la buena calidad de vida de la que se disfruta en Álava es de sobra conocida. No sólo comparten este análisis sesudos estudios sino también los propios vecinos del territorio, que por muchos motivos han decidido echar raíces aquí, ya sean autóctonos o foráneos, en lugar de emigrar hacia otros puntos del mapa. La esperanza de vida de los alaveses constituye un indicador muy certero para contrastar esa realidad, que esta tierra es uno de los mejores lugares de Europa para establecerse. Los últimos datos hechos públicos en este sentido por el Instituto vasco de Estadística, Eustat, apuntan a que los hombres vascos viven ya una media de 79,3 años, una cifra excepcional que incluso se ve empequeñecida al compararse con la esperanza de vida de las mujeres locales: 86,1 años. Se trata de la más alta de toda la Unión Europea, por encima de la que disfrutan las mujeres francesas (85,7), españolas (85,4), italianas (85,3,y portuguesas (84). Desde el año 2000, la esperanza de vida de alaveses y alavesas ha crecido en cerca de tres años.

¿Pero qué hacen las mujeres alavesas para mantenerse tan en forma y, por ende, vivir tantos años? Qué mejor que salir a la calle para comprobarlo. En estos días de verano, donde quedarse en casa supone casi un pecado, nuestras mayores toman todos los rincones de las ciudades y los pueblos. Aunque, la verdad sea dicha, no son de las que se queden en casa fácilmente por mucho que llueva, truene, granice o nieve. Pese a los inevitables achaques, salir a hacer la compra, a socializar o simplemente a dar un paseo las sigue manteniendo con vida.

Ése es el caso, por ejemplo, de Angustias Tejada, que a sus "más de 70 años y menos de 80" descansa en un banco del gasteiztarra parque de Molinuevo carro en mano. Se dispone, precisamente, a hacer la compra, aunque tiene que darse un pequeño respiro. "Daría la mitad de la vida que me queda por estar sana, porque tengo dolores por todo el cuerpo. Pero si me quedo en casa, me muero. Aunque no tenga ganas, me animo a mí misma y así estiro las piernas para que corra la sangre", confiesa Tejada. "Hay que hacer un esfuerzo, porque si no una se apaga", enfatiza.

El ejercicio físico, aunque simplemente sea salir a pasear, y llevar unos buenos hábitos son los dos pasaportes de vida más importantes para cualquier persona. Mari Carmen Delgado, a sus 72 años, sufre ahora una importante lesión de rodilla que la obliga a ayudarse con una muleta para salir a la calle pero se encuentra "estupendamente" y no duda en ir caminando a casi todos los sitios. "Suelo pasear y subir al Santo. Lo que no me gusta son los bares, ni bebo, ni fumo", confiesa esta mujer, ayudada por una acompañante que asiente y sonríe mientras la escucha. Otro de los secretos de Delgado es "comer de todo", sin excesos, pero llevando una dieta equilibrada.

nonagenaria Gracias a estos buenos hábitos y también a una alegría que se ve a primera vista, Águeda Achutegui ha logrado ya superar con creces esa esperanza de vida media de las mujeres alavesas. A sus 90 años y tres meses, con una amplia sonrisa, Achutegui debe valerse de una silla de ruedas para caminar pero cuenta con la inestimable ayuda de Carlos y Ana, "gente muy buena", voluntarios que la hacen compañía durante su paseo matutino por el parque. Costurera durante toda su vida, la vista no le permite ahora seguir dedicándose a ésta, una de sus grandes pasiones. "Ni he fumado, ni he bebido, ni he comido mucho. También he hecho bastante ejercicio y no he comido grasas. Así he mantenido la línea", confiesa divertida.

A su juicio, el hecho de que las mujeres vascas vivan tantos años más respecto a la media europea se debe a que "aquí nos cuidamos más y nos cuidan bien", una "buena calidad de vida" que también corrobora Carlos, su cuidador, de origen latinoamericano. "Aquí se vive muy tranquilo y no hay problemas de nada", asegura.

Otra de esas mujeres que pueden presumir de haber vivido ya más que la media es Raquel Gómez, que a sus 87 años cuenta las horas para recuperarse de una reciente operación de cadera y poder volver a caminar por sí sola, como tanto le gusta. Ahora, lo hace con la ayuda de una cuidadora y silla de ruedas, pero el ánimo desde luego no le falta. Otra de las recetas para mantenerse al pie del cañón, sin lugar a dudas. "Soy una persona muy activa y no estarlo me mata. Durante toda mi vida he estado haciendo algo", explica Gómez.

Modista y ama de casa desde su juventud, Gómez asegura que "no hay secretos" para lograr el privilegio de la longevidad. "Será que no he hecho nunca mal a nadie", bromea. Haber mantenido unos buenos hábitos durante su vida también está detrás de haber llegado prácticamente a las nueve décadas. "No he sido ni bebedora, ni fumadora ni parrandista... no me ha dado por los vicios", remarca Gómez, que también puede presumir de haber vencido un cáncer de estómago.

Todavía bastante lejos de los registros de Achutegui o Gómez, pero animada por vivir "100 años, como las que salen en la tele", Isabel Morán sale del centro sociocultural de mayores de Coronación y se dispone también a hacer unas compras. A sus 62 años todavía sigue en activo, aunque con una jornada muy reducida -tres meses de empleo y nueve de "descanso"-, trabajando como limpiadora para el Servicio vasco de Salud.

Una labor que la mantiene "en forma", según confiesa, y que cuando se jubile cambiará por nuevas actividades que todavía ni siquiera se ha planteado. Aún tiene tiempo por delante. "Si vivo 82 años, que son los que tiene ahora mi madre, me conformaría", asegura Morán. Que sean mucho más.