido los vecinos de Aranda de Duero (Burgos) la decisión de la Junta de Castilla y León de decretar el aislamiento de la villa a partir de mañana para tratar de evitar una transmisión comunitaria de la covid-19.
La noticia ha sido una constante en las conversaciones de los arandinos apenas ha empezado a difundirse a media mañana, a pesar de que la confirmación oficial del confinamiento no ha llegado hasta minutos antes de las dos de la tarde.
En líneas generales, la gente ha aceptado la orden con resignación aunque dejando constancia del malestar que les generaba ver que retrocedían, prácticamente, a la fase 1 de la desescalada, lo que les impide, como poco, abandonar el término municipal y lo que consideran peor, recibir visitas de fuera de Aranda.
La indignación está provocada por la que consideran una medida injusta que penaliza a una localidad en la que no hay nadie hospitalizado por coronavirus, la mayoría de los positivos diagnosticados son asintomáticos y si registra un elevado índice de prevalencia de la enfermedad es porque desde el lunes se están haciendo test de forma masiva debido a la presencia del 'covid-car', con capacidad para casi 200 pruebas diarias.
"Habría que ver qué ciudad soporta el porcentaje de test que se están realizando en Aranda y cuántos positivos darían. Ni Madrid, ni Barcelona, ni ninguna. Acabarían todas confinadas", ha afirmado María de la Fuente desde el comercio que regenta en plena Plaza Mayor arandina.
En similares términos se ha pronunciado Carlos Nieto, hostelero, para quien la solución pasaría por obligar a guardar cuarentena a las personas con PCR positivo, dejando que el resto funcione con normalidad.
"Esto es la puntilla a una situación que ya estaba difícil. Nos han reducido hora y media el tiempo que podemos estar abiertos. Esta semana, desde que empezaron a hablar de brotes, se ha notado un bajón de clientes y ahora ya es lo definitivo. Hay compañeros que han decidido cerrar por vacaciones y yo no lo descarto", ha asegurado ante la terraza vacía de su local. El sector hostelero ha empezado a notar las consecuencias del confinamiento apenas se ha hecho pública la decisión.
"Yo ya he recogido seis cancelaciones. Y a todos los que llaman intentando reservar les tengo que preguntar si son de fuera y no dejarles reservar, porque no les van a dejar entrar", ha lamentado a primera hora de la tarde Sandra Chicote, chef de un gastrobar arandino.
En el mismo sentido, Santiago Vegas, propietario de un comercio de productos gastronómicos tradicionales en la mítica plaza del Trigo, ha censurado que esta decisión se haya tomado en pleno mes de agosto, cuando más volumen de negocio hay.
"Yo compré un montón de género para Semana Santa y tuve que tirar la mayoría porque nos confinaron. Y ahora, lo mismo. Cuando agosto es nuestro mejor mes. No sé cómo lo vamos a levantar", la lamentado.
Repercusiones económicas
Las repercusiones económicas son una de las cosas que más preocupan a los arandinos. Tras los tres meses de confinamiento del estado de alarma, el comercio y la hostelería empezaba a reactivarse, pero ahora ven cómo llega otro frenazo en seco en forma de aislamiento.
La incertidumbre la provoca el hecho de que Aranda de Duero es cabecera de una extensa comarca que, este año, además, ha recibido más visitantes que nunca. Los residentes en Aranda no saben cómo afectará el hecho de que muchos trabajadores de las fábricas asentadas en el municipio residen, aunque sea solo temporalmente, en otros municipios de la zona y tengan que entrar en Aranda para cumplir con sus obligaciones laborales.
"Si van a estar entrando y saliendo, ¿de qué nos va a servir el confinamiento? Tenían que haber cerrado toda la comarca", ha zanjado otro arandino. Por otro lado, la duda entre los pueblos ribereños surge cuando se plantean venir a Aranda a realizar sus compras cotidianas o realizarlas en comercios más pequeños de sus propios municipios.
Las consecuencias se han dejado notar desde esta misma mañana. Los supermercados de la capital ribereña han recibido una afluencia de público poco habitual fuera de los fines de semana e, incluso, los pequeños comercios reconocen que han venido más de lo normal para ser un jueves.
Teniendo en cuenta que el aislamiento ha llegado en plena época estival, algunos han preferido no jugársela y han adelantado su marcha de vacaciones para evitar que el cierre del término municipal les impida hacerlo a partir de mañana.
Aranda ha vivido esta jornada unas atípicas congestiones de tráfico en las carreteras de salida de la localidad provocadas por la gente que ha optado por trasladarse a su casa del pueblo o por adelantar sus vacaciones, mientras que los sanitarios de su hospital seguirán prestando sus servicios como hasta ahora.
"Nos hemos reunido el comité de seguimiento del coronavirus y hemos decidido seguir trabajando con normalidad. Eso implica que mantenemos las consultas presenciales, las telefónicas y las cirugías", ha explicado Evaristo Arzalluz, gerente del centro sanitario Los Santos Reyes.
Una decisión adoptada teniendo en cuenta que ahora mismo no hay ningún ingreso por coronavirus, aunque no descarta que pueda llegar a haberlo en las próximas fechas.