Bermeo - La flota atunero-congeladora vasca que desarrolla su actividad en aguas del Océano Indico ha vuelto a hacerse a la mar después de permanecer amarrada en puerto durante cerca de dos meses tras agotar la cuota de atún rabil-yellowfin establecida para el 2017. Por primera vez desde que esta flota comenzara a faenar en aguas del Indico -hace unos treinta años- los barcos se han visto obligados a suspender la actividad pesquera dos meses antes de la finalización del ejercicio. Así, los atuneros vascos han abandonado su retiro obligado en Seychelles para afrontar con ilusiones renovadas el nuevo ejercicio pesquero.

No obstante, a la alegría por reanudar la actividad se une la preocupación por la amenaza que supone la presencia de piratas somalíes dispuestos a aprovechar cualquier despiste para hacerse con el control de un pesquero y su tripulación para posteriormente reclamar una elevada suma de dinero por su rescate. El secuestro del atunero vasco Alakrana en 2009 y su posterior liberación tras 47 días de angustioso cautiverio en la costa de Somalia continúa latente en la memoria de los profesionales del sector atunero vasco.

La amenaza pirata es latente. Hace pocos días el Gibele, buque auxiliar de la empresa bermeana Atunsa, tuvo un encontronazo con piratas en aguas de Madagascar. Hacia las 17.30 horas los responsables de la embarcación avistaron por popa un barco nodriza y dos esquifes tripulados por cuatro hombres armados cada uno de ellos. Una vez confirmada la intención de los botes sospechosos de aproximarse al buque auxiliar, el patrón procedió a la activación del protocolo de protección establecido para casos de ataque pirata. Los miembros de la tripulación corrieron a refugiarse en la zona más segura del barco al tiempo que el patrón comenzó a realizar cambios de rumbo continuos para tratar de zafarse del asedio al que estaba siendo sometido. Asimismo, el Gibele se puso en contacto con el Centro de Operaciones y Vigilancia de Acción Marítima (COVAM) de la armada española para informar sobre la persecución de la que estaba siendo objeto.

Finalmente y tras cerca de hora y media de persecución en la que uno de los esquifes llegó a aproximarse a dos millas del buque auxiliar bermeano, los piratas abandonaron el asedio. Tras un periodo prudencial en alerta, los responsables del Gibele desactivaron el protocolo de seguridad y se alejaron de la zona para retomar su actividad sin mayor novedad. “Este último ataque vuelve a dejar constancia de que la amenaza pirata es latente y no podemos bajar la guardia en ningún momento” aseguran desde el sector atunero. Las mismas fuentes no ocultan su sorpresa por el lugar donde se produjo la persecución del Gibele, al norte de Madagascar, a pocas millas de las costas de la provincia de Antsiranana. “Las aguas donde se ha producido el último ataque a uno de los barcos de nuestra flota se encuentran muy lejos de las costas de Somalia y muy cerca de la costa de Madagascar. Ha sido una auténtica sorpresa que nos demuestra que los piratas están dispuestos a llegar a cualquier parte del Indico aprovechando el buen estado de la mar”.

El pasado mes de noviembre, el atunero de Bermeo Galerna III, perteneciente a la empresa Albacora, fue perseguido por un esquife pirata cuando faenaba a la pesca de túnidos tropicales en aguas internacionales, a unas 400 millas al noroeste de las Islas Seychelles. El patrón del pesquero bermeano abrió máquina para tratar de alejarse de la zona y los tres miembros de la seguridad privada del buque se prepararon para impedir que el esquife pirata continuara aproximándose a la popa del pesquero.

Cuando los piratas se situaron a menos de mil metros del Galerna III los responsables de la seguridad del atunero abrieron fuego disuasorio a la proa de la embarcación pirata. Tras varias ráfagas de ametralladora los atacantes cejaron finalmente en su empeño y abandonaron la persecución. Desde el atunero vasco constataron la presencia en la zona de un buque nodriza desde el que probablemente lanzaron al agua el esquife. Los buques de la flota atunero-congeladora vasca que faena a la pesca de túnidos tropicales en aguas del Índico bajo pabellón español suspendieron la actividad pesquera el pasado 5 de noviembre, fecha establecida por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente del Gobierno de España para el cierre “precautorio” de la pesquería del atún rabil de aleta amarilla (Yellowfin). La Secretaría General de Pesca anunció su decisión “a la vista de los datos actuales de capturas” que alcanzan un 82% del total de la cuota de la flota española para 2017, establecida en 45.682 toneladas. Semanas más tarde el amarre se extendió a los atuneros con bandera de Seychelles.

Recuperación del stock La Comisión del Atún para el Océano Índico (IOTC) en su reunión anual de 2016 acordó un paquete de medidas para poner en marcha un plan de recuperación del stock de atún rabil ante las recomendaciones del comité científico que apuntaban a una sobreexplotación del recurso. Las proyecciones a futuro realizadas por los biólogos mostraban que una reducción del 20% en el volumen de capturas permitiría recuperar la biomasa a niveles consistentes.

Finalmente, la resolución del IOTC redujo en un 15% las posibilidades de pesca de esta especie respecto al volumen de capturas registrado en 2014, ejercicio en el que se capturaron un total de 415.000 toneladas de atún rabil en aguas del Índico. Asimismo, se acordó una reducción del 23% en el número de dispositivos de concentración de peces (FAD) para la flota cerquera y una limitación del número de buques auxiliares por atunero. La cuota correspondiente a la flota de pabellón español para 2017 quedó en 45.682 toneladas.