Gasteiz- ¿Es necesaria una modificación del Código Penal?

-Cambiarlo o hacerlo más claro para que partamos de que cualquier relación sexual no consentida debe ser considerada una violación y a partir de ahí empezar a tener en cuenta los agravantes que pueda haber. Ahora mismo lo que hay es mucha confusión tal y como está redactado. El mensaje tiene que ser lo que dicen los estándares internacionales, que el sexo no consentido es violación en todos los casos.

¿El Convenio de Estambul?

-El convenio de Estambul lo que viene a decir es que todas las legislaciones tienen que tipificar que basta que haya falta de consentimiento para que se considere violación. El código penal recoge en cierta manera esto, pero no de una manera clara y contundente por como está redactado lo que son agresiones, lo que son abusos. Otra cosa que nos está mostrando el caso de la sentencia de La Manda es la interpretación que se hace de la norma, es decir, que si no eres la víctima prototípica que has intentado defenderte y que has sufrido una violencia brutal, pues parece como que lo has consentido. Se necesita formación con perspectiva de género por parte de jueces y juezas, que eso es lo que termina siendo el mayor problema, porque de nada nos va a valer una ley muy clara cuando la interpretación que se haga de la misma sea muy restrictiva.

¿Es posible determinar que hubo intimidación según el actual Código Penal?

-Ese es el gran problema, qué entienden sus señorías por violencia o por intimidación. En el imaginario de muchos jueces y juezas está la víctima prototípica: tienes que ser una víctima que hayas intentado luchar, que te hayas jugado la vida, que además estés hecha polvo, que no seas capaz de salir adelante, de recuperarte, de rehacer tu vida. Al final esto se valora más que los hechos en sí, se cuestiona a la víctima.

Además de leyes claras y jueces formados, ¿qué más hace falta?

-La única respuesta que se da a la violencia sexual es desde el punto de vista penal, tienes estos artículos que castigan el comportamiento de los agresores, con todos los problemas que estamos viendo con la sentencia de La Manada, pero dejan fuera muchas cosas como la falta de formación de los operadores jurídicos, la falta de formación de policía, la falta de recursos especializados. Lo que nos encontramos en muchos casos es que cuando una mujer sufre una agresión sexual hay poca comprensión del problema porque no hay profesiones especializados. Este caso es conocido y ha habido implicación por parte de la autoridades, pero a nosotros nos preocupa cuántos casos no llegan a los medios de comunicación y realmente se convierten en un verdadero calvario para la mujer que intenta denunciar. El procedimiento penal es la punta del iceberg.

España es uno de los países europeos donde menos se denuncian agresiones sexuales. ¿Por qué?

-Tiene que ver en muchos casos con la falta de información que tienen las propias víctimas por lo farragoso que es conseguir esa información, que se une al estado de shock que puede tener. Si a esa persona no la atiendes, no le das un entorno seguro, no la acompañas, pues está claro que no va a denunciar. Si se anima a denunciar y nada más sentarse delante de un policía que no está sensibilizado con el problema percibe una sensación de cuestionamiento... hay muchas mujeres que no quieren pasar por ese proceso. Esto ya pasó con la violencia de género en el ámbito de la pareja o expareja, llevó años que la sociedad española se diera cuenta de que era un problema serio y grave que necesitaba de una implicación seria por parte de las autoridades y tenemos una ley que no está mal, pero sigue habiendo muchos problemas porque la ley no se implementa adecuadamente. Respecto a la violencia sexual está todo por hacer. Un dato, no se recogen las agresiones y los abusos sexuales que se producen en España, mientras sí que tenemos estadísticas sobre violencia de género en el ámbito de pareja o expareja. El primer paso para saber a qué problema nos enfrentamos es empezar a recabar datos y ahí nos estamos encontrando un vacío.

¿Cree que este caso, por lo mediático que ha sido y el impacto social que ha causado, puede ser un punto de inflexión para que se empiece a tomar en serio la violencia sexual?

-Creo que es muy positivo que haya habido una reacción como la que ha habido. Es muy importante también que hagamos una reflexión. Este caso ha causado indignación por las circunstancias en las que ocurrió, porque los agresores tenían whatsapps, vídeos que demostraban su comportamiento denigrante hacia las mujeres, porque había pruebas y porque fue una agresión sexual que tenemos todos en el imaginario: desconocidos, una noche. Pero toda la violencia que ocurre en los ámbitos cercanos a la víctima está todavía totalmente invisibilizada. La gente tiene que empezar a ser consciente de que hay otros muchísimos casos de violencia sexual ocultos y que tienen que empezar a salir a la luz. Yo sí que creo que tiene que reformarse el Código Penal para que quede claro que sin consentimiento es violación, pero también que no todo se reduzca a una respuesta penal de aumento de penas, porque mientras no se adopten otro tipo de medidas, de políticas públicas que afecten educación, formación a los operadores jurídicos, operadores sociales y a toda la sociedad en general vamos a seguir con los mismos problemas. Podemos tener una ley muy buena, podemos desarrollar leyes específicas, pero si no hay presupuesto, si no hay una voluntad real de aplicarlas y de que no se va a consentir ningún tipo de violencia contra las mujeres vamos a seguir con el mismo problema.