VITORIA. La crisis no sólo ha esquilmado las carteras de centenares de alaveses. También ha hecho naufragar a miles de espíritus. Los agobios por las políticas restrictivas, que han aminorado el Estado social hasta límites insospechados hace apenas unos meses, y el incremento incesante de las cifras de desempleados han provocado que la percepción de la ausencia de futuro y la aparición de incertidumbres hayan dejado de ser pasto único de los pesimistas para generalizarse en la mayor parte de la sociedad. Tal circunstancia ha facilitado la proliferación y el éxito de movimientos sectarios que, en río revuelto, han sabido acumular ganancias.

No en vano, la actualidad se ha convertido en terreno abonado para el éxito de ciertos comportamientos que acostumbran a aparecer, ya no con la imagen tradicional del gurú o santón seguido de sus fieles en busca de quimeras, sino como empresas, sociedades o asociaciones, en principio, legales. Éstas reeditarían formas de actuar que provocan daños psíquicos y patrimoniales a sus víctimas, en las que inocularían la dependencia hacia alguien o algo mediante procederes manipuladores que buscan someter la personalidad o el patrimonio de los adeptos -clientes-, o de ambas cuestiones.

Fuentes de asociaciones de ayuda a los damnificados por movimientos de carácter sectario explican las conclusiones de su experiencia diaria. Y éstas sólo encuentran el calificativo de dramáticas. Según su visión, hace ya un tiempo que es imposible saber a ciencia cierta cuántas de estas corrientes religiosas o sus versiones empresariales o terapéuticas operan en el territorio histórico. Hace apenas cinco años se sabía de la existencia de 18 de ellas en Álava y de alrededor de 700 damnificados -entre 3.000 y 4.000 en el conjunto de Euskadi-. Ahora, sin embargo, no existe un estudio capaz de contabilizar al detalle quiénes son, bajo qué manto trabajan o a cuánta gente han logrado captar. Dadas las circunstancias, podrían ser entre 25 y 30 grupos, según desvela Juantxo Domínguez, presidente de Redune España, que es la Asociación para la Prevención de la Manipulación Sectaria en el Estado. Este cálculo devendría, en principio, de la suma de las distintas tipologías de víctimas conocidas en la CAV.

La imagen habitual y clásica de una secta, entendida como un movimiento de carácter religioso y cerrado, está dejando paso a iconos más modernos que nada tienen que ver con iglesias, ritos o creencias, al menos, no en el sentido tradicional. De hecho, en la actualidad, este tipo de corrientes ya sólo constituiría el 30% del conjunto de sociedades con comportamientos sectarios. El 70% restante aparecería ya detrás de distintas sociedades y objetivos comerciales, psicosociales o sanitarios. Tratarían, en cualquiera de los casos, de manipular la mentalidad de sus adeptos con fines monetarios o para crearles falsas expectativas a través de distintas fórmulas.

Muestrario

Sociedades de todo tipo y aparentemente normales

Bajo esas identidades aparecerían centros terapéuticos o de recuperación de toxicómanos, gabinetes psicológicos o de mejora personal, entidades culturales, ONG o sociedades mercantiles perfectamente legales e inscritas en los registros pertinentes y dadas de alta en los correspondientes impuestos.

No se trataría, dadas las circunstancias, de sectas en sentido estricto, sino de otro tipo de sociedades sospechosas por sus formas de trabajar, generalmente, "muy fundamentalistas y totalitarias", indica Domínguez. Al respecto, también avisa de que "da igual su imagen exterior, porque una secta es aquélla que manipula la mentalidad de la gente". Cubren el espacio de todo tipo de necesidades que la sociedad actual no atiende. "La gente necesita llenar espacios. Así, la secta aparece, llena ese espacio, consigue clientela y le crea una dependencia".

Una oferta de un curso de parapsicología, o de esoterismo, o quizás de técnicas de relajación mental o corporal, de yoga, de magia, o de filosofía egipcia o religiones orientales puede esconder a un grupo de estas características. Puede aparecer como grupos multinivel, como asesorías especializadas en la venta de diferente material -libros, charlas o DVD-, como grupos de interacción familiar, como expertos en ciencias alternativas o como firmas terapéuticas de ayuda para abandonar drogadicciones o para afrontar crisis vitales de diversa índole. Sea como fuere, los resultados de su actuación no pasan desapercibidos.

En muchas ocasiones las terapias que se ofertan no las imparten profesionales. También se han detectado casos de psicoanálisis ejecutadas por gurús sin cualificación. "Es inaudito que este tipo de grupos puedan actuar sin ninguna acreditación. En otros países de Europa, estas actividades están perfectamente reguladas", indica Domínguez. No es de extrañar que los damnificados por este tipo de grupos presenten cuadros psíquicos muy complicados tras haber vivido situaciones complicadas.

En cualquier caso, no es complicado encontrar en la capital alavesa cartelería en farolas, o en el exterior de supermercados anunciando cursos, tratamientos o sesiones terapéuticas de distinto orden capaces de sosegar el espíritu y de dar las claves correctas para asumir las complicaciones de la vida. Tampoco es anormal encontrar en los buzones pasquines e información sobre distintas pautas que interrogan sobre ¿Por qué la gente comete los mismos errores una y otra vez?, ¿Qué es lo que hace difícil concentrarse? o ¿Cómo uno puede alcanzar su potencial en la vida? Las citadas preguntas, por ejemplo, tal y como ha podido constatar este diario, forman parte de una publicidad repartida portal a portal en las últimas fechas en distintos barrios de la capital alavesa. La misma recomienda el libro Dianética; El poder del pensamiento sobre el cuerpo, una de las publicaciones de referencia de la Iglesia de la Cienciología, a la que ojos adiestrados descubren tras un mero escrutinio. No obstante, la mayor parte de la sociedad desconoce quién se encuentra tras la citada propuesta.

Esta confesión, que ha litigado y litiga por medio mundo para ser considerada como credo religioso y no como secta, se encuentra en Vitoria desde hace una quincena de años. No es la única. De hecho, los expertos consultados han detectado desde hace años movimientos de captación por parte de Nueva Acrópolis o del Método Hoffman, que habrían utilizado a la capital alavesa como plataforma para su expansión por el conjunto del Estado, según indican desde Redune.

Según los datos de esta organización, tampoco faltan en Álava grupos pentecostales y ramificaciones evangélicas diferentes a las ya conocidas, grupos de aspecto budista y de carácter totalitario y aquellos llegados desde América con la inmigración y que destacarían por sus líderes multimillonarios, muy al estilo de los telepredicadores norteamericanos y que ya han traspasado, incluso, las fronteras de su parcela para dar el salto a la política, con candidatos muy cualificados en países como Brasil. Según los expertos consultados, se trataría de grupos como la Iglesia Universal del Reino de Dios -conocida comercialmente como Pare de sufrir- o el Ministerio Internacional Creciendo en Gracia (C.E.G.). En ambos casos, estos credos son considerados como sectas "de las más destructivas". Estos credos actuarían valiéndose del sentimiento de soledad de los recién llegados del Nuevo Continente, con problemas de integración en la nueva sociedad a la que llegan. Ése sería un caladero importante para este tipo de agrupaciones.

Al parecer, todo valdría para acceder a los damnificados a los que, entre otros males, estos sujetos y estas organizaciones inocularían una relación de dependencia difícil de romper, bien sea como religiones que facilitarían la tierra prometida o como movimientos empresariales. De una manera o de otra, "los hay para dar y regalar", señala Domínguez.

Como medida profiláctica para evitar la expansión de grupos de carácter sectario, ya hay países que han articulado una serie de medidas con las que intentar atajar su influencia y sus maneras de actuar. Por ejemplo, en Francia, una normativa evita que las personas mayores puedan trasladar donaciones a grupos con derivas sectarias. Asimismo, en el entorno europeo, son varias las legislaciones que piden acreditaciones oficiales, permiso municipal y titulación específica a los que se presentan como terapeutas. Sin embargo, en España aún no existen tales disposiciones.

remedio a la incertidumbre

Solución sencilla a problemas concretos

Sea como fuere, la presencia de las sectas en la sociedad no es nada nuevo. De hecho, según apunta Agustín Echebarría, catedrático de Psicología Social de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), desde que el hombre tiene conciencia de tal, siempre ha necesitado cubrir una serie de necesidades psicológicas. Entre ellas, la de tener una imagen positiva de uno mismo y la de entender el mundo que nos rodea y saber por qué pasa lo que pasa, circunstancia que contribuiría a causar la sensación de que uno es capaz de hacer algo en la vida. En ese punto, precisamente, habrían aparecido las primeras experiencias religiosas.

¿Qué ocurre con situaciones críticas como la actual? Básicamente, que los marcos de referencia antiguos se resquebrajan. Se cuestionan las fórmulas de ver el mundo. En otras palabras: ya no hay trabajos para toda la vida, el Estado social se resquebraja, aumenta el paro. De ahí que una reacción normal del ser humano sea la de abrazar recetas conocidas para intentar superar la crisis. "En épocas de crisis, es normal que repunten las ideas conservadoras o la religión". Las sectas, en ese sentido, sólo serían otra forma de respuesta, ya que dan respuestas claras y sencillas a problemas concretos. "A veces es más atractivo lo fácil . Es una regresión ante los problemas muy complejos", asegura el catedrático.

Por la misma regla de tres, por lo tanto, las sectas tendrían una explicación similar al repunte de actitudes xenófobas en épocas de crisis. En la práctica, el miedo al extranjero es la respuesta fácil a una situación muy complicada. Sería una especie de ellos tienen la culpa del paro. Lógicamente, cada persona es un mundo y hay diferencias individuales a la hora de afrontar situaciones de incertidumbre, como las provocadas por la coyuntura actual.