vitoria. Con la ponencia de Etchenique de esta tarde, la capital alavesa retoma el ciclo de conferencias Modelo alimentario global: impactos, resistencias y alternativas, que desde ayer y hasta el sábado se debate en el centro cívico Aldabe.

¿Qué puede hacer una persona para cambiar este consumo irracional?

Eliminar el consumo de usar y tirar. Para ello, hay que reflexionar de dónde viene lo que consumimos, si realmente los necesitamos comprar y si son saludables. La globalización nos ha hecho ser actores de una obra planetaria con un papel aislado. Hay muchos productos que no sólo son finitos, sino que no hay tantos para seguir de esta manera. Es excesiva la cantidad que consumimos, con las emisiones de CO2 que provoca su transporte. Y también son exagerados todos los residuos que almacenamos porque no hace falta tanto embalaje.

¿Qué consejos prácticos recomienda para evitarlo?

Hay que comer como nuestros abuelos. Reeducar el gusto, porque ellos hubieran rechazado productos como la carne de hamburguesa, que es insípida. Aunque, de todas formas, hay que comer menos carne, olvidarnos de todos los azúcares y, sobre todo, mirar todas las etiquetas. La comida preparada es un desastre porque tiene entre 20-30 ingredientes que no deberían. La bollería industrial crea niños obesos, hipertensos, alergias, problemas cardíacos... Al igual que en los paquetes de cigarros aparece Fumar mata, la etiqueta de los alimentos también debería indicar las grasas saturadas, los azúcares y los aditivos de origen externo. Hay que aprender a hacer una selección para comer menos y mejor.

¿Cuándo acaba la soberanía alimentaria?

La soberanía alimentaria desaparece cuando se incita a consumir más. A partir de la II Guerra Mundial cambian los hábitos por la decisión de los suministradores de los ejércitos de dar salida a una cantidad de productos. La consecuencia de estos impactos se ven en la necesidad de comer dulce, en la que entran elementos nocivos.

¿De qué manera se pueden apoyar los productos locales?

Hay que apoyar los productos artesanales y los procedentes del comercio solidario. Se deben comer cosas cercanas, como huevos y leches de origen cercano. Lo ideal es saber quién lo ha producido, que las cosas tengan una dimensión humana. También son recomendables las cooperativas de consumo, que reciben productos de cerca de la ciudad, que garantizan la agricultura sostenible, porque la intensiva es perjudicial, con trato fertilizante, que atenta contra la biodiversidad. Las cooperativas, además, funcionan. Recomiendo que se agrupen, que hagan sus pedidos. Es una forma económica y también de hacer comunidad.

Y fomentan el empleo "verde"...

Las explotaciones ecológicas fomentan más el empleo, porque existe una proporción de 16 a 1 de puestos de trabajo en la agricultura sostenible que en la intensiva. En las plantaciones de soja de Argentina prácticamente trabajan dos personas y eso que son de las tierras más grandes.