Bilbao. El presunto asesino de Ada Otuya y Jenny Revollo no tiene enfermedad mental alguna. Al menos eso es lo que asegura la Ertzaintza en el atestado policial que ha acompañado al falso monje shaolín, Juan Carlos Aguilar, en sus primeros pasos ante la Justicia. Y eso a pesar de que todos los indicios encontrados en su casa y en el gimnasio donde torturó a Ada Otuya indican que nos podríamos encontrar ante un caso claro de psicopatía. Lo avala el hecho de tener un trastorno de personalidad y presentarse frío y coherente en sus testimonios ante los investigadores y el titular del Juzgado de Instrucción nº 3 de Bilbao que ordenó su ingreso en Basauri el miércoles. Por cierto, un centro penitenciario donde también están recluidos presos colombianos y nigerianos, las nacionalidades de las dos víctimas.

Con este informe preliminar resta esperar el que redacten próximamente los forenses de la Audiencia de Bizkaia en el desarrollo judicial del caso para determinar si tiene algún problema psiquiátrico.

El informe de la Policía vasca sí hace referencia al tumor cerebral que se le diagnosticó hace dos años y sobre el que, en un principio, se indicó se estaba tratando en un centro médico de Pamplona. Según ha podido saber este periódico, el presunto homicida no se ha tratado en ninguna de las dos clínicas privadas. En concreto, tanto la Clínica Universitaria de Navarra como la Clínica San Miguel han indicado que Aguilar no es paciente suyo y no se cree que se estuviera tratando en la sanidad pública navarra ya que la atención de un tumor de este tipo también se desarrolla en Osakidetza. Otra cuestión es que pudiera ser atendido en algún tipo de clínica o servicio de medicina alternativa, algo que no se descarta teniendo en cuenta su trayectoria.

Fuentes de la investigación indicaron ayer que, de momento, no hay novedades importantes en el caso y que se trabaja en la hipótesis de que el falso maestro shaolín podría haber matado a más mujeres en el gimnasio que regentaba. Por ello, durante todo el día de ayer, miembros de la policía científica de la Ertzaintza siguieron escudriñando todos los rincones tanto del autodenominado templo Océano de la tranquilidad como de la vivienda del presunto asesino. El objetivo es claro. Hallar cualquier pista, cualquier resquicio, que desvele a ciencia cierta si han existido más mujeres asesinadas. De momento, los investigadores se muestran cautos. En sus listados de personas desaparecidas no existe denuncia alguna de otras mujeres que puedan estar vinculadas a este caso y por el momento no ha descubierto evidencias de que Aguilar haya cometido otros crímenes.