Vitoria. El pueblo alavés de Larrea descubrió hace seis años que la estela del euskera podría comenzar en esta pequeña aldea ya que los textos de uno de sus habitantes más ilustres, Joan Pérez de Lazarraga, contribuyeron a arrojar algo de luz sobre el origen de la literatura vasca. Sucedió en Madrid cuando el historiador Borja Aguinagalde, en una librería madrileña de antigüedades, se topó con un manuscrito del siglo XVI escrito por este noble de Larrea. El hallazgo se convirtió en un acontecimiento mediático al desmontar teorías como que la literatura vasca había estada sometida hasta entrar en la Era Moderna. Y no es para menos ya que el euskera de Lazarraga a lo largo de sus canciones, prosa pastoril y poemas prueba la existencia de un dialecto alavés y de términos como Araba o Euskal Herria, a los que alude en varias ocasiones.

Este hallazgo es sólo un símbolo de la honda huella que dejó el euskera en esta aldea de 67 habitantes, en la que este sábado se vivirá una fiesta para que su rastro no se pierda. La Diputación correrá con los gastos de los festejos.

Con motivo de la implicación de sus habitantes con esta lengua, se leerá un manifiesto en el que todos los de Larrea se comprometen a continuar por la senda del euskera. "Las nuevas generaciones son las que más lo hablan, pero todo el pueblo se esfuerza cada vez más por comunicarse en esta lengua", comenta Juanjo Estíbalez, un vecino de Larrea cuyas ganas de aprender esta lengua le han llevado, de momento, hasta el nivel octavo del euskaltegi.

Como no podía ser menos, el literato alavés será el protagonista de los actos del sábado, pero además por partida doble. A las 12.00 horas, el académico de Euskaltzaindia, Pruden Gartzia, ofrecerá una conferencia con Lazarraga como protagonista y, además, una hora después, se visitará la propia residencia del autor del manuscrito, conocida como Casa del Bolo. En este icono de la localidad, dentro de su espacio ajardínado, se ha instalado, por fin, la estela que conmemora a este célebre hombre mediante una inscripción. "Hace unos años los propietarios de esta casa se negaron a que la pieza funeraria se quedase en su jardín, así que al final se dejó en el atrio de la iglesia". Eugenio Arratibel, otro vecino de Larrea, da más detalles sobre la escultura. "Se trata de una estela nueva, que se intaló el 28 de mayo de 2005, propiedad de Euskaltzaindia". Sin embargo, mover esta piedra de arenisca, de 1,20 metros de alto, no ha sido fácil. Juanjo fue una de las ocho personas que contribuyó a levantarla. "Todos los vecinos del pueblo colaboramos en su traslado hasta tal punto que un miembro de cada familia de Larrea ayudó". Pero además de la fuerza de estos alaveses, también fue necesaria la aportación económica de la Diputación para dar el impulso definitivo a estos actos. "Vinieron un par de albañiles que facilitaron el traslado con sus herramientas y sobre todo en la fabricación de la base donde se asentará la estela". A continuación, llegará el turno a Beningo Arcauz, presidente de la Junta Administrativa, quien leerá el compromiso con el euskera acompañado de tres niños de la localidad. Y para que las palabras del manifiesto no se las lleve el viento, el pacto se sellará en un cilindro de acero que se enterrará al lado de la estela. Dado que el pueblo es clave en mantener el brillo del euskera, a la 13.30 horas será el momento en el que los estómagos de Larrea se den su propio homenaje en el aperitivo de la taberna Aldaia.