laguardia. Al roble americano y al francés les ha salido un serio competidor de donde menos se podía esperar, del frío Cáucaso. Allí, bajo la estricta vigilancia del Estado ruso, propietario de todos los bosques, se han seleccionado áreas de suelos pobres que garantizan un crecimiento lento y que producen una madera idonea para barricas. Tanto es así, que la bodega alavesa de Torre de Oña ha comenzado a experimentar con ellas para sus caldos.
El enólogo de la bodega de Páganos, Julio Sáenz, explica que "la relación con el roble ruso se inició a nivel experimental, dentro de un proyecto de investigación enológica al que dedicamos, en un principio, diez barricas". El objetivo era comprobar la evolución del vino en esta madera y "comprobamos su interesante capacidad de adaptarse a los tempranillos de la zona de Rioja Alavesa, con un ligero aumento de su estructura y de la complejidad varietal del viñedo de Páganos". Estos robles centroeuropeos, situados entre el roble americano y el francés de Allier, se definen por aportar a los vinos "taninos muy suaves, dulces y con un perfil aromático medio respetando al máximo la tipicidad, aportando notas frescas y una untuosidad en boca muy interesante". Torre de Oña cuenta con 400 barricas de roble del Cáucaso y los seguidores de la bodega pueden comprobar en sus copas la alianza entre los tres robles.