Los geólogos han sido claros con las autoridades: la ladera de Kamiñalde se va a venir abajo. La portavoz del Colegio de Geólogos de Euskadi, Virginia Ormaetxea, afirmó ayer que los “pequeños derrumbes” registrados hasta ahora en la zona son solo “el principio de un gran movimiento que viene detrás” y lamentó que, en estos momentos, cualquier trabajo para tratar de estabilizar la ladera “no son viables”. El Gobierno Vasco trabaja ya con la certeza de que Kamiñalde se va a caer, aunque la duda es conocer cuándo o cómo va a suceder, según admitió ayer el consejero de Políticas Sociales del Gobierno Vasco, Ángel Toña. Eso sí, descartan por ahora la posibilidad de que el derrumbe arrastre las viviendas.
En los últimos días, los expertos han alertado a las autoridades de que la situación que se vive en la ladera de Ondarroa va para largo y que incluso hay riesgo de que todo el talud se venga abajo. En una entrevista en el programa En Jake, de ETB, la portavoz de los geólogos de Euskadi confirmó que los últimos estudios que se han realizado sobre el terreno han reflejado que lo vivido hasta el momento “solo es el principio de un gran movimiento que viene detrás, que está cediendo por detrás”. En este sentido, explicó que existe una grieta en la parte superior de la ladera, situada a 90 metros monte adentro respecto a la corta; ese es el punto desde el que se deslizará la ladera. “El volumen de tierra y piedra es muy importante”, admitió Ormaetxea.
La portavoz del Colegio de Geólogos descartó que el derrumbe se pueda achacar únicamente a la lluvia caída en los últimos días. “El riesgo estaba ya ahí y se valoró mal en su momento. En Euskadi siempre hay lluvia; podía haber ocurrido antes o en el próximo temporal”, explicó. De hecho, destacó que en la ladera ya se habían realizado labores de contención, aunque “se ha demostrado que no era suficiente para la rotura que se ha generado”.
Eso sí, advirtió de que la lluvia es un factor que agrava la situación. “En este caso ha empezado con un movimiento lento, por eso ha empezado con caídas parciales, pero con el tiempo se va acelerando. No se está moviendo siempre, las roturas se producen a pequeños impulsos, aunque a nosotros al cabo del día nos dé la sensación de que la velocidad va incrementándose”, ilustró. De hecho, y de acuerdo a la monitorización a la que está siendo sometida, los expertos calculan que la ladera se está moviendo cada día siete centímetros. Por ello, señaló que si empezara de nuevo a llover, como de hecho ocurrió ayer por la tarde, “la velocidad de movimiento empezaría a incrementarse”.
Ormaetxea explicó que los deslizamientos son algo “muy habitual” en Euskadi y que la repercusión que está teniendo este de Ondarroa responde a la presencia de viviendas cercanas. “Unas veces son más pequeños o parciales, y otras implican mucha más masa o intuimos más la gravedad o el riesgo. Este es un caso grave de deslizamiento”.
La portavoz de los geólogos vascos descartó, por otra parte, que en este momento se pueda realizar cualquier tipo de trabajo para tratar de estabilizar el talud antes de que este ceda definitivamente. “Tal y como están los movimientos ahora sería una temeridad para las personas que entrarían a trabajar. Y hay muy poco espacio porque, además de las viviendas que se ven, las piedras que han caído están situadas sobre los garajes”, explicó.
“El monte se va a caer” Desde el Gobierno Vasco son conscientes de esa situación. De hecho, es el escenario con el que cuentan. “El monte se va a caer, lo que no se sabe es cuándo ni cómo”, admitió ayer Ángel Toña. La mejor opción sería que el derrumbe se produjera “poco a poco”, ya que de esta forma se podría ir conformando una base. “Si cayese toda la masa del monte que está en la falla sería catastrófico y esperamos que no sea así”, confió el consejero de Políticas Sociales del Gobierno Vasco.
Respecto a la evolución de la ladera, informó de que la situación está “más estabilizada” que en los días previos, en los que las grietas habían ido en aumento. En este sentido, adelantó que se ha empezado a retirar maleza y árboles de la parte superior del monte, “para que el peso sea menor”.
Junto a ello, el Gobierno Vasco no contempla por el momento que el probable deslizamiento de tierra y roca arrastre las viviendas de la calle San Ignacio. “Una vez que se estabilice la caída habrá que ver los daños en las casas y hacer obras de reparación para que puedan volver. Creemos que con reparaciones en las viviendas podrá ser suficiente”, trasladó el consejero, para cifrar en “unos meses” el plazo de tiempo que tendrían que residir fuera de sus casas los vecinos.
Esta visión contrasta con la de los geólogos, que no descartan que en ese caso se produjeran daños “estructurales” en las viviendas e, incluso, las situadas en primera línea junto a la ladera pudieran ceder sobre las segundas, que también han sido desalojadas. “La masa haría un empuje contra las primeras casas; estas no están preparadas para soportar el peso y empezaría a volcar, yendo hacia las siguientes”, finalizó.