a solidaridad en tiempos de pandemia está brillando más que nunca. La unión hace la fuerza y unos amigos ingenieros vascos decidieron crear un respirador para aportar en la lucha contra el covid-19. Un proyecto que han creado de manera altruista y que no dudan en donar a otros países para que se eviten recorrer el mismo camino que se está transitando.
Esta iniciativa surgió de Diego Rey, un ingeniero industrial vasco, que, además, incorporó a varios amigos del gremio para crear un equipo y poder dar forma a la idea que le rondaba en la cabeza. Entre ellos, se encuentra Aritz Diego un ingeniero industrial de Haku, una empresa de prototipaje ubicada en Mungia. "El objetivo inicial era cubrir la necesidad de respiradores que había en el Estado. Hay que tener en cuenta que esos respiradores no pueden competir con uno profesional que es mucho más caro y lleva más desarrollo", afirma. Sin embargo, han mantenido reuniones con médicos, anestesistas o con el personal de la Unidad de Cuidados Intensivos, quienes les han indicado de manera más específica la parte sanitaria. "Están enfocados para que lo utilicen las personas que están totalmente sedadas y cuando empiezan a respirar por su cuenta al paciente se le podría pasar a un respirador profesional", explica.
El equipo formado por Diego Rey, Aritz Diego, Andoni Delgado, Aritz Fernández, Iñaki Gorostiza, consiguió en semana y media diseñar y fabricar un prototipo que ya está en funcionamiento en el taller de Haku, lugar donde se ha ensamblado y lleva rodando ininterrumpidamente durante una semana. "Estamos pendientes de cerrar la validación sobre animales", indica Diego, quien asegura que también se han realizado pruebas en pulmones artificiales. "Durante el proceso también hemos mantenido reuniones con SEAT martorell para intercambiar información de los desarrollos y así conseguir equipos más fiables y adecuados a las necesidades reales de UCI. Nos contaban por dónde iban ellos y les decíamos cómo íbamos nosotros, nos ayudaban para no cometer los mismos errores y que todo fuese más fluido", prosigue.
De hecho, la evolución del proyecto también se ha dado gracias a las reuniones telemáticas que han estado manteniendo con profesionales de la sanidad. "Nos hemos dado cuenta de la delicadeza de este tipo de pacientes y de las necesidades reales que debe suplir un equipo de este tipo y que van mucho más allá de la mera insuflación de aire", dice. En la misma línea, la empresa Eper ya les ha trasladado su interés y disponibilidad para utilizar sus instalaciones y personal en el montaje en serie cuando se requiera, y tal y como indica Diego, se podrían llegar a fabricar de entre 100 a 150 unidades semanales. Sin embargo, un pequeño obstáculo podría estar en la disponibilidad de ciertos componentes médicos (que son parte del equipo) por la situación tan cambiante del mercado. "Se están desarrollando muchas iniciativas y todos terminamos de una manera u otra trabajando con los mismos componentes o muy parecidos. La parte mecánica la tenemos bien cubierta pero después vienen elementos médicos, como la bolsa de aire que se presiona", explica.
En la misma línea, tal y como subraya Diego, cree que la situación en el Estado "está bajo control" por lo que su idea es exportar el proyecto a países que más lo puedan necesitar. "Estamos buscando lugares donde les pueda interesar, países que estén detrás nuestro en el desarrollo de la pandemia para que no tengan que recorrer el mismo camino. Estamos dispuestos y abiertos a regalar el diseño tal cual está, entero, suministrarles unidades si necesitan o ayudarles en un nuevo desarrollo por si quieren hacer algo más evolucionado", asevera. Es por ello que para que "no caiga en saco roto y al ser un proyecto totalmente altruista" no tienen inconveniente en compartirlo. Pero con una condición: siempre y cuando no sea con un uso lucrativo sino para el beneficio de quien lo necesite.
Precisamente, la mayoría de las personas y empresas que han participado en este proyecto lo han hecho de manera altruista porque no existe ningún beneficio económico. "Nos han cobrado por algunos trabajos pero lo hemos pagado de nuestro bolsillo", afirma. Es por ello que "esperamos que de toda esta situación se valore el esfuerzo y las iniciativas de muchas personas con mayor o menor éxito; pero que, a su vez, ponen de manifiesto que en Euskadi se debe apostar por un modelo económico para retener el talento, invertir en educación y como no en sanidad pública". Y añade: "Ha sido super interesante trabajar sin un objetivo económico".
Este grupo de ingenieros, de diferentes empresas, podría crear entre 150 y 200 respiradores cada semana de manera altruista