donostia - Se hicieron a la mar sin pensarlo, decididos a intentarlo para escapar del infierno a sabiendas de que horas después el mal tiempo podía abocarles a una muerte segura. Catorce menores, 50 adultos varones y una mujer. Son las 65 personas que embarcaron ayer en un bote de madera aprovechando la ventana de buen tiempo que se abría por la mañana en el Mediterráneo central. El Aita Mari decidió esperar en la zona SAR, entre Libia y Malta, a unas 60 millas de la costa más cercana. Gracias a ello, el barco humanitario rescató ayer a mediodía a 65 personas que se encontraban a la deriva. Es la segunda tarea de salvamento en dos días, con lo que se eleva a 158 el número de náufragos que viven para contarlo en el Mediterráneo central.
No todos pueden decir lo mismo. Se tiene constancia de que otro bote con 91 personas a bordo ha desaparecido. A pesar de que se dio aviso de ello a la guardia costera libia, su respuesta fue que no se hacía cargo porque sus centros "están a rebosar". También llegan noticias de otras embarcaciones que podrían estar navegando a su suerte, lo que confirma una vez más el escenario de muerte en el que se ha convertido desde hace años el Mediterráneo central.
El Aita Mari, que no es un buque rápido, es el único que ahora mismo opera en la zona. El resto de embarcaciones de las ONG, o bien están cambiando de tripulación o se encuentran en astilleros. Otros, simplemente, no han podido zarpar. "Que las labores de rescate estén a cargo de organizaciones civiles independientes, dejando poco menos que en mano de la fortuna el destino de las personas que están huyendo de Libia, es algo inconcebible", denuncia la ONG Salvamento Marítimo Humanitario (SMH).
Al cierre de esta edición la organización esperaba la asignación de un puerto seguro. "Creemos que la respuesta tiene que ser inminente", indicaba Iñigo Gutiérrez, vicepresidente de la ONG. Las autoridades españolas ya han contactado con las italianas para dar una respuesta cuanto antes.
a toda máquina La mayor parte de las personas rescatadas ayer son de Bangladesh (53). También hay cinco de Marruecos, tres de Egipto, una de Gambia y otra de Guinea Conakry. Navegaban a la deriva en aguas internacionales y en un bote de madera. Fueron atendidas mientras evolucionaba en la zona un frente que empeoró las condiciones meteorológicas. Es decir, una muerte segura de no haber aguardado el viejo atunero vasco.
Uno de los aviones que sobrevuelan habitualmente la zona comunicó al Aita Mari la existencia del bote. El buque se acercó a toda máquina para asistir a los náufragos. "El rescate se ha realizado sin ningún problema. El bote era de madera, no de goma como el del domingo, por lo que, dentro de lo que cabe, la situación no ha sido tan complicada", según informó Gutiérrez.
A lo largo de la tarde la tripulación del barco realizó las tareas necesarias para acomodar a todos los ocupantes. Los náufragos de ayer se suman a las 93 personas auxiliadas el domingo. Se trata de la tercera operación de rescate en apenas tres meses. El pasado 21 de noviembre el Aita Mari auxilió a una embarcación con 78 personas a bordo en aguas de Malta. Se encontraban a unas 80-90 millas de distancia de la costa. Entre los 78 rescatados, había seis mujeres, una de ellas embarazada, y nueve niños. Cinco días después, el 26 de noviembre, el grupo atracó en el puerto seguro de Pozzalo, en la italiana isla de Sicilia.
SMH volvió a incidir ayer en el mismo mensaje. "Es necesario recordar que los únicos puertos seguros y cercanos son los italianos y malteses. Según la propia Unión Europea, en palabras de su portavoz Mina Andreeva, Libia no es un lugar seguro", recalcó.
Así, en cumplimiento con la legislación internacional, el capitán del Aita Mari tiene el derecho a navegar la menor distancia posible. "El Mediterráneo sigue siendo la peor frontera del mundo para las personas migrantes".
Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en 2019 fallecieron 1.885 personas mientras intentaban cruzar el mar. Desde SMH reclaman que sean las autoridades europeas las que se responsabilicen de mantener un dispositivo de salvamento en esta zona. "No pueden seguir descargando esta responsabilidad en un estado fallido como es Libia. Ha quedado probado que este país no tiene capacidad para gestionar un cuerpo de guardacostas ni de responder con los estándares exigidos a las operaciones de rescate", denunció la organización humanitaria.