Madrid - La sal y los fundentes que se esparcen en las carreteras y en las ciudades para disolver el hielo y evitar la formación de placas y la acumulación de nieve daña el medio ambiente porque este material se incorpora al suelo y puede afectar a la flora y la fauna más sensibles, sobre todo en lugares de suelos no salinos, según un investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El científico titular del Departamento de Geología del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, Fernando Garrido, explicaba que la sal se incorpora al suelo y puede dañarlo pero aclara que no es un gran contaminante difícil de resolver o corregir, colocando drenajes para facilitar que el agua de lluvia o de riego arrastre la sal que se pueda acumular.
A su juicio, en el Estado español la sal no provoca un problema ambiental salvo en zonas muy concretas de especial valor ecológico, con una vegetación o fauna delicada o en los lugares donde su uso es muy reiterado a lo largo del invierno como en Canadá, donde el suelo afectado por la sal se altera. Así, precisó que la sal genera dos problemas en el suelo, ya que actúa sobre la capacidad de absorción de nutrientes del suelo y también la pérdida de permeabilidad del suelo.
Garrido manifestó que existen productos alternativos y que se han hecho diferentes experimentos con subproductos de la industria de la remolacha, pero advertía de que “es necesario investigar bien” porque estos compuestos también podrían generar otros efectos negativos. Otra alternativa a la sal y los fundentes sería el acetato de calcio, de magnesio o de potasio, pero se trata de productos “mucho más caros” por lo que no cree que se puedan emplear de manera generalizada.
No obstante, indicó que conoce la experiencia de algunos países nórdicos donde se han utilizado en ciertas zonas concretas y propone que estas alternativas se apliquen en zonas de especial valor ecológico por la presencia de fauna o por su vegetación. “Se debería intentar algún producto que no fuera la sal, pero generalizarlo a grandes carreteras no es viable”, comentaba. Las ciudades, por su parte no están exentas de estos riesgos medioambientales, aunque en menor medida, ya que la sal y los fundentes terminan en el alcantarillado y finalmente se diluirá en las plantas de depuración. Por eso, “salvo en los jardines o el césped” en las ciudades la sal y los fundentes no provocan “grandes afectaciones”. - E.P.
90%
Desde la Asociación Ibérica de Fabricantes de Sal indicaban que se utilizan entre 300.000 y 500.000 toneladas de sal para el deshielo, en función de la dureza y meteorología del invierno. Con este volumen se da servicio al 90% de la red viaria. Según el Instituto de la Sal, es el agente de deshielo más utilizado en todo el mundo y “no supone un impacto medioambiental si es utilizada de forma responsable”.